10 de Julio de 2015.
Narra Markus.
Me despertó la fuerte vibración de mi celular debajo de mi almohada. Somnoliento, con los labios secos y los parpados pegados intenté contestar la llamada.
—Aló? —Mi voz estaba pastosa. Intenté prender el interruptor de la luz lanzando unos manotazos torpes al aire hasta que finalmente acerté y la lámpara de piso iluminó la habitación haciéndome daño a mis ojos que se habían acostumbrado a la oscuridad. Miré hacia mi velador buscando un vaso con agua, sin embargo solo había un vaso vacío.
—Comisario Levine—Respondió alguien al otro lado de la línea telefónica en evidente estado de agitación. Aquello me alertó e hizo que me despertara sentándome en mi cama—Soy el Detective Rodríguez tenemos una escena del crimen, la verdad es que es un tanto...perturbadora, la Subcomisario Miller ha solicitado su presencia.
—Demonios—Musité a regañadientes—Voy de inmediato, ¿Dónde ocurrió?
—General Bustamante con la esquina de Mujica, la escena está al interior del Parque Bustamante.
—De acuerdo—Corté y suspiré mientras miraba la hora en mi celular. 5.47 am. Me recosté en mi cama, no me alegraba iniciar el día con una llamada a media noche.
Me mojé la cara con abundante agua para despertar, me lavé los dientes, me cambié mi ropa interior, me puse una camisa y mi chaqueta de la policía de investigaciones, unos pantalones oscuros, zapatillas negras, me subí a mi auto y salí rumbo al lugar. Unas pocas gotas de lluvia caían a esas horas de la madrugada y las calles se encontraban prácticamente vacías, por lo que tardé solo diez minutos en llegar. Estacioné donde pude y bajé a tropezones.
—Markus—Escuché la familiar voz de Katherine Miller a la distancia—Has llegado—Dijo acercándose a donde yo estaba.
—¿Tenía otra opción? —Respondí en tono sarcástico mostrando una amistosa sonrisa al final—¿Qué ha pasado?
—Aún no lo tenemos claro, los forenses acaban de llegar y han llamado hace relativamente poco. Markus, es un asesinato terrible—Podía ver en la expresión de su rostro que decía la verdad.
Tragué saliva y seguí avanzando hacia donde las linternas apuntaban. A la distancia vi como habían cercado ya la escena y como quien había hecho la llamada se encontraba en evidente estado de shock apartado del lugar y siendo entrevistado por un oficial. El cuerpo se me heló cuando la vi, ahí, completamente destruida, casi irreconocible. Tenía el rostro desfigurado producto de un notorio fuerte impacto y el rostro completamente ensangrentado alrededor de una herida de bala, pero sin lugar a dudas lo más llamativo era la manzana incrustada en su boca a la fuerza, solo un completo demente era capaz de algo así.
Tuve que controlar mis náuseas a tal punto que me vi obligado a apartarme unos metros de la escena a tomar algo de aire fresco, ¿Cómo es que había pasado algo así y nadie lo hubiera visto? Las posibilidades eran mínimas, al menos ello garantizaba que encontraríamos al psicópata que había realizado semejante acto de locura.
Eran las seis de la mañana y la gente ya comenzaba a salir de sus casas, y como era de esperar un grupo de policías y las cintas de escena del crimen solo llamaron la atención de los fisgones, así que a pesar de todos nuestros esfuerzos por mantener a las miradas sedientas de morbo alejadas no pudimos evitar las fotografías a la distancia o los indiscretos videos.
A las siete de la mañana todos hablaban de ello, los noticieros se peleaban por conseguir algo de información, el tema era trending topic en twitter y las fotos se habían filtrado ya por Facebook con miles de compartidos. A las siete y treinta pudimos retirar el cuerpo del lugar, pero para entonces ya era demasiado tarde.
Tuve que contenerme cerca seis veces de golpear a camarográfos, reporteros, periodistas y fisgones, todos inescrupulosos que creían podían sacar algún rédito de éste crimen, y lo detestaba, me producía náuseas su morbosidad, me producía una sincera impotencia ver aquello en lo que se había transformado la sociedad humana.
—Gabriela Mistral tenía razón, ¿Sabes? —Dije mientras leía la cuarta teoría que me encontraba en redes sociales sobre el asesinato, ésta mencionaba que al parecer el asesino era una expareja que había perdido la razón producto de los celos y le había matado en venganza por haberlo dejado, es decir, la teoría era una mierda, por lo menos si iban a inventar algo que fuera algo original, no el móvil de homicidios más clásico del último tiempo que una sociedad patriarcal y obsesiva había logrado instaurar mediante relaciones tóxicas, destructivas y posesivas, creyendo que las personas, que nuestras parejas eran objetos nuestros, que no tenían más vida allá de la relación en pareja.
—¿Cómo dices? —Me preguntó Katherine ante mi comentario al aire.
—La humanidad es algo que todavía hay que humanizar, dijo eso alguna vez, y joder, es cierto, es decir, mira a nuestro alrededor, cámaras, personas interesadas más en cuantos likes podrán conseguir en su red social que en la vida de la persona que acaba de morir, esto apesta—Katherine apoyó su mano derecha en mi hombro derecho.
—No le pidas más a la sociedad del siglo veintiuno—Su amplia sonrisa y el contacto de su mano en mi hombro me ayudó a calmarme, y quizás ella no lo sabía, pero aquel gesto valía más que mil palabras.
—Cuanta sabiduría en una sola frase Miller, te recomendaré para que ocupes mi puesto algún día—Dije en tono de broma—Venga, vamos, hay que ir a la oficina para empezar a trabajar en esto.
Katherine asintió y me acompañó hacia mi auto. El viaje fue en absoluto silencio, al menos entre los dos, porque estaba seguro que ella, al igual que yo, iba pensando en lo que acabábamos de presenciar y en el trabajo que se vendría a futuro. Ciertamente podía no saber la verdad aún, pero sí sabía que daría caza al infeliz que había hecho semejante atrocidad.
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Rastros de sangre
Mystère / ThrillerLocura. ¿Qué se supone que es? En serio, ¿Qué es? o quizás, ¿Quién?. Según la RAE es la privación del juicio del uso o de la razón, pero la RAE se equivoca. La locura es mi amiga. Mi mejor amiga, me dio la libertad que soñaba, la alegría que sol...