Eliminar

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Miré mi celular, en la pantalla destellaban varias opciones, entre ellas la que debía pulsar «eliminar». Maldije por un momento a Farres pues de no haberme sacado no tendría que tomar está decisión hasta después de clases, de igual forma dedique una mirada de enfado al chico con mal de amores culpable de que a ambos nos corrieran del salón.

Armin ni siquiera se dio cuenta de las miradas asesinas que lanzaba en su dirección de cuando en cuando así que decide dejar de hacerlo, yo mejor que nadie sabía lo que era ser dejado de lado por la persona que amabas.

La campana que daba inició al receso sonó y mi gemelo desapareció en el pasillo rumbo al Aula B.

Decidí seguir su ejemplo y antes de toparme con nadie conocido corrí al interior del baño, volví a mirar la pantalla de mi celular y como esperaba el contacto continuaba en la página de inicio sin intención de disiparse. En la soledad del pequeño cubículo nadie se enteraría si cedía a mi debilidad y lo dejaba allí, permanecería como un secreto.

Mis acciones parecían contradecirse entre sí, ya había terminado mi extraña relación con él eliminar su contacto y todo lo demás que conservaba de Kentin debía ser mucho más fácil. Sin embargo no lo era, sabía que en el momento en que eliminará todo en verdad se acabaría, de pronto la imagen del castaño que robaba mi cordura apareció en mi mente justo el momento en que por fin vio a Alexy y no a Susuna.

Ahí estaba de nuevo el incendio que se extendía en mi interior, la sensación de caer de nuevo en el circulo vicioso de dependencia. Respire profundamente decidido a sacarlo de mi vida incluso si eso significaba dejar ir una parte de mí con él, ya no estaba dispuesto a sufrir así, ya no estaba dispuesto a ser el sustituto.

La puerta del cubículo se abrió haciendo trizas mi pequeño espacio privado, en ese momento recordé que había olvidado cerrar la puerta con el pestillo y me odie por eso.

-¿Alexy?.- levante la cabeza, era Castiel quien había abierto la puerta.

-Hola.- atiné a decir con una sonrisa nerviosa.

Sin saber por qué me resultaba muy incómoda aquella situación, un mensaje abierto de mi antiguo compañero de cama mientras mi novio en turno se encontraba parado frente a mí... vaya que a la vida le encantaba ponerme en aprietos.

-Al parecer tengo el don de encontrarte cada vez que estás a punto de desmoronarte.

-¿A qué te refieres estoy bi...- antes de poder terminar la oración el tomó la mi mano y me atrajo hacia su pecho.

-Ahora soy yo él que está contigo, así que mírame sólo a mí.

Pude sentir sus ojos penetrando mi interior, inspeccionando cada parte de mí y me aterró que pudiera dar con aquel incendio catastrófico que aún ardía dentro de mí. Sus brazos se cerraron a mí alrededor, en un abrazo que fue lo necesario para aplacar las llamas que Kentin ocasiono.

-Eso sonó extremadamente posesivo.- me reí sin ninguna razón particular

-Ya sabes que es inevitable para mí querer monopolizarte.- sus dientes fueron a dar a mi cuello en una mordida la suficiente fuerte para dejar marca pero demasiado suave como para lastimarme.

-Eres como un perro.- aunque en realidad me gustaba que me mordiera, pero si decía eso definitivamente Castiel no dudaría en profanar el baño del instituto y ya no me apetecía tener sexo en mi institución educativa por lo que me quedaba de vida.

-Marco mi territorio.- explicó y por el tono de su voz pude deducir que ahora estaba sonriendo.

-Deja vú.

Me miró y depositó un beso en mi frente, lo cuál me impresionó de gran manera el Castiel que conocía habría metido su lengua hasta mi garganta y para la sorpresa de ambos ese inocente y tierno beso me hizo sonrojar más que sus acostumbrados besos franceses. Al darse cuenta de ello fuertes carcajadas brotaron de su boca.

Tú, mi más grande anheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora