XIII - Sin respuestas

73 15 4
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

21 de Septiembre de 2015

Tomé mi chaqueta junto con mi paraguas y salí a la calle. Todos esperábamos que el primer día de la primavera de ese año tuviera un inicio distinto, un comienzo prometedor, donde los rayos del sol iluminaran nuestras mañanas y que poco a poco los pétalos de las flores comenzaran a abrirse dando paso a, para algunos, la estación más bella del año. Sin embargo, no fue así, las nubes oscuras se asentaron desde muy temprano y las gotas de lluvia no tardaron en hacerse presentes aguándolo todo; incluso la expectativa de un buen día, especialmente la idea de que este sería un buen día.

Entro al edificio de investigaciones empapado y con la mirada gacha; sin saludar a nadie camino hacía mi oficina, donde me encierro y sigo ensimismado, sin poder olvidar las imágenes que en mi cabeza están. Desde que saliera de mi casa solo había podido pensar en las gemelas brutalmente asesinadas por el demente que estaba detrás, sin embargo, era astuto, inteligente y hábil, no dejaba ninguna pista en sus actos, cuidadoso a niveles maniáticos parecía calcular cada paso que tomaba.

Recapitulé ambos asesinatos, revisé cada movimiento hecho por el asesino y me releí todos los informes, sin embargo, seguía sin respuestas, estábamos en un callejón sin salida, y sin la posibilidad de dar la vuelta para elegir otro camino.

—Tarde o temprano se equivocará, no te impacientes Markus—¿Cuánto tiempo llevaba Katherine de pie en la puerta de mi oficina? —Eres inteligente, sé que atraparás a ese psicópata—Se acercó a mi escritorio y tomó mi mano derecha con suma delicadeza; ninguna palabra salió de mi boca, estaba atrapado en su mirada, en el bello color esmeralda de sus ojos.

—Katherine—La voz apenas salió de entre mis labios y débiles lágrimas se acurrucaron en mis párpados mientras Katherine se acercaba a mí y me rodeaba con sus brazos, ¿Cuánto había pasado desde la última vez que me sintiera así de protegido, así de cálido, así de humano?

Alexander miraba las gotas de lluvia azotarse fuertemente contra la ventana de la cafetería mientras, sin prisas, esperaba a su cita; habían venido intercambiando mensajes últimamente y hasta habían coincidido en algunos trabajos, sin embargo, no se imaginaba que es lo que ella buscaba decirle.

—¿Tú eres Viktor? —Le preguntó una bella chica con el cabello de un color rubio albino y unos labios elegantemente pintados con labial rojo carmesí.

—Sí, yo soy Viktor Moya, ¿Tú eres Lúcida Martner? —Respondió Alexander con tranquilidad poniéndose de pie y extendiéndole la mano.

—Esa soy yo—Lúcida tendió la mano de Alexader y se sentó.

—¿Qué es lo que desean? —Les preguntó una camarera que se acercó a su mesa al verle a los dos sentados.

—Un café sin azúcar por favor—Respondió Lúcida.

Rastros de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora