Pequeños acuerdos.

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¿Como era posible que ya estábamos a casi de finalizar el año? Es decir, este mismo año me habían compremetido y solo han pasado meses. Yo sentía que que ya habían pasado mínimo diez años desde aquel entonces, pero no, ahora estábamos preparando las maletas para ir de viaje de Navidad y pasarla como una familia.

— Que nostalgia, no vamos a ese hotel desde que teníamos diez años. — Recordó el más pequeño de familia.

— ¿Por qué mamá querrá volver a ir teniendo mejores lugares que un hotel cualquiera? — Osomatsu guardo su maleta en la parte trasera del auto y la cerró de golpe la puerta. — Ya está todo listo.

— ¿Papá no irá? — Pregunto Karamatsu.

— Dice que nos alcanzará allá. — Contesto Choromatsu.

— ¡Owww se ven tan adorables! — Su madre era la más emocionada con este viaje, tanto que llevaba al rededor de quince maletas.

— ¿Por qué tantas? — Preguntó Ichimatsu.

— Soy una mujer que siempre debe estar precavida. — Fue hacia sus hijos. — ¿Dónde está ______?

— Tu princesa sigue dormida, tardo en alistar su maleta y se durmió tarde. — Dijo sarcástico Todomatsu.

— Pues vayan por ella, tenemos que llegar al aeropuerto antes de su padre. No digan nada, pero no compre su regalo así que lo compraré allá.

— Tu fuiste la que más nos presionó para comprar los regalos, ¿Y ese el ejemplo que nos das? — Karamatsu miro a su madre decepcionado.

— ¿Y tú porque me estás regañando? ¿Acaso les di permiso de que me juzgaran?

— Lo sentimos. — Inclinaron su cabeza ante su madre.

Las sábanas estaban enredadas en mi cuerpo mientras una almohada posaba en mi cara. Yo estaba en un completo sueño, dónde ni mi padre con sus gritos me podía sacar, ni siquiera los Matsuno. Creo después de meses de no poder haber dormido bien, lo había conseguido esa noche.

Tuve un sueño, uno tan raro pero nada del otro mundo, tal vez en mi subconsciente no era así pero rara vez soñaba, y cuando lo hacía era como un tipo acertijo, el cual me hacía desgastar mi mentalidad para entender todo.

Estaba sentada en una banca, hasta atrás, algo así como una tipo iglesia a mí parecer. No estaba sola, había demasiada gente que parecía importante, pero yo estaba aislada para no poder presenciar lo que otros si hacían. Pero cuando pude visualizar pude notar a una mujer esbelta con el vestido blanco de una hermosa princesa a punto de dar el "Si" y a su lado, un hombre apuesto tomando a su futura esposa con una delicadeza.

La mujer y el hombre quedaron uno frente al otro. El hombre alzo el velo y pude encontrar a una mujer de cabello rubio y ojos grandes, ella lucia como una princesa.

Por un momento había creído que era mi boda con uno de los chicos pero esa mujer no se parecía en nada en mi, y para ser sincera aquel apuesto hombre no tenía ninguna facción parecida a mis prometidos.

Decidí levantarme para verlos mejor, ya que las personas que estaban enfrente de mi me tapaban con su enorme cabeza. Camine hasta ellos como si fuera lo más normal del mundo y quede atrás de ellos, como si también formara parte de aquel futuro matrimonio.

— Vuelve a tu asiento. — Hablo la novia. Me sobresalté cuando escuché su dulce voz, la voz más dulce que pude haber escuchado. — Causaras problemas si me sigues, hazme caso, vuelve a dónde estabas.

Comprometida con seis mafiosos. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora