Estoy bien.

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Permanecí sentada en un sillón grande que tapaba una gran ventana y estaba un poco alejado de donde Matsuyo hablaba por teléfono muy molesta con mi colegio. Intente voltear a todos lados para no sentirme tan incomoda pero me era difícil no sentirme así al ver a Matsuyo casi gritándole a la persona del otro lado del teléfono.

  — ¡¿Acaso me esta escuchando?! ¡Alguien le corto el cabello y ademas la lastimaron de la cara y de sus manos!  — Se callo por un momento para escuchar pero volvió a hablar. — ¡Exijo que expulse a los o las responsables de esto!

Saque el celular y de nuevo me tope con los mensajes que se estaban haciendo mucho mas seguidos. Creí que se iba a acabar todo pero vi que me equivocaba, los mensajes me eran fastidiosos y algo incómodos, la mejor forma de acabarlos era contestarle.

"Sigue mandando mensajes y te asesinare"

Presione el botón de enviar y guarde mi celular otra vez.

  — Mi esposo tomara cartas en el asunto y mis hijos... — Dejo salir una risa sarcástica. — Ustedes no conocen a mis hijos, cuando se enteren lo que le hicieron querrán haber tomado mi queja ahora mismo.

Apreté mas mis manos y trague saliva de solo pensar como se pondrían.

  — Pondremos una demanda y juro por mis hijos que los haré pagar. — Colgó furiosa el teléfono celular y empezó a decir cosas que no entendía, luego hizo un leve berrinche y tomo la compostura. — Lo siento mucho ______...

  — Descuide, sabia que esto iba a pasar... — Me puse enfrente de ella. — Pero te agradezco que te hayas preocupado por mi.

  — ______, ¿Que paso exactamente para que te pasara... esto?

Un escalofrió recorrió tres veces mi espalda y mi garganta automáticamente se puso dura como una piedra, mis nervios se apoderaron de mi y todo volvió a pasar por mi mente como una cinta a máxima velocidad. Lo único que podía recordar con claridad era ver como mi cabello caí como lluvia a mi alrededor.

  — M-Matsuyo...

— Si me dices puede que resolvamos esto lo mas antes posible. — Me dio ánimos para que pudiera hablar.

No lo podía ocultar eternamente.

  —... Todo comenzo cuando se enteraron que estaba comprometida con sus hijos... — Empece a relatar mientras apretaba fuertemente mis manos y mi corazón latía con gran adrenalina.

Todo el tiempo me reserve las lagrimas.

El padre de los de sextillizos estaba tremendamente molesto y sus hijos no eran la excepción para nada.

El problema constaba en que un socio había "jugado sucio" a espaldas de la familia Matsuno. Los chicos al enterarse de esto no se quedaron con los brazos cruzados y tal como su padre había ordenado, lo acorralaron y presionaron para que confesara tal acto y quizás le iban a perdonar la vida, pero las posibilidades eran escasas y en si, había dinero de por medio.

  — ¿Cual fue tu necesidad de querer traicionarnos? — Cuestiono enfadado Matsuzo.

Aquel hombre no quiso hablar y lo único que hacia era desviar la mirada para no sentirse mas presionado pero los sextillizos no iban a permitir eso para nada. El quinto hermano le coloco una pistola 380 beretta detrás de la nuca al sujeto y los nervios se le hicieron mas notorios.

  — No creo que haya necesidad de la pistola, ¿No crees? — Pregunto Osomatsu con cierto toque de ironía mientras fumaba su tercer cigarrillo. —Por eso solo dinos la verdad.

Comprometida con seis mafiosos. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora