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El verano en Seúl era abrumador, el calor se extendía incluso hasta en las noches, pero eso se notaba únicamente si salías a recorrer la ciudad a pie. El apartamento de Jonghyun no quedaba muy lejos del centro, así que Jihoon se decidió por caminar en lugar de tomar un taxi o el autobús. Había quedado en verse con JeongHan en un restaurant del centro que ofrecía comida mediterránea, y aunque nunca había visitado el lugar, se llenó de curiosidad y pidió la dirección. Al llegar, todavía faltaba un cuarto de hora para que se hiciera la hora acordada, pero él era demasiado puntual, el lugar era un local modesto, atendido por muchachas de piel morena y cabello rizado; Jihoon las saludó tímidamente y pidió una mesa para dos, dedicándose a esperar al mayor.

JeongHan llegó diez minutos después, él saludó a las mismas jovencitas con más ánimo y propiedad, como si ya estuviera acostumbrado a tratarlas, y al verlo sonrió, acercándose directamente a la mesa. Jihoon no supo cómo reaccionar y se puso de pie, regañándose a sí mismo segundos después por actuar de forma tonta, rodó los ojos para sí y luego le sonrió de la misma manera al mayor, sentándose otra vez.

—Me alegra verte —saludó el mayor tomando asiento.

Él no pudo responder lo mismo, pero en su lugar amplió su sonrisa jugueteando con sus dedos. Quería que todo fuera bien, ese era el paso cinco para estar mejor de acuerdo a su madre y aunque no quería pensar en nada con respecto al futuro, esperaba hacer buenas migas con el mayor.

—¿Quieres ordenar ahora? —siguió el mayor al ver que el no respondía.

Jihoon asintió y entonces JeongHan llamó a una de las meseras, dejó que el mayor pidiera por él, dado que no conocía absolutamente nada de los platillos, y mientras esperaban ambos iniciaron una conversación sobre sus trabajos. JeongHan le explicó como su deseo había sido ser un jugador de la liga profesional de básquetbol, pero que luego de sufrir un accidente con su tobillo eso no había podido darse. Él había quedado devastado al punto de creer que todo había terminado pero luego apareció la idea de enseñar a otros y pudo volver a ser el mismo poco a poco.

—Incluso descubrí algo de mí que no sabía que tenía, fue muy duro al comienzo, pero no me rendí y aquí estoy; me gusta lo que hago —JeongHan hablaba con suma tranquilidad y una sonrisa en los labios; era fácil ver que hablaba con la verdad—, ahora es tu turno, ¿exactamente qué es lo que haces? Solo me has dicho que estás aquí por trabajo y que tu trabajo te mantiene ocupado a veces, pero no sé qué es lo que haces.

—Soy un restaurador de arte, las galerías y museos me llaman para restaurar viejas y valiosas pinturas o esculturas que han sufrido de algún daño, y mi trabajo es dejarlas intactas, no como nuevas porque se perdería la esencia del original, pero si en un mejor estado —empezó a explicar, jugando con una servilleta—, y también debo asegurarme de que la restauración sea duradera y que cumpla el mismo estilo del artista.

—Suena complicado...

—No lo es, pero debo ser cuidadoso y detallista, creo que ahí es donde recae la complejidad.

—Entiendo, ¿fuiste a una escuela de restauradores o algo así?

—¿Qué? No existe tal cosa, hyung —Jihoon rió por semejante cosa y JeongHan le devolvió la sonrisa—, me gradué de la Facultad de Artes Plásticas, y luego hice una licenciatura en restauración.

—Oh, entiendo, pero, ¿por qué no te dedicaste a ser un artista? Es decir, hacer tus propias obras en lugar de arreglar las de alguien más.

Dejó a un lado la servilleta con la que había estado jugando y apartó momentáneamente la mirada. En sus años de estudiante no había momento en el que Jihoon no estuviera dibujando, incluso aún conservaba lienzos llenos de pinturas y libretas llenas de bocetos —la mayoría retratos de sus amigos— en alguna parte de la casa, pero incluso al momento de graduarse las cosas no le habían salido como esperaba.

—Lo intenté, pero ser un artista ahora no es tan sencillo como antes; antes podías pintar un lata de tomates y saltar a la fama, ahora hay que ser mucho más ingenioso y el talento de una persona no basta —comentó con cierto mal sabor de boca—, después de trabajar hice pinturas como loco, pintaba todos los días, hacía cosas que honestamente eran bastante buenas, pero cuando intenté exponerlas en alguna galería fui rechazado, decían que no podían exponer a un don nadie. Después de un año me di por vencido, vendí lo que había hecho por internet a un precio considerado y con el dinero me compré un auto, luego empecé con la restauración y ya han sido cuatro años de eso.

El rubio puso una expresión que le resultó indescifrable y Jihoon apartó la mirada, era algo común para él que sus planes terminasen de diferente manera.

—Debió ser difícil, pero son cosas que pasan, te enseñan a ser más consciente del ahora —dijo JeongHan alargando la mano para tomar una suya—, a veces nos ocupamos demasiado pensando en un futuro, y cuando este no resulta es como caer en un abismo, porque todos tus planes estaban diseñados alrededor de ese futuro que querías y no sabes cómo empezar, cómo levantarte. Te sientes perdido pero lo bueno de tocar fondo es que sólo puedes subir.

Jihoon le dio al otro una mirada agradecida pero no dijo palabras, porque eso mismo que el mayor había dicho era su propia descripción, pero no sólo había aplicado con su decepción laborar sino a su situación actual y, aunque fuera algo estúpido sentirse así por causa de un desamor, no era algo que podía evitar fácilmente. El primer mes luego de la separación apenas y había dejado la cama, apenas y había probado bocado y si no fuera por su madre aún siguiera en el mismo estado. Ella había diseñado un plan para él, un plan para estar mejor; levántate de la cama, haz algo que te mantenga distraído, sal de casa, no pienses en lo que te atormenta, conoce otras personas. Y muy duramente él había estado llevando a cabo cada uno, aun cuando solo quería fundirse entre las sábanas.

En ese momento una de las meseras llegó con sus comidas, JeongHan le soltó la mano para que esta ordenara los platos, que además de mirarse bien olían estupendamente, pero su distracción con la comida no duró mucho por culpa de su celular que sonaba en su bolsillo. Se disculpó con el rubio para contestar y lo hizo sin ver quien llamaba.

—¡Hasta que contestas! Estaba a punto de llamar a tu madre para saber si estabas bien, usualmente no desapareces de esta manera.

¿Acaso lo había llamado con el pensamiento? Se preguntó Jihoon, ¿por qué tenía que llamarlo en ese instante?

—Estoy bien, sólo que...

No completó la frase porque JeongHan le había arrebatado el celular en ese instante, Jihoon lo miró estupefacto pensando en que quizás al mayor no le había gustado que contestara o algo así, pero el otro le sorprendió cuando se puso su celular en la oreja.

—Lo siento, Jihoon no puede hablar ahora. Estamos muy, muy ocupados —dijo JeongHan como si nada—, si bueno, llame después.

Luego colgó y dejó el celular sobre la mesa, sonriéndole a Jihoon después.

—Espero que no te haya molestado, pero parecías estar pasando un mal rato cuando contestaste...

—Tranquilo, de hecho te agradezco por eso.

—¿Todo bien?

—Todo bien —aseguró Jihoon, la tranquilidad volviéndole de apoco.

—Entonces comamos.


Somos (+ que) Amigos ➳ JiCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora