CAPÍTULO 4

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Dedicada a Susanita Saucedo.

















El viernes por la noche los chicos deciden arrastrarme con ellos a un salón de fiestas cerca de Rockefeller. Sí y he dicho deciden, porque a mí ni siquiera me dejaron hablar para aceptar la invitación. Hace mucho que no venía a la ciudad de Nueva York, la verdad me entusiasma un poco ver todas esas luces de nuevo pero ni eso me ayuda a sentirme menos nervioso, pues la sola idea de imaginarme rodeado de mucha gente dentro de un evento cómo esos..., me hace sentir cómo si estuviese a punto de vomitar. Lo sé, sé que prometí intentarlo, pero dije que lo haría de a poco.

Estos chicos parecen tener prisa en que yo ya me active con eso, pues apesar de mi renuencia, ellos me sacaron de casa con amenazas de muerte para que viniera. No entiendo por qué quisieron venir hasta acá, de seguro nos meteremos en problemas por ir más allá de los límites, pues soy consciente de que todos tenemos prohibido estar fuera de casa después del toque de queda. En mi condado también pusieron la alerta por esas desapariciones, ya que desde Dutchess están siguiendo la pista de esos extraños sucesos. En Putnam también han desaparecido personas, pero en mi comunidad tampoco nos explicamos que es lo que ha pasado con eso.

No sé cómo Josh logró convencer a mi abuela para dejarme salir con ellos esta noche, pero estoy seguro de que debió suplicar mucho de rodillas para hacerla ceder. El maldito puede ser un genio manipulando a los demás. Incluso lo ha logrado conmigo, pues una vez se puso a llorar cómo nena para que yo le prestara mi auto. Claro que yo pagué caro por eso. Mi viejo convertible destrozado lo puede explicar.

<<Maldito seas Josh.>>

— ¡Vamos, apúrense! ¡Tengo sed!— Edward nos grita después de salir de la camioneta de Aarón. Esta se ha estacionado afuera de un grande e iluminado lugar decorado con luces de neón y globos negros en la entrada.  Música hip hop resonando desde sus adentros— . ¡Vamos, también quiero hacer pipi!

El rubio sale corriendo hacia el lugar y, después de detenerse con el guardia de la entrada para lo que parece mostrarle algo, este lo deja entrar y ahí desaparece de inmediato para ingresar.

Los demás chicos y yo salimos y después de que Aarón le muestra algo al mismo guardia, este nos permite el paso. Al adentrarnos al ruidoso sitio nos vemos recibidos por un gran grupo de personas bailando en una inmensa pista de baile y algunos otros sólo conversando mientras beben. Luces azules bailando encima de todos al ritmo de la música. Todo luce muy bien, debo admitir, pero aún así no creo poder sentirme agusto. Hace mucho tiempo que no vengo a lugares así, la verdad ya les he perdido un poco el interés pero los chicos lucen emocionados por estar aquí. No puedo estar con mis quejas hoy.

— Con que aquí también es influyente tu amigo. — le digo a Josh cuando se detiene en una barra. Él se encoge de hombros y después de que el joven mesero le entrega dos bebidas, este me entrega una a mí y nos dirige a una de las mesas que yacen al fondo.

— ¿Tú qué esperabas con su papi rico?

Niego, sonriendo. Ese Aaron siempre ha sabido sacarle provecho al poder que tiene su padre, no sólo en Cold Spring, si no que también al parecer en el resto de Nueva York. Es socio de Dorian Ziegler, pero supongo que ese sujeto extraño es el que sigue teniendo más poder en el estado.

Tomo de lo que me dió Josh, y reconozco rápidamente por el dulce sabor que se trata sólamente de piña colada. Lo miro después, entrecerrando los ojos. Este hace lo mismo, y empieza a negar varias veces cómo un padre molesto.

— No me mires así. Sabes que soy buen primo y que el alcohol...—

— Sí, ya sé, está bien. — refunfuño por dentro ahora mismo, no por el hecho de que no me deje tomar, si no porque ya sé el motivo por el cual no me lo permite.

✔️ LA LUZ DE LAMIA  (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora