Locura. ¿Qué se supone que es? En serio, ¿Qué es? o quizás, ¿Quién?.
Según la RAE es la privación del juicio del uso o de la razón, pero la RAE se equivoca.
La locura es mi amiga. Mi mejor amiga, me dio la libertad que soñaba, la alegría que sol...
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22 de Julio de 2015
Narra Markus.
No sé si fue intuición, miedo o simplemente fortuna, pero de alguna manera evité jalar del gatillo, evitando de paso un tremendo error. Sucedió en apenas unos segundos. Sucedió mientras pestañeaba y una gota de sudor frío bajaba por la sien de mi rostro. Estaba oscuro, como he dicho ya muchas veces, razón por la que no pude ver bien como pasó todo, pero pasó.
Estaba apenas a unos segundos de disparar cuando escuché el ruido de unas pisadas cerca, muy cerca. Intenté dirigir mi mirada hacia el lugar de dónde provenían los pasos, pero fui demasiado lento, antes de que me diera cuenta alguien se había abalanzado sobre la persona que se ocultaba detrás del pilar. Lo botó al suelo con solo el impacto, podría decir que quien estaba debajo intentó resistirse, pero sería mentira; simplemente cayó de bruces, como un saco de plomo quedando completamente incapaz para responder ante cualquier agresión.
De alguna manera, probablemente por la falta de luz y la tensión del momento, ninguna de las dos personas se había percatado de mi presencia aún. Sin embargo, seguía en el mismo dilema que hace unos instantes, ¿Quién era quién? Mi pistola pasaba de apuntar a quien estaba en el suelo como a la persona que estaba encima. Mis brazos comenzaron a temblar, necesitaba alguna señal, y esa señal llegó teñida de sangre.
Fue un movimiento rápido y eficaz. Sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Quien estaba sobre la otra persona sacó un cuchillo de su cintura, y a sangre fría, sin miramientos, enterró el arma blanca en el cuello de quien estuviera en el suelo.—Daremos caza, pero recuerden, asegúrense de no disparar a matar.—Esas habían sido mis instrucciones, sin embargo, quien había atacado no tenía intención alguna más que la de matar. Ya sabía quién era quien.
Matías Emhardt me vio al levantar la mirada, pero ya era muy tarde, intentó desenfundar su pistola, no obstante, yo ya estaba listo. Jalé el gatillo con fuerza y la bala salió disparada por el cañón de mi pistola rompiendo la tensa calma que se había formado en los últimos minutos en el edificio. La bala dio en su abdomen justo cuando él agarraba su pistola.
Soltó un largo y agonizante grito. Rodó por el suelo e intentó, en vano y con sus últimas energías, apuntarme con su pistola, pero yo ya me había acercado a él y bastó una limpia patada en su mano para hacerle soltar el arma.
—Lo tengo, llamad a las ambulancias inmediatamente—dije por la radio, el tono de mi voz era frialdad pura.—¿Por qué lo has hecho Emhardt? —No respondió, exhausto se desplomó en el suelo sin decir palabra alguna. Suspiré agotado, le moví para poder vendar su herida y así evitar que se muriera desangrado, luego me acerqué a Blaz, quien había sido atacado por Matías Emhardt. Me agaché y tomé la muñeca de su mano buscando señales de vida reflejadas en su pulso, sin embargo, mis esperanzas no eran demasiadas al verle ahí, inerte, con un cuchillo atravesando su garganta; y como me temía no había pulso alguno. Me senté a su lado y me llevé las manos al rostro— ¡Maldita sea! —Grité buscando desahogar la rabia que me carcomía por dentro, podría haberlo evitado, podría haber salvado a Blaz, sin embargo, no había sido lo suficientemente hábil.