Capitulo 4

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Foto4. Wendy.

_ Hija ¿Dónde estabas? – Me pregunta mi madre levantándose de su asiento y dejando su sándwich en el plato.

Se veía un poco molesta.

_ Estaba trotando – Les digo.

_ Estábamos preocupados Alex – Me dice mi padre.

_ Me alegro – Les digo con una pequeña sonrisa en mis labios.

oh sí, seré una maldita.

Antes de que puedan decir otra cosa, camino en dirección a mí cuarto.

Entro en mi cuarto y cierro la puerta.

Esto parece un sauna; abro la ventana para que entre aire. Me quito la sudadera y la tiro al suelo, me quedo en sujetador, me doy la vuelta hacía la ventana para que me pegue un poco de brisa.

Oh señorrrrr.

Me encuentro con Adam de espaldas, se está quitando la camisa.

Aún no se ha dado cuenta que lo estoy observando, así que me dedico a disfrutar la vista hasta que sienta un peso sobre él.

Tiene una espalda muy ancha, maldición.

Y unos brazos enormes.

Puedo ver varias gotas de sudor que se deslizan por su espalda.

Es una hermosa vista, eso no lo voy negar, me acerque un poco más a la ventana, él no se ha dado cuenta que estoy acá, admire un rato la vista, y... volteó.

 Y me miro.

El no se veía sorprendido ni nada, tampoco se incomodo, sólo me observo sin decir nada.

Me quede helada por 3 razones: La primera es que lo estaba espiando, la segunda es que me atrapo, y la ultima es que yo estaba en sujetador... SUJETADOR. Salí de mi parálisis, cerré la ventana y me escondí. 

Y pués claro que esto iba a pasar, no podía yo esconderme y espiar al imbécil-sexy de mí vecino.

Olvide lo de Adam y me metí a la ducha, el agua estaba fresca y fría, lo que necesitaba, amo quedarme debajo del agua por un buen rato, me relaja mucho, salí de la ducha, me seque con la toalla y me vestí en el baño, me coloque un short negro, una camisa gris que me queda un poco holgada, esa camisa gris es de Raúl, yo se la quite, una vez lo invite a ver algunas películas en mi casa y al terminar de ver las películas, jugábamos con agua, le moje la ropa y se fue a cambiar, él se le olvido la camisa y nunca se la devolví, me recuerda a él, y huele a él... Aunque también huele a Adam.

De pronto oí un ruido, era mí teléfono, salí del baño, para dirigirme a la mesa de noche y me encontré con una gran pero gran sorpresa.

 Adam. 

Si Adam.

 Acostado en mi cama, se veía limpio y su cabello estaba un poco mojado, tiene puesta una camisa de tirantes negra, que hace ver sus hermosos y sexys músculos... 

Perdón, es decir sus brazos.

Sólo son brazos grandes, ¿y qué?

Una bérmuda de blue Jeans y unos converse azules.

Tarde un momento en reaccionar, por que es decir, ¿qué se supone que deba hacer?

1. Admirar toda su belleza.

2. Sacarlo de mí cuarto ya que es un desconocido y está invadiendo mí espacio.

Aunque yo lo estaba espiando hace un rato, ¿con qué moral lo digo entonces?

¡Te quiero idiota!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora