Capítulo 16

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El Maestro Dorc esperó mientras llegaba a su lado, parecía impaciente y le hice el saludo protocolario al llegar a su altura.

- Maestro... - dije con respeto.

- Laxor y tú iréis con las otras gárgolas en el flanco de Príus, necesita refuerzos, hace dos noches perdió muchos hombres - me informó ni siquiera sin darme los buenos días.

- Sí, maestro. - le dije sumisa.

- Me gustaría que tomases tú el control de ese ala del ejército, Senda. -me soltó.

- ¿Maestro? No podría hacer eso, pasar por encima de un jinete, ¡jamás!

- Hemos sufrido muchas bajas, jinete, me gustaría que no sufriésemos más.

- Ya no soy un jinete, maestro - le recordé molesta, me estiré la camiseta para que se fijase en mis ropas parduzcas.

- Yo no te eduqué así, Senda - se paró y me miró mal, me paré sorprendida a su lado. - Te eduqué para que fueses la mejor de los jinetes, la más astuta y letal, aquella que nunca se doblega ni retrocede. ¿Dónde está el aprendiz al que le dediqué tanto tiempo durante su formación?

- Eso no es justo, maestro - intenté defenderme.

- ¿Hablas de justicia?, tus amigos, tus hermanos, tus aliados y súbditos mueren todos los días y ¿qué haces tú para evitarlo?, lloriqueas como una niña que se ha hecho una pupa.

- ¡¡Maestro!! ¡¡cómo osáis!! - dije indignada pero no me dejó continuar e hizo un gesto de indiferencia hacia mí.

- Si fueses de mi casa, Senda, ya te habría dado un par de bofetones para que reaccionases, ese maldito Morlan te consiente demasiado - ¡¡joer con el viejo!!, pensé, enseguida lo arregla todo a golpes...

- No es tan sencillo maestro, no...

- Sí que lo es, niña. Juré lealtad a un aprendiz lleno de dudas y miedos, pues podría ver el gran jinete en el que se convertiría, ahora solo veo a un jinete caído, pero ten en cuenta esto - levantó su dedo índice y me amenazó con él - Un jinete, siempre es un jinete, Senda, somos el alma de los dragones, su mente y ellos nuestro cuerpo y pase lo que pase, cuando pasamos por la ceremonia nos convertimos en jinetes y nunca renunciamos a ello.

- Si supieseis lo que me hizo el original... - volví a intentar defenderme.

- Eres un jinete, Senda hija de Morlan... ¡supéralo! - se dio la vuelta y me dejó plantada en mitad de la calle con la boca abierta y alucinando por la bronca que me acababa de comer. Vi a Príus correr hacia mí llamándome.

- ¡Senda! tengo malas noticias, Dorc te busca para... - me miró y luego suspiró - por lo visto te ha encontrado.

- Me ha echado una bronca de órdago.

- Sí, se quejó en el consejo de ti, lo siento.

- Maldito viejo...

DORC

Dejé a la niña en la calle y me fui, cada palabra que le había dicho me pesaba como una losa en mi corazón, me metí entre dos barracones y ayudado por mi esencia trepé al techo, allí me esperaba el rey que observaba la calle con los brazos en la espalda.

- Lo has hecho bien, amigo mío - me dijo a modo de saludo.

- No estoy seguro, me siento miserablemente en estos momentos. - dije y me acerqué a él, vi que estaba mirando a Senda que hablaba con el joven Príus, se la veía contrariada.

Trilogía Jinete de Dragón: El Ocaso del Jinete (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora