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"No necesitas la aprobación social"

Nate

Regresé a casa, pero ésta vez, con buenas noticias, dependiendo de cómo lo veas.

Había arreglado todo con el oficial, claro, si por arreglar entiendes que lo amenacé. El gordo temblaba cuál hoja de papel, se vió acorralado al notar que no había nadie que lo cubriera en caso de que yo hiciera algo.

Cuando accedió a escucharme y hacer "lo posible" me tranquilice y ahora sí, le pedí en buenos términos por última vez que buscara a Blake.

En éstos momentos ellos estaban en eso, además él mismo le informó a los demás oficiales quiénes, por suerte, eran más competentes y entendieron la gravedad de la situación.

—Y eso fue todo...hablamos bien no se preocupen —les decía a mi familia —. Ahora están buscándolo.

Pero internamente sabía que, mientras tanto, Allyson no estaba segura aquí. Blake o quién sea había tenido la oportunidad de entrar a mi casa, a un lugar donde yo creía que ella estaría segura, pero no, entraron a mi habitación y la lastimaron.

—Allyson —ella me observó —. Nos iremos de aquí...

—¿Qué?

—Nate, ¿de qué locura hablas? —me preguntó papá.

—Ésta casa no es segura, lamentablemente es a tí a quién buscan Allyson, pero hay que despistarlos. Nos iremos de viaje en mi auto ésta noche, recorreremos todo California, volveremos cuando hayan encontrado a Blake.

—Hijo, estás segur..

—Sí —miré a Allyson, quién se veía confundida y nerviosa por toda la situación —. Allyson, ¿confías en mí? —ella asintió —. Bien, prepara tus cosas.

—Yo te ayudo Ally —se ofreció Sam y ambas subieron a la habitación.

—Nate ¿qué estás planeando? —preguntó mi madre una vez que estuvimos solos.

—Hijo no pensaras irte en un viaje por carretera con Allyson justo ahora.

—Eso es exactamente lo que voy a hacer...

—Es arriesgado.

—Papá, no sabes la rabia que me da ver el rostro de Allyson todo cortado —hablé entre dientes, conteniendo mi enojo —. Estar aquí también es arriesgado, por lo menos se irá conmigo y voy a poder protegerla todo el tiempo. Vamos a volver apenas ese imbécil esté tras las rejas de nuevo.

Ellos sabían lo obstinado que podía ser y que cuando se metía una idea en mi cabeza, no había forma de sacarla. No iba a cambiar de parecer, sabía que era precipitado, pero yo iba a cuidarla y compensarla por todas las veces que le fallé.

                         ***

Esa misma anoche cargamos algunas cosas en mi auto y mi madre nos hizo una cena para comer en el camino.

Ellos no estaban muy de acuerdo con esto, pero nos dejaron ir prometiendo llamar todos los días, nosotros a ellos y ellos para comunicarnos las noticias.

Ya habíamos salido de la ciudad, la oscuridad ocupaba todo el cielo y dentro del auto sólo sonaba una canción en la radio con bajo volumen. Allyson miraba a la nada por la ventana, por éstos lados ya no habían casas ni edificios, sólo ruta y pastizales alrededor.

—¿Vas a comer la cena? —pregunté.

—Aún no.

Suspiré y detuve el auto a un costado.

Silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora