5

3.7K 262 8
                                    

Nate

¡Amigo, al fin contestas!

—¿Qué pasa? Estaba tomando una siesta —contesté con voz ronca mi celular que no había dejado de sonar toda la mañana.

—Te llamaba para saber a qué hora vendrás por mí.

—¿Ah? —hoy era sábado, por lo que no tendría que llevar a TJ a la universidad.

—Nate, ¿acaso tengo que explicarte todo detalle por detalle, hermano? La fiesta.

Hoy había madrugado para estudiar, sí, un sábado, pero había oído que quizás podría aplicar para una beca y así conservar mis estudios. Para eso debía esforzarme el doble de lo que venía haciendo.

Al parecer en un momento me quedé dormido hasta que Fluorescent Adolescent en mi celular me despertó.

TJ no sabía de mi situación, no quería decirle. Su familia tenía dinero, sus padres eran empresarios y no habrían dudado un segundo en pagar mis cuotas. No quería eso, era más que solo orgullo. Quería ayudar a mis padres por mis propios medios y si para eso debía estar con la nariz entre los libros día y noche, lo haría.

—Amigo, no sé —suspiré —. Ni siquiera sabes qué tipo de gente irá, ya sabes los lugares a los que a esa chica le gusta ir.

—Que importa eso, si ella me invitó es porque le intereso. Aunque sea un poco.

A veces a TJ las chicas le nublan el cerebro, bueno, más que de costumbre.

—Nate necesitas divertirte un poco y prometo que me portaré bien, no tendrás que cargar conmigo y hacerme dormir en tu alfombra.

Reí ante el comentario de TJ. No sería la primera vez que terminara así en mi casa.

Tal vez tenga razón, solo serán unas horas y después de todo, soy solo un chico, necesito divertirme, y todavía podía estudiar lo que quedaba hasta la hora de la fiesta.

—A las diez —di un suspiro.

—Te esperaré amigo, eres genial Nathaniel.

—Sí ya ya, Tadeus.

                              ***

Allyson

Me encontraba mirándome a mí misma, allí, en el espejo, sintiendo esa horrible repulsión que siempre venía a mí cada vez que tenía que hacer esto.

Enfundada en éste estúpido, corto y ajustado vestido negro, mi maquillaje estaba perfecto, mi rostro no. Una fea mancha se estaba amoratando a un costado de mi pómulo. Tan al costado, tan bien oculto, que podría haber sido el crimen perfecto.

Me había negado a salir de casa hasta el último momento, hasta que Blake se encargó de parar mis protestas de la manera en que él lo hacía.

La base correctora será suficiente – pensé – al menos en el exterior.

Ahí estaba, toda una linda modelito. Todo lo hacía por él, esperando un gesto cariñoso que me indicara que me había aprobado. Casi como un perrito faldero, aunque eso nunca lo admitiría. ¿Yo? Jamás.

—Ya estoy, espero que tú también —silbó —. Vaya que sí lo estás. Te ves hermosa.

—Blake —susurré bajo, casi sollozando.

—Shh, dije...que te ves hermosa. Vamos —ordenó.

No tenía más opciones, no si no quería que volviera a suceder lo de hace unas horas cuando supliqué no ir por última vez.

Silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora