No te vayas

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Todo comenzó mi primer día de clases, vagaba perdido por el pasillo en busca de la sala de delegados. Le pregunte a una chica su ubicación y ella me respondió amablemente.

-Es justamente la puerta de la izquierda- Ella tenía una sonrisa radiante y era muy bella.

-Gracias- dije mientras le guiñaba un ojo.

-¡Me llamo Sandra!- se apresuró a decir

- Yo soy Alexy, pero me puedes decir Alex.

-Veámonos luego Alex- se despidió mientras corría por el pasillo.

-Ella es realmente agradable- susurre para mí.

Después de que se fue, entre a la sala de delegados, para entregar mis formulario y demás, pero no había nadie ahí, di un largo suspiro y me dispuse a salir, cuando de pronto llego Armin y empezó a revolver los papeles que se encontraban en la mesa.

Le di un coscorrón y el protesto, tome los papeles y los ordene nuevamente, pero una foto llamo mi atención; era un chico de pelo castaño y grandes gafas, con una bella sonrisa, a lado se encontraba otra foto, esta era de un chico igualmente castaño, pero más alto y con unos grandes ojos verdes, los dos tenían la misma sonrisa, sincera y hermosa.

El rubor apareció en mi cara, sin verme pude saber que me había sonrojado, deje las fotos sobre la mesa y voltee hacia Armin.

-Oye ¿Qué te pasa Alexy?-pregunto el chico de pelo negro al ver la expresión de su gemelo
-Toma-respondí dándole mis papeles- si viene el delegado se los das.

Al decir eso Salí corriendo de la sala, pude sentir la mirada de Armin, pero no me detuve. Tenía que verlo, tenía que encontrar a ese chico, ese chico tan parecido a mi primer amor. Un fuerte impacto interrumpió mis pensamientos, había chocado con alguien.

-Hey ¿Estas bien?- levante la mirada y ahí estaba el chico de la hermosa sonrisa tendiéndome una mano para ayudarme.

Me limite a asentir como respuesta, tome su mano y me impulso para levantarme, cubrí mi cara con mis manos, sabía que estaba más rojo que un tomate.

-¿Eres nuevo?-pregunto el castaño.

-AJa- las palabras apenas salían de mi garganta.

-Soy Kentin- él me mostró una hermosa sonrisa que hizo que mi corazón saltara en mi pecho, era él, definitivamente era aquel héroe desconocido.

-Yo soy...

-¡ALEXY!-un grito me interrumpió, era Sandra, ella se acercó a Kentin y le planto un beso en la boca.

-Sa..sandra ya te dije que aquí no- Kentin estaba sonrojado, sentí que iba a vomitar.

-¿Ustedes se conocen?- pregunte por fin.

-Claro! Kentin es mi novio- esas palabras fueron como una bofetada para mí, mi primer amor que se había mantenido nítido en mi memoria, en este momento se hacía pedazos.

Desde ese día me volví amigo de Kentin y Sandra, manteniendo mi amor en secreto, convencido de que jamás seria correspondido y conformándome con solo tenerlo cerca anqué no pudiera tocarlo. Todo era normal hasta ese día.

Kentin había tenido una pelea muy fuerte con Sandra, él estaba muy deprimido, nos encontrábamos en el sótano y sin querer llegamos a aquella situación.

-Yo...yo puedo aliviar tu dolor- dije mientras me acercaba a él lentamente.

-¿Qué quieres decir?- la sonrisa que tanto amaba había desaparecido.

-Me gustas Kentin, siempre me has gustado- me acerque todavía más, podía sentir su respiración.

Una mirada de asombro cruzo por su cara rápidamente pero no hizo nada para apartarme, acerque mis labios a los suyos, estaban salados por las lágrimas y lo bese. Kentin me quito la ropa impulsivamente y yo se la quite a él.

Kentin sabía muy bien lo que hacía, abrió mis piernas y lo introdujo rápidamente. Esa era mi primera vez, por lo que sentí dolor pero a la vez estaba tan feliz, por fin, por fin podía conectarme con él. Ese fue el mejor día de mi vida, sin embargo Kentin todo el tiempo se mostró ausente y ni una sola vez mostró la sonrisa que mostraba con ella, esa sonrisa que tanto amaba.

Él al parecer no recordaba nada de cuando éramos niños, él no recordaba ese cálido sol de primavera, no recordaba al niño despavorido que protegió tan arduamente y eso me dolía, más de lo que habría imaginado.

-Te amo Kentin- dije acurrucándome a su lado después de finalizar aquello.

-Esto está mal, no debimos hacerle esto a Sandra, yo la amo- las lágrimas escurrieron por sus mejillas- no quiero que me deje.

-Ella no lo sabrá...-todo se rompía en mi interior, las palabras salieron como un susurro.
-¿Qué?-la cara llorosa de Kentin, me hacía sentir tan mal.

-Ella no se enterara, no se lo diré a nadie y tampoco te pediré que la dejes, ni me molestare porque no me ames, solo...-me aferre a su torso desnudo con las lágrimas a punto de salir de mis ojos- no me dejes, ¡No te vayas!.

Desde ese día me convertí en el amante de Kentin, pensaba que me bastaba con solo tenerlo a mi lado, con que me tocara y se conectara conmigo, aunque en realidad él amara a otra persona. Repetía lo mismo todos los días tratando de engañarme, tratando de ser feliz con las migajas de su amor, pensando que algún día el llegaría amarme.

Que iluso fui.

Tú, mi más grande anheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora