VI - Operación Cacería

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Hechos ocurridos de 11 de Julio del 2015 al 22 de Julio del 2015

Narra Markus

No necesité que sonara la alarma de mi celular para despertar o tomar café por la mañana para tener energía. La rabia, la indignación y la sed de justicia son emociones motoras de nuestras vidas, emociones que te impulsan a levantarte de tu cama con un aire distinto, con la motivación a salir por la puerta de tu casa a cambiar el mundo, ¿Cuántas locuras estamos dispuestos a hacer por amor? ¿Y por odio? Es una pregunta que siempre me ha quitado el sueño, sin embargo, después de varias noches de reflexión he llegado a pensar que el odio es motor de muchas más acciones que el amor, hay quienes dicen que por amor están dispuestos a matar, quienes digan eso es porque no entienden cómo funciona el mundo, el único sentimiento que te puede llevar a matar es el odio, un ferviente odio, odio hacia el sistema, hacia una persona en específico, hacia ti mismo. Odio. Y era justamente ese odio que me consumía lo que me llevó a salir de mi casa con aires nuevos, con la irrefrenable intención de dar caza al infeliz que había matado de tan macabra manera a Karla Winter.

—Bien, ¿Qué tenemos?—Dije entrando a una pequeña oficina donde estaba reunido el equipo que había elegido especialmente para esta operación, la operación cacería.

—Su último domicilio registrado está desactualizado o es falso. En los registros aparece con domicilio en La Pintana, calle El ombú con La alcaparra, pero hemos hecho las investigaciones pertinentes y ya no vive ahí, o quizás nunca vivió ahí—La primera palabra fue de Katherine Miller, y era un poco menos alentadora de lo que hubiera querido.

—Sin embargo, sabemos que uno de los amigos de Matías Emhardt fue encerrado en la cárcel hace dos meses en un juicio en que el mismo Matías Emhardt fue declarado en libertad, mientras que su amigo culpable, quizás, si nos acercamos a su amigo y sembramos algo de cizaña y ofrecemos algunos incentivo logremos obtener información interesante—Erik Yllidan. Indispensable en todo equipo, frío, calculador y sanguinario, haría lo que fuera necesario para alcanzar nuestro objetivo. Mientras hablaba me miraba con sus ojos color gris y una expresión sedienta de sangre. Un escalofrío recorrió mi cuerpo por un instante.

—Necesitaremos una orden judicial para eso, tengo uno o dos jueces que me deben un par de favores y nos podrían ayudar con eso—Lúcida Martner. Una agente especial dedicada a... bueno, dedicada a encargarse de conseguir influencias sobre personas a las cuales era mejor tener de nuestro lado que en nuestra contra. La cámara que colgaba de su hombro era su mejor amiga, no se separaba nunca de ella, y era gracias a las fotografías que con ella tomaba que lograba conseguir poner en la espada contra la pared a importantes figuras públicas. Sinceramente, al verla, con sus ojos color café almendrado, sus labios rojizos por naturaleza, una nariz que parecía hecha por miguel ángel y con su expresión de inocencia era fácil, muy fácil, caer en la red que tejía alrededor tuyo sin que te dieras cuenta. Por lo demás su pelo, liso, era de un rubio platinado hermoso que le llegaba hasta donde terminaba la espalda, era delgada y no medía demasiado.

Rastros de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora