Capítulo 22

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Escuché a Draco en la ducha y me levanté, había descansado bien y podía enfrentarme con energías al nuevo día. Entré en el pequeño baño para asearme y me encontré con él saliendo desnudo de la ducha, su perfecto cuerpo mojado, con aquellos músculos trabajados y su abdominales marcados que continuaban hacia...

- ¡Draco! - grité sofocada por todo lo que sentía.

- ¡Grandes ancestros, niña! ¡contén tu deseo! - me dijo cubriéndose de escamas.

- ¡Maldita sea, dragón! ¡Nunca había tenido estos problemas!! - le grité otra vez y salí para la habitación intentando no mirarle. Se quedó con los brazos cruzados intentando permanecer serio pero una sonrisa le cruzaba la cara. - ¡¡No te rías!!

- Lo lamento, pequeña. Pero es divertido verte en la misma posición que yo. - le gruñí.

- ¡Dragones! Odio a los dragones... - dije poniendo los ojos en blanco - no te acerques a mí, solo tu aroma me... ¡aaarrrrrggghhhh! ¡Esto es inaguantable!!! - alcé los brazos por encima de la cabeza, Draco cruzó la habitación y me besó en los labios en un rápido beso, olas de placer sacudieron mi cuerpo y me dejaron jadeando.

- Una dulce venganza, pequeña... - me dijo. Luego salió afuera y me gritó - ¡date prisa! ¿no querrás que tenga que decirles a todos el motivo de tu tardanza???.

- ¡Te odio, dragón! - le dije mientras me desnudaba en la habitación y me metía en la ducha para recibir el agua helada como un témpano. - ¡¡dragones!... odio a los dragones - gruñí mientras el agua caía encima de mí.

Caminamos hacia la sala de control, muchos de los humanos no dejaban de señalarme al reconocerme y llegué a sentirme incómoda, mi débil mente no dejaba de pensar que quizá me señalaban porque no querían verme allí, porque no me lo merecía al haber sido esclava del original, por mucho que Draco me dijera que era porque se alegraban de verme por fin en el sitio que me correspondía.

En la puerta del edificio nos esperaba Aldair, escuché a Draco gruñir a mi lado, el druida había sido el causante de la muerte de la joven humana, por mi parte era algo que tenía que agradecerle, aparte el druida siempre había sido amable y comprensivo conmigo. Nos saludamos en la forma druida y me sorprendió abrazándome.

- Es bueno ver cómo vuelves a la batalla a pesar de tus heridas, Path.

- Druida... hablas de la reina dragón - le dijo Draco con voz amenazante.

- Path es una druida, la trato como tal, como una hija de Quirón. Porta orgullosa la hoz de los druidas y fue la única arma que utilizó mientras no llevó los ropajes de los jinetes. - 'Touchè' pensé... esta vez pierde el dragón y no el túnica raída.

- Senda es un jinete de dragón - dio un paso hacia él Draco enfadado - tu centauro puede decir lo que quiera pero...

- Bueno, bueno, bueno... - interrumpí yo - ... ¡qué mañana tan bonita! ¿no?. Yo necesito un café, ¿alguien me acompaña?. - Draco me puso el brazo encima de los hombros y me empujó sin ni siquiera despedirse. Saludamos a los que habían llegado y pedí mi ansiado café. Tarnan vino a verme cuando entró.

- ¡Hey! - le respondí de la misma manera - Draco está enfadado, ¿has hecho algo?

- Problemas con los druidas, ya sabes... ese antagonismo milenario que tienen. - me encogí de hombros. - ¿Tú?

- Como siempre... ¿qué hacemos jefa?

- Empecemos la reunión.

En avanzada de reconocimiento iríamos los jinetes y los dragones solos, a distintos puntos. Necesitábamos saber qué nos encontraríamos en tierras enemigas. Cruzaríamos hasta Rusia y durante dos días haríamos un mapa de la situación del enemigo y de los reductos humanos si es que quedaban.

Trilogía Jinete de Dragón: El Ocaso del Jinete (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora