El DVD contenía las grabaciones de unas cámaras de seguridad, y en ellas se veía claramente cómo Clive se sentaba delante del ordenador de Louis y copiaba unos archivos en un lápiz de memoria. Se veía incluso cómo mandaba un e-mail y luego, con mucha calma, apagaba el ordenador. En la pantalla aparecían la hora y el día de la grabación. Era el pasado lunes, justo después de que Louis saliera disparado de su despacho al enterarse del accidente de Leila. Se puso tan nervioso, se asustó tanto, que se olvidó de que Clive estaba allí. Y ni se le ocurrió apagar o bloquear el ordenador. Dios, ¡qué estúpido había sido! El alivio inicial que sintió al darse cuenta de que Leila no era quien le había robado el artículo, se transformó en dolor al ver lo que había hecho. Sam tenía razón: había echado de su vida a la única mujer que jamás querría.
Sam se sentó a su lado y empezó a hablar.
—Antes de irme a Escocia, mandé instalar un montón de cámaras de seguridad ocultas. Hay una en cada despacho, un par en las salas de reuniones y tres en la zona de los diseñadores y los editores. —Sam le puso a Louis la mano en la espalda—. Con las prisas del viaje me olvidé de decírtelo, y luego, cuando hablábamos por teléfono, había tantas cosas importantes que comentar que ya no volví a acordarme de ellas.
Louis era incapaz de decir ni una sola palabra.
—El sábado, Jack me llamó para contarme lo que había pasado con Leila. —Tras una pausa, Sam añadió—: Y cuando se lo dije a Silvia, ella me dijo que era totalmente imposible. —Al ver que Louis levantaba la cabeza y lo miraba intrigado, continuó—: Luego te cuento lo de Silvia, ahora déjame que acabe con lo de mi «querido» sobrino. En fin, Silvia insistió en que te llamara y, al ver que no me contestabas, creí que ya estaría todo solucionado. —Sam se levantó—. Esta mañana, cuando he llegado al despacho, lo primero que he hecho ha sido revisar las grabaciones de las cámaras. Como comprenderás, ver a Clive hurgando en tu ordenador no me ha hecho especialmente feliz, pero tampoco puedo decir que me haya sorprendido. Aun así, antes de venir a verte, le he pedido a un informático que comprobara qué archivo era el que Clive había copiado, y me ha confirmado que es el del artículo de las mafias asiáticas
A Louis nunca le habían temblado tanto las manos como en ese momento.
—Pero... —Fue incapaz de continuar—. No entiendo nada.
—Yo tampoco, pero supongo que Clive nos lo aclarará. —Sam volvió a sentarse—. Le he «pedido» que nos espere en mi despacho. No te preocupes, Jack y Amanda le están haciendo compañía para que no se aburra. ¿Qué dices? —Le dio un golpe en la espalda—. ¿Quieres venir?
Louis se duchó y se vistió en un tiempo récord.
Media hora más tarde, Sam y Louis llegaban a 'The Whiteboard'. Tal como Sam le había dicho, en su despacho los esperaban Clive junto con Jack y Amanda. Al verlos entrar, Jack y Amanda salieron para dejarlos a solas, pero antes de salir, Amanda miró a Louis con reprobación. A él no le sorprendió, se lo tenía merecido.
—Clive —dijo Sam—. ¿Te importaría explicarnos de qué va todo esto?
Clive se levantó de la silla y los miró desafiante, pero no le contestó.
—Mira, Clive —lo amenazó Sam—. Tengo pruebas de que fuiste tú quien envió el artículo a 'The Scope', así que más te vale empezar a hablar.
—Tienes mala cara, Louis —se burló Clive—. ¿Has perdido a tu novia?
Louis no pudo más y le dio un puñetazo. Llevaba años deseando hacerlo, y al oírle mencionar a Leila, estalló.
—¡Louis, suéltalo! —Exclamó Sam—. Y tú —se dirigió a Clive—, empieza a hablar.
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Nadie como tú [l.t]
FanfictionLuego de perder al amor de su vida, a Louis no le queda más remedio que luchar para recuperarla. [29.05.18] #15 en 'Louisfanfic' #434 en 'Lovestory' #540 en 'Decepción' #586 en 'Tomlinson' Cover by Hemmingslost.