X - Ira

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15 de Septiembre de 2015

—Markus—La voz de Katherine me sacó de mi ensimismamiento. Habían pasado casi dos meses desde el incidente en que Matías Emhardt había muerto. Había sido una catástrofe, los medios de prensa se abalanzaron hacia nosotros, no teníamos respuestas claras que dar y para variar un agente policial había fallecido en el suceso. Se había iniciado un sumario en mi contra para revisar si había cumplido bien con mi labor y aún estaba en el ojo del huracán.

—¿Qué pasa?—Pregunté sin despegar mi vista de los papeles que tenía en mis manos. No estaba leyendo, solo buscaba evitar el contacto visual con Katherine. Desde que todo sucediera me había distanciado de todos, me había aislado, sentía que realmente todo había sido mi culpa y que lo mejor para todos, especialmente para Katherine, era mantener mi distancia; aunque podía sentir que le dolía mi actitud.

—Tenemos una escena de homicidio doble, dos chicas—Levanté la mirada de inmediato. Tenía el rostro compungido y una fina capa de sudor le cubría la frente, había venido corriendo hasta mi oficina—La escena está repleta de manzanas podridas.

Me levanté de mi asiento exaltado. Mi corazón comenzó a latir rápidamente mientras en mi cabeza trataba de entender lo que estaba sucediendo, ¿Acaso la muerte de Matías Emhardt y Blaz habían sido completamente en vano?, ¿Estuvimos equivocados desde un principio?

—Llévame al lugar—Tomé mi chaqueta y salí del departamento policial acompañado por Katherine. En el corto recorrido de mi oficina hasta la salida del edificio pude sentir como todas las miradas se clavaban en mi espalda, cuestionándome, culpándome.

El viaje se hizo en completo silencio. Yo mantuve mis ojos en la ventana y Katherine en la calle. Había tensión, pero no era como antes, esta era incómoda, esta me destruía por dentro, ¿Qué se suponía que podía decirle?, ¿Cómo podía romper el hielo?, quería hablarle, quería invitarla a salir, quería compartir a su lado, pero no me atrevía ni sabía cómo. Mi última relación se había destruido por mi completa culpa, nueve años arruinados gracias a mí y a mi estupidez, no quería volver a pasar por eso, no otra vez.

El jeep se detuvo frente a una pequeña casa que ahora se encontraba completamente cercada por las clásicas cintas de seguridad que impedían el paso de civiles, el lugar estaba repleto de oficiales y los reporteros, tal cual buitres, comenzaban a aparecer atraídos por la morbosidad del suceso. Respiré profundamente y me bajé del auto emprendiendo camino a la escena del crimen.

—¿Dónde están?—Le pregunté a quién parecía ser el oficial a cargo mientras le mostraba mi placa.

—Segundo piso, la habitación del fondo—Su voz denotaba conmoción. Pude notar que sabía quién era yo, aunque a mí no se me hacía conocido.

Le hice un gesto a Katherine y entramos juntos a la casa. Todo estaba en perfecto estado, pero ya desde la entrada de la habitación se podía sentir un pestilente y pútrido olor. Comencé a subir por las escaleras, cada peldaño que subía era desenterrar recuerdos que había buscado olvidar por mí propio bien. Las piernas me comenzaron a temblar cuando un oficial se nos acercó por la espalda.

Rastros de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora