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—Hola, Hoon.

Cerró los ojos y contó hasta diez luego de oír aquel saludo que nunca cambiaba, se recordó que estaba bien, que ya no le afectaba como si fuera un mantra y luego saludó.

—Hola, Cheol, ¿Cómo estás?

A veces dudaba de que su voz saliera en el tono desinteresado y tranquilo que pretendía, pero lo ignoraba, como hacía con cada cosa involucrada con SeungCheol. Últimamente se había vuelto bastante bueno en ese asunto.

—Estoy bien, algo cansado. Ayer tuve una sesión y me quedé hasta tarde editando las fotografías, y luego hoy me levanté temprano para llevárselas al editor, y bueno, sabes cómo es ¿Y tú?

Lo sabía bastante bien, SeungCheol era fotógrafo. Había saltado a la fama luego de fotografiar una clase de MyungHo, y desde hacía dos años trabajaba para una revista importante del país, además de otros trabajos que pudieran salirle de forma independiente.

—Estoy a punto de caer desmayado del sueño, estaba reparando un Javier Gallardo y llevó más tiempo del que creía, sabes cómo soy.

—Vaya, un Gallardo en Corea, eso es interesante, ¿Cuántas horas llevas sin dormir?

Jihoon miró el reloj en su muñeca; 2:29 de la tarde.

—Casi un poco más de 30 horas —respondió Jihoon y luego bostezó—, es poco a comparación.

SeungCheol rió y Jihoon aludió el escalofrío que atravesó su espalda a su estado somnoliento. A veces se preguntaba si él todavía afectaba a SeungCheol de la misma manera en la que el mayor claramente lo afectaba a él.

—Recuerdo que una vez estuviste 4 días sin dormir y te dormiste sobre el lienzo.

—Estaba reparando un Rembrandt en ese entonces —concedió Jihoon, recordando el momento al que el otro se refería.

Una sonrisa inevitablemente se dibujó en su rostro y, al verse a si mismo en el espejo retrovisor, la borró porque las personas normalmente no sonríen así mientras hablan con sus amigos. Y eso era SeungCheol, su amigo.

—Ve a dormir Jihoon, apuesto a que ni siquiera me estás prestando atención debido al sueño.

—Sí lo hago —defendió Jihoon—, y me iré a dormir en cuanto me digas porqué me llamaste.

—Ah, eso... —el mayor rió suavemente y Jihoon pudo escuchar el sonido de llaves y una puerta abrirse, seguido con un saludo al fondo—, llamé para saludar, mamá te envía saludos y pregunta cuando vienes a visitarla.

—Dime la verdad —pidió Jihoon, tragándose el corazón que se le había subido a la garganta—, y dile a tu madre que también la saludo, y que iré este fin de semana.

Se arrepintió de las palabras justo después de decirlas, cerrando los ojos con molestia, ¿Por qué había hablado de más? Se pegó un cabezazo contra el volante y luego sacó las llaves para apagar el vehículo y salir de este.

—¿Vendrás este fin de Semana?

Jihoon se dijo a sí mismo que el tono de voz ajeno no había sonado emocionado y dudó, buscando una manera de decir todo lo contrario, de esconder su viaje del mayor.

—Uhm sí, debo estar el jueves en Seúl. El museo nacional me contrató y este es un trabajo en verdad grande, sería algo que me daría estabilidad en la ciudad y bueno... —exhaló aproximándose a la puerta de su casa, pero antes de llegar siquiera escuchó que le llamaban.

Somos (+ que) Amigos ➳ JiCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora