46 |FINAL|

2.1K 166 18
                                    

"Ella creía que podía, y lo hizo"

Allyson

Nate iba a toda velocidad a través de aquél desierto, sin embargo yo no era capaz de ver nada por el vidrio del maletero, ya que las nubes de arena continuaban formándose alrededor del coche.

No podía ver hacia adelante, solo veía el rastro que dejaba el coche. No sabía si habíamos llegado a donde Nate quería, deseaba sin embargo, que ahora mismo esté dando unas vueltas sólo para pensarlo bien y volver atrás. Pero el auto iba a toda velocidad, lo que me indicaba lo determinado que estaba Nate.

Hasta qué, en un movimiento brusco, detuvo el coche, derrapando arena a todas partes. No bajó, las puertas no se abrieron, por favor Nate, rogaba en mi interior para irnos de allí.

Estábamos solos, el silencio era perturbador, nosotros bajo el cielo de la noche y en medio de un desierto completamente vacío.
Esperé y dudé si salir de mi escondite, llevábamos mucho tiempo allí y nada pasaba, quizás si hablaba con él y me veía ahí, se preocuparía de que algo me pasara y me llevaría de vuelta al motel.

Pero en medio de mis divagaciones, unas luces aparecieron a lo lejos. La poca niebla que había era suficiente para distorsionar un poco la visión, pero era claro, esas eran luces de un coche.

A medida que se acercaron noté que no era un auto, eran varios, unos tres coches repletos de otros hombres.
Nate no tardó en bajar del nuestro y se colocó en una posición que me permitía verlo. Su rostro reflejaba una profunda rabia, su frente se arrugaba un poco por su ceño fruncido, sus manos a sus costados formando puños, tan apretadas, que sus nudillos se tornaron blancos. Era una imagen de Nate desconocida para mí, nunca lo había visto así, era aterrador, pero a mí no me asustaba porque conocía perfectamente a éste chico de alma pura.

Los demás coches se posicionaron uno al lado del otro formando una especie de semicírculo alrededor de donde estábamos.
Los hombres descendieron, no conocía a ninguno, pero sabía que eran secuaces de Blake, se había armado un nuevo grupo de gente que lo ayudara en todos sus planes.

Finalmente apareció, Blake bajó de su auto, usando lentes oscuros y portando una sonrisita en su rostro que me hacía temblar de los nervios.

Los demás le cubrieron la espalda, mientras Blake daba unos pasos adelante acercándose a Nate. Mi chico, sin embargo, no se intimidó, se mantuvo firme frente a la bestia.
Pero lo superaban en número y eso me preocupaba.

—Cumpliste —habló Nate.

—Me dijeron que si no era un cobarde me presentara, aquí estoy —respondió Blake.

—Veo que no eres tan valiente al traer a todos tus amiguitos, ¿qué pasa? ¿no puedes sólo? Para atacar a Allyson sí eres machito.

—Thomson, pensaba que veníamos a charlar en son de paz —dijo irónico.

—Ambos sabemos a qué vinimos, a acabar con esto.

—Te metiste en mi camino, tú y esa puta arruinaron mi vida.

—¡No te refieras a ella así! —gritó Nate señalándolo con su dedo —. Tú ya estabas podrido y arruinado, no necesitabas la ayuda de nadie. Eres un imbécil, cobarde, un loco de mierda que se cree la gran cosa.

—Me estás provocando, y créeme esto no terminará bien para ti. Te tengo jurado Thomson, estuve pensando en prisión todas las maneras en las que puedo acabar contigo, y ésta maravillosa oportunidad se presentó —dijo abriendo sus brazos.

Silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora