Capítulo 36

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Me puse la cazadora, a mi lado Tarnan y Príus hacían lo mismo. Estábamos en un barracón con un grupo de soldados humanos que nos proporcionaron ropas y armas humanas para parecer como ellos. Cogí mi espada y me la fui a poner a la espalda.

- Lo siento, jinete - me dijo un soldado - No puede portar una espada. - le miré aprensiva y le dije.

- ¿Tengo... tengo que dejarla?

- La espada y la hoz - me dijo - Nosotros no llevamos esas armas, lo siento.

- Ya... claro... es que... me siento desnuda sin ellas... - Draco que estaba a mi lado me tendió la mano para que se las diese - Jo... no me siento nada cómoda dejándolas atrás.

- Lo sé, pequeña, las cuidaré bien - asentí hacia él. - ¿Estáis preparados, jinetes? - Tarnan y Príus asintieron. - Te toca hacer magia, niña. Voy a dejar vuestras armas a buen recaudo. - dijo mientras salía del barracón.

Cerré los ojos y me concentré, dejé fluir mi conexión a través de sus mentes y escuché exclamaciones por lo que volví a abrirlos.

- ¿Ha funcionado?

- Ya lo creo, sois humanos... - dijo Pirim, me había imaginado su aspecto humano pero seguía viéndoles como jinetes.

- ¿Les he puesto algún rabo u otra oreja que no debiera?

- ¡Eh! - dijo Príus y me eché a reír.

- Estáis bien así - nos dijo Gave, luego se dirigió a Tarnan - incluso de humano estás guapo. - le dijo mirándole con adoración.

- ¡Gracias! - dije.

- Me lo ha dicho a mí, Senda - dijo Tarnan molesto.

- ¿Y quién crees que te ha puesto ese aspecto? Soy yo a la que tiene que decir gracias.

- Parad jinetes... - dijo Dorc entrando por la puerta, se quedó por un momento mirándonos - Qué aspecto tan terrible tenéis todos, parecéis realmente humanos.

- Gracias Maestro, buscábamos eso.

- Tome señora - dijo uno de los soldados dándome una pistola - tienen que armarse. - suspiré, no me gustaban las armas humanas pero no dije nada. Nos fuimos poniendo las pistoleras y las demás armas, me guardé un par de puños de metal y dejé mi cuchillo Morlan guardado en la bota.

- ¿Y eso? - dijo Tarnan viendo cómo lo guardaba.

- Eso viene conmigo, ha estado a mi lado desde que era un aprendiz y ambos hemos sobrevivido, vendrá en esta ocasión también conmigo.

- Bien, creo que lo tenemos todo - dijo el soldado humano - recuerden, son humanos, no pueden utilizar su esencia ni sus poderes de jinetes, lo que significa nada de velocidad ni fuerza sobrehumana, ¿me han entendido? - asentimos serios - Las gárgolas les dejarán a unos mil kilómetros del campamento, les aconsejo que roben algún tipo de vehículo para el último trayecto.

- ¿¿Robar?? - dijo Príus indignado - los jinetes no robamos.

- Déjalo Pri, robaremos un coche o algo así como nos ha dicho, no seremos jinetes, recuérdalo.

- Necesitarán nombres humanos - me dijo el soldado.

- Bob - dije mirando a Príus.

- ¿Bob? - repitió él extrañado

- De bobo... - Tarnan y yo nos reímos ante mi salida.

Trilogía Jinete de Dragón: El Ocaso del Jinete (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora