CAPÍTULO 51

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CHRISTOPHER.


















El canto de las aves me saca de la bruma del sueño. Desorientado y aún adormilado, intento moverme sobre el espacio en donde me encuentro recostado. Mis ojos se sienten pesados y mi cuerpo realmente jodido, pero aún así sigo con la tarea de activarme para regresar al aquí.

Mi espalda duele un poco cuando intento incorporarme con mis brazos sobre la madera que está debajo de mí. Me siento algo desorbitado, no logro comprender lo que ocurre. Trato de abrir mis ojos, pero la luz cegadora del sol, que entra por las ventanas que están a mi alrededor, me hace cerrarlos de nuevo. Pestañeo un par de veces antes de lograr adaptarme, y en cuanto mi campo de visión se aclara... mi corazón se acelera y salta en mi pecho.

Constans está a mi lado... desnuda.

Oh por Dios...

¿De verdad pasó?

Me he congelado por completo, está despierta y sólo la cubre ahora el abrigo que usaba ayer. Yace recostada a un lado de mí, sus ojos no dejan de mirarme con diversión. Trago grueso al encontrarme con su sonrisa pícara también, esta se ensancha al escrudiñarme con su mirada. El sol ilumina su rostro y resalta ese hermoso tono celeste de sus ojos. Su rostro luce impecable y fino. Su cabello negro sigue perfectamente lacio y cae suavemente sobre su mejilla, cubriendo un poco su rostro.

Aún no entiendo nada, aún no soy capaz de creer que de verdad esté sucediendo esto. Tampoco comprendo el hecho... de que ella siga luciendo tan perfecta.

Tan... hermosa.

Le sonrío y después me armo de valor para acariciar su mejilla con mi mano. Es un increíble espectáculo mirarla, tocarla es algo estremecedor. Creo que he despertado en el paraíso. No puedo creer que esto sea posible. Aún sigue luciendo tan irreal, tan hermoso cómo el mismo cielo.

Pasó...

Realmente sucedió.

No lo soñé...

Rápidamente siento cómo mis mejillas se llenan de un calor intenso y un hormigueo en ellas me incita a sonreír. El impacto de los recuerdos me acorralan con demasiada fuerza, que apenas lo puedo soportar. De pronto me siento más allá de lo ridículamente feliz.

Mis mejillas no lo soportan más y una sonrisa idiota dibujan mis labios cuando soy golpeado por todas las imágenes de esos maravillosos momentos que pasamos anoche... aquí. Maldita sea... De verdad creí que se había tratado de otro de mis de sueños. Este se había hecho por fin realidad.  Creí que sólo en ellos podía vivir algo así.

Aún no sé cómo reaccionar, aún no puedo dejar de sonreír como imbécil...

—Vuelve a cerrar los ojos, arruinaste el momento.— súplica, haciendo un tierno y gracioso puchero.

—¿Por qué?—  aun sueno un poco adormilado y una risa débil se me escapa. Ella se remueve y se encoge de hombros.

—Nada, es sólo que... luces tan tierno cuando duermes, como todo un angelito. ¿Qué casualidad, no?

No puedo evitar reír y ella también lo hace.

Recuerdo la primera vez que me llamó así... Claro que en ese momento lo hizo para fastidiarme, pero ahora... Dios, amo demasiado a ese tonto apodo, porque con eso empezó nuestra extraña relación, con ello dejó de estar a la defensiva conmigo y eso le ayudó a abrirse de verdad conmigo. Amo tanto que me llame así, es maravilloso escucharlo. Sólo de ella, porque me recuerda a ella, porque nació de ella.

— ¿Asi que te gusta verme dormir, eh?, ¿cuánto tiempo llevabas haciéndolo?

Soy capaz de notar su sonrisa tímida y al rubor aparecer en sus mejillas.

✔️ LA LUZ DE LAMIA  (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora