Capítulo 2

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Draco miró al tablero con una mano apoyada en su barbilla y se cogía el codo con la otra, llevaba mirando el tablero varios minutos pero no conseguía establecer una buena defensa. Miró momentáneamente al ángel y vio que su mirada vagaba por el ventanal.

- ¿Quieres seguir jugando, emplumado? - le preguntó al ángel e Irifael se volvió hacia él y se ruborizó.

- Discúlpame, me he distraído. - Draco se echó para atrás en la silla.

- ¿Vas a contármelo?

- No creo que tenga mucho que contarte, dragón, sabes mis penas.

- Creí que era lo que queríais, habéis conseguido despertar al original y ella es toda vuestra.

- Nunca nos has hecho reproches, ¿vas a empezar ahora?.

- No, no creo que deba... pero tomasteis vuestra decisión, Irifael. Debéis asumir las consecuencias.

- Ella... - negó por un momento con la cabeza.

- Lo sé - dijo a modo de respuesta el dragón. El ángel se puso en pie y miró a su alrededor.

- Tengo suerte, a tu lado tengo un refugio, me siento cómodo estando aquí. Mis hermanos no tienen esa suerte con las labores que realizan.

- Lamento escuchar eso, emplumado...

- Yibrael y Micael se siente avergonzados por lo que hicieron, como yo, pero yo tengo el trabajo más fácil. Yibrael sufre todos los días la cólera de nuestro Padre, sus amenazas y desprecios. Micael es apenas contemplado por Padre y pasa sus días con nuestros hermanos monjes haciendo trabajos ignominiosos para alguien de nuestro rango. Al quedar como tu guardián he sido el mejor parado, aunque tenga que sufrir los desplantes de madre. Como ves, se podría decir que hemos sido castigados por nuestras decisiones. ¿Por qué permaneces a su lado, dragón?

- Ya lo sabes, le prometí no abandonarla pasara lo que pasara. Cumplo esa promesa, supongo que en cierta forma yo también estoy pagando por el regalo que los ancestros me hicieron al permitirme ser su dragón.

- Nunca has hecho nada malo, Draco, no sé porqué tus ancestros deberían castigarte por otorgarte a otro jinete.

- Gracias por tus palabras, Irifael, pero ni siquiera me queda eso ya, no me queda consuelo.

- Si te fueses ahora mismo cargaría con gusto mi condena por dejarte escapar.

- Es un sentimiento que te honra, emplumado, pero no la dejaré sola. Todavía no pierdo la esperanza que consiga librarse de su poder.

- Padre transformó su propio cuerpo durante miles de años para no caer en el influjo de los humanos, al final hizo lo que había aborrecido de sus hermanos, se convirtió en un dragón, pero consiguió no ser esclavo del humano que se convertiría en su jinete, consiguió lo contrario, someter al humano. Y la sometió a ella...

- No está del todo claro, pajarito, yo todavía no tiro la toalla.

- Piensa lo que quieras, dragón, pero la persona que conocimos ya no existe, no queda nada de ella.

- Senda nunca se doblegó ante nada ni nadie, siempre consiguió prevalecer, sé que de alguna forma también lo conseguirá esta vez.

- Son demasiadas esperanzas y sin embargo el tiempo pasa y el yugo que mi padre ejerce sobre ella sigue intacto.

Trilogía Jinete de Dragón: El Ocaso del Jinete (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora