A Jihoon le encantaba rescatar cosas, pero no en un sentido ambientalista como salvar animales o el medio ambiente y mucho menos en uno heroico donde arriesgaba su vida por el bien de alguien más, no señor, él rescataba pinturas viejas que podías hallar en un mercado olvidadas y llenas de polvo, u obras de algún pintor famosillo que necesitase algún retoque. A eso se dedicaba en realidad, a sus casi 27 años su trabajo consistía en restaurar obras de arte y hacerlas ver casi como nuevas.
De vez en cuando él hacía sus propios dibujos pero no era nada importante, usualmente mantenía sus obras para si mismo.
Ese día en especial había hallado una ganga; había estado caminando por mercados callejeros y sus ojos de halcón habían capturado una obra descuidada que aún con todo el polvo encima parecía ser un Javier Gallardo original y no se había equivocado, había pensado que quizás el vendedor le pediría una fortuna por ella pero el pobre hombre ni siquiera imaginaba que la pintura que estaba vendiendo por 10 wons costaba millones y no de cualquier moneda, sino de euros. Con un poco de trabajo, la pintura recobraría el fulgor original y él podría revenderla a un museo, después de todo las obras de aquel valenciano eran bastante buscadas.
Con pintura y otros cachivaches, bajo el brazo Jihoon abrió la puerta de casa de su madre, que era donde estaba viviendo —es temporal decía frecuentemente, pero ya habían pasado un poco más de 2 meses—, y avisó en voz alta su llegada. Su mamá se asomó desde la cocina, con el rostro brillante, el cabello desordenado y una sonrisa alegre sólo para saludar.
—¿Conseguiste algo? —preguntó ella, viendo como efectivamente Jihoon dejaba la pintura sobre el suelo apoyada en el sofá.
—Creo que con este por fin podré completar el dinero para la casa nueva... —dijo él, en un tono cansado mientras se acercaba a la cocina a besar a su madre en la mejilla—, Después de tantos meses, finalmente.
Jihoon tenía un apartamento propio, era bastante chiquito pero eso le bastaba y luego se había ido a vivir con SeungCheol, pero esa es otra historia. El punto era que había vendido su apartamentito para comprar uno con el mayor y al final las cosas no habían ido bien y él había vuelto a casa de su madre.
—Sabes que no me molesta tenerte aquí cariño —comentó ella con tono cariñoso, usando su acento.
Jihoon sonrió y se sentó frente a la isla de la cocina, todo el mesón estaba repleto de tartas de distintos sabores y según veía había más en el horno. Su madre le sirvió una rebanada junto con un vaso de leche y se sentó a su lado.
—El museo de Chunchang llamó... —dijo ella capturando su atención, Jihoon que estaba masticando le hizo una seña para que continuase—, dijeron algo sobre unos ángeles de Guillen Futain o algo así.
—Es Güillen Fontaine mamá, fue un pintor francés durante el barroco —explicó él, mirando el techo de la cocina como si este estuviera escrito la historia que se sabía de memoria—, Estaba enamorado pero su amor no pudo ser, porque su amante era un hombre y él estaba casado. Entonces pintó lo que su corazón sentía pero sus labios no podían decir.
—Eso es muy bonito bebé y también es una pena.
—Lo sé.
Él se encogió de hombros antes de seguir comiendo. El timbre del horno les avisó que los pasteles estaban listos, y su madre se levantó a retirarlos. Ella era la líder de un grupo de señoras de la iglesia, siempre organizaban eventos sociales y sus pasteles no podían faltar. Ese fin de semana harían unos juegos deportivos en el vecindario y era esa la razón de que hubiese tantos postres en la cocina. Mientras los retiraba, le contó que su hermano había llamado y había dicho que tanto él como su esposa estaban bien y los pequeños Jihoo y SooHyun estaban más grandes y traviesos.
—Dijo que vendrían para tu cumpleaños y luego en Navidad —dijo ella, volviendo a su lado—, sería la primera vez que vienen en todo el año, no es justo verlos sólo a través de una pantalla y ahora tú también te quieres ir.
Su hermano Hoonmin vivía en Japón junto a su esposa e hijos, dado que su lugar de trabajo estaba allá; sólo lograban verlos un par de veces al año y considerando que estaban en pleno Julio, faltaba bastante para recibir su visita.
—Sabes que mi vida está en Seúl, y estar aquí en Busan sólo es...
—Es temporal, lo sé —ella rodó los ojos y él le acarició una mano por encima de la isla—, pero podrías quedarte, has conseguido buenas obras aquí y el museo siempre está solicitándote y además...
—¿Además qué? —instó Jihoon al ver que ella no terminaba la oración.
—Además en Seúl está SeungCheol.
El castaño dejó el bocado de pastel de arándano en el aire y miró a su madre con esa expresión que decía que no era momento de hablar de eso —nunca lo era en realidad—, aún la mención del nombre ajeno servía para crear una tormenta a su alrededor, pero Jihoon hacía todo lo posible para ignorarlo.
—Eso no es problema, somos amigos.
—Si, claro.
—De verdad mamá, aún hablamos cada día y eso, es decir, a veces es raro, pero supongo que es normal considerando todo lo que vivimos juntos, pero ya está.
Vio a su madre poner esa expresión que decía que le daría un sermón, pero ella se quedó callada, ya habían hablado sobre eso antes y no había terminado bien. Ella insistía en que Jihoon sólo se engañaba a si mismo, que eso era una cruel mentira que sólo los lastimaba a ambos y él no decía nada, porque sabía que ella tenía razón pero prefería mil veces tener a SeungCheol como un amigo a borrarlo enteramente de su vida y pretender que ambos vivían en planetas diferentes.
—Él incluso está saliendo con alguien más, y yo estoy feliz por él —añadió sin razón mientras llevaba el plato al fregadero—, es bueno que rehaga su vida.
—¿Y tú Jihoon? —preguntó ella antes de que él saliera de la cocina, segundos después—, ¿Cuándo reharás tú, tu vida?
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Somos (+ que) Amigos ➳ JiCheol
Romance"Sólo somos amigos" Es lo que siempre dicen Jihoon y SeungCheol, pero todos saben que es mentira. "Sólo somos amigos" es lo que quieren hacer creer a los demás aún cuando ni ellos mismos lo hacen. "Sólo somos amigos" es la mentira más grand...