CAPÍTULO 49

80 8 15
                                    

CHRISTOPHER.




































El dolor en mis hombros y en mi cadera es insoportable, apenas puedo soportar estar dentro de mi propia piel, apenas puedo poner atención a lo que está ocurriendo en este momento conmigo. Ser arrastrado por el suelo terregoso  ahora es lo que me hace ser consciente de que estamos en movimiento, los malditos continúan tomándome cómo si tuvieran la intención de sacar mis brazos por completo de su lugar. No dudo de que ya lo estén.

La humedad fría que siento correr por mi espalda, me provoca varios escalofríos. Mis manos se sienten entumecidas y mi cabeza ha empezado a arder cómo el infierno. La impotencia y la angustia me comen lentamente, porque aún no puedo mover mis piernas. No siento nada ahora...

Maldición...

Empiezo a temblar, empiezo a temer. No logro obtener ninguna maldita reacción de ellas y eso ya me ha hecho entrar en pánico.

El camino por donde me llevan ahora, luce diferente al de la otra vez. Las paredes son de piedra y sobre ellas hay varios faroles de flama roja. El lugar luce como si fuese una cueva, pero algo en él se siente inquietante e incorrecto. Ya llevamos mucho tiempo recorriendo y mis nervios aumentan a cada segundo, porque sé exactamente lo que traman, porque sé exactamente lo que sigue.

La nostalgia y la ira me oprimen el pecho ahora. Mis ojos se cierran con fuerza para tratar de reprimir las lágrimas nuevas, al menos quiero tratar de evitar que me vean llorar. No quiero darles ese gusto, pero la fuerza para hacerlo se me va cuando recuerdo a mi familia... No puedo evitar que me duela el recordarlos. Ahora sólo me siento más desesperado conmigo mismo, y también culpable.

Ojala hubiese podido decirles adiós, ojala hubiese podido decirles lo importantes que son para mí. Hay tanto que me hubiera gustado decirles, hay tantas cosas que quería compartir, pero... ¿de qué sirve valorarlas ahora que ya es tarde?

Es una gran decepción que haya tenido que llegar a esto para darme cuenta de eso. De lo que realmente era importante y que yo ignoré por tanto tiempo.

He dejado de rogar por un milagro que me salve, porque de todos modos... ya estoy muriendo. Ya estoy perdido, porque ya estaba condenado desde el principio. Sin embargo... mi mente no para en oraciones para ellos, para que puedan estar bien después de esto. Para que ese hijo de perra de Belia no les haga daño y para que sepan encontrar fuerza para seguir adelante.

Hundido entre todos mis tortuosos pensamientos, siento de pronto cómo la fría brisa de la noche me golpea en la cara. Es tan reconfortante. Se siente cómo la jodida gloria. Tomo una gran bocanada del nuevo aire fresco, y rápidamente siento cómo un poco del alivio que he añorado sentir, llega a mis adentros para calmar un poco a mi tormento interno. Mi lastimada piel agradece la suave y fresca caricia. Trato de disfrutarlo un poco más, pero de nuevo soy arrastrado por un camino terregoso, que lleva directo a un oscuro bosque.  Lo único que soy capaz de ver ahora, son a grandes pinos rodeándolo.

Nos adentramos ahí y una extraña sensación de deja vu... se hace presente en todo mi ser. Mi mirada trata de alzarse para contemplar al gran cielo azul marino que cae ahora sobre mí, y a la enorme luna llena que ha aparecido también. Siento cómo un nudo se forma en mi garganta al verla, es tan hermoso. Es una pena que sea la última vez que lo vaya a hacer.

Mi cuello grita del dolor por mantener a mi cabeza alzada, pero no me importa...  Quiero dejar de ponerle atención al maldito dolor por unos momentos, para, al menos, disfrutar del cielo por última vez. Para disfrutar de estos últimos segundos que tendré aquí.

✔️ LA LUZ DE LAMIA  (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora