Tal vez...

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Desde ese día aquel sitio se había convertido en nuestro lugar de encuentro, me preguntaba si eso estaba bien para Kentin, más importante si estaba bien para mí follar en el sótano de la escuela.
-¡Alexy!- los gritos de mi gemelo interrumpieron mis absurdos pensamientos.- ¡con un carajo Alexy te estoy hablando!
-¿Qué pasa?- pregunte desconcertado
-Eso quisiera saber yo.- replico con enojo el pelinegro.- últimamente estas muy distraído, casi tanto como Ly...-Armin callo al instante.
-¿Lysandro?- dije con una sonrisa picarona y mi gemelo se ruborizo al instante.
-¡Como sea mejor me voy a jugar!- grito Armin tapándose la cara con su consola.
Mire la espalda de Armin mientras se alejaba. Él no era la primera persona que me lo decía y supongo que la razón de mi falta de atención era Kentin y lo que pasaba en el sótano cada vez que él me llamaba. Mirar la cara de Sandra después de acostarme con su novio y aún más la indiferencia que mostraba Kentin hacia el asunto, eso era más de lo que podía soportar.
Vagaba por los pasillos vacíos como alma en pena hacia el sótano como casi todo el tiempo después de clases, comenzaba a pensar que Kentincito era ninfómano o algo así, sin embargo por más que le diera vueltas al asunto no podía negarme a su llamado.
De pronto escuche la voz de Rosalya y Sandra a lo lejos, así que decidí acercarme, de todas formas aún tenía tiempo antes de la hora acordada para verme con mi amante. 
-Entonces para que me llamaste aquí querida.-  pregunto Rosa poniendo atrás de su oreja algunos cabellos rebeldes.- Porque mi tienda favorita esta de ofertas y tengo que irme corriendo.
-Rosa.- Sandra jugueteaba nerviosamente con sus manos, sus pardos ojos parecían angustiados.- creo que Kentin me engaña.
Las palabras de aquella chica hicieron que mi estómago bajara hasta mis talones, La mandíbula de Rosa estaba caída y sus ojos muy abiertos, supongo que mi expresión era similar, solo que a mí me carcomía el terror.
-¡Ese idiota hacerte algo así a ti! Ah pero me va escuchar, voy a acabar con el.- Sandra tomo la mano de la peliblanca.
-Cálmate Rosa, hasta ahora solo es una sospecha. Él... ya no me acompaña a casa por las tardes y hay veces en las que tiene marcas rojas en su espalda, sin embargo no le he dicho nada a Kentin todavía.
No me quede más tiempo para escuchar la respuesta de la otra chica. Salí corriendo en cuanto pude, rumbo al sótano, no me importaba ser descubierto, necesitaba  llegar a él lo más rápido posible, tenía que decirle lo que había escuchado, ya no podía seguir con esto.
Abrí la puerta del sótano casi sin aliento y ahí estaba él esperándome pacientemente, tenía una bolsa de galletas en la mano y masticaba una de ellas placenteramente. Me miro de reojo y dejos las galletas aún lado mientras se dirigía hacia mí con una tierna sonrisa.
- ¿Has corrido hacia aquí solo porque se te hizo un poco tarde?.- revolvió mi cabello un poco.
En ese momento toda aquella desesperación se desvaneció y mordí mi labio inferior para callar las palabras atoradas en mi garganta.
Me abalance sobre el en un apasionado beso al cual él correspondió metiendo su lengua con gran agilidad a mi boca, deslizo mis pantalones desesperadamente,  introdujo un dedo en mi orificio, Kentin se había vuelto un experto en hacer esto con el paso del tiempo. Cuando estaba lo suficiente preparado quiso introducir su miembro en mí pero lo detuve.
-¿Qué pasa?- su voz temblaba por la excitación.
-Esta vez yo seré quien se mueva.- pude observar la cara de desconcierto del castaño
Lo empuje hacia atrás haciendo que quedara recostado en el suelo. Me posicione encima de su miembro y lo introduje en mí, pude sentir a Kentin estremecerse, me levante y caí repetidas veces cada una más rápida que la otra. No, no estaba listo para dejarlo, aún no, lo siento Sandra.
El cuarto estaba inundado de sonidos eróticos, el roce de nuestros cuerpos y los gemidos producidos principalmente por mí. Minutos después ambos llegamos al tan anhelado clímax y caímos agotados.
Kentin se levantó una vez recupero el aliento y yo lo imite con un poco más de dificultad, recogimos la ropa y comenzamos a vestirnos.
-Sabes Alex, hoy Sandra hizo algo verdaderamente lindo...
Deje de escucharlo, siempre era lo mismo, después de terminar de hacerlo siempre me hablaba de ella, al parecer esto no era nada trascendental para él.
En realidad Sandra estaba equivocada, Kentin jamás la engañaría.
Ella no sabía que en aquel lugar solo nuestros cuerpos se necesitaban,  pero en cambio nuestras almas parecían lejanas...

¿Podría ser que jamás alcance a ese ser tan distante?

Tú, mi más grande anheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora