Capítulo 9

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Al día siguiente, fiel a su promesa, Nicholas la acompañó a visitar un par de pisos. Él era arquitecto, así que, además de darle ánimos, también le dio buenos consejos sobre los defectos y virtudes de cada apartamento que visitaron. Leila no le había dicho a Louis que estaba buscando otro lugar donde vivir. No creía que le importara, pero además, no quería pelearse con él, y estaba segura de que cuando se lo contara se pelearían. No porque él quisiera que ella siguiera en su casa, sino porque Louis le había prometido a Niall que cuidaría de ella y, por muchos defectos que Louis tuviera, era incapaz de romper una promesa hecha a su mejor amigo.

Había sido un día de lo más raro. No podía decirse que Louis y ella hubieran hecho las paces, nada más lejos de la realidad, pero él había empezado a comportarse de un modo extraño. Como, por ejemplo, mandándole e-mails en el trabajo para decirle cualquier tontería. Después de la extraña conversación que la noche anterior habían tenido delante de la puerta de la cocina, a eso de las once de la mañana Leila recibió un e-mail que decía:


¿Te gustó la película? Si es buena, ¿te molestaría mucho acompañarme esta noche al cine?

Por cierto, hace meses que no llevo bufanda. Creo que no volveré a usar jamás.

Atte: Lou.


Leila tuvo que leerlo un par de veces para asegurarse de que no veía visiones. No contestó hasta las tres de la tarde.


La película es malísima.

Yo no descartaría volver a usar bufanda.

Atte: Leila.


La risotada de Louis al leer la respuesta de Leila hizo que Sam, que estaba en otro despacho, fuese corriendo para ver qué pasaba.

Esa noche, Leila llegó tarde a casa. Después de visitar pisos con Nicholas y descartarlos porque eran demasiado caros y demasiado viejos, estaba tan cansada que ni siquiera cenó. Louis aún no había llegado; tal vez al final hubiera decidido ir al cine solo, o con Monique. Sólo de pensarlo se le ponían los pelos de punta. Pero justo en ese instante se abrió la puerta y llegó él.

—Hola —dijo mirándola de arriba abajo—. ¿Hace mucho que has llegado?

—No, ¿por qué?

—Por nada. Pareces cansada.

—Lo estoy. —Después de los e-mails de esa mañana, Leila no sabía qué decir—. Voy a acostarme.

—¿No vas a preguntarme si he ido al cine?

—No. —Aunque le costara horrores no pensaba preguntárselo.

—Pues no he ido. —Ella se dio la vuelta y Louis continuó—: Sin ti no habría tenido gracia. Me he quedado trabajando hasta ahora. —Al ver que ella no iba a decir nada, se rindió—. Buenas noches, Leila.

—Buenas noches.

El miércoles, antes de las diez de la mañana, Leila recibió otro e-mail:


Según mi horóscopo, hoy es un día excelente para entrar en contacto con la naturaleza. ¿Quieres ir a Hyde Park?

Atte: Lou.


Leila le respondió a las doce:


Nadie como tú [l.t]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora