XI - Sed de sangre

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Del 4 al 11 de Septiembre de 2015

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Del 4 al 11 de Septiembre de 2015.

La locura es una amante exigente, caprichosa como ella misma. Insiste en lo que quiere hasta que lo consigue, y por aquellas semanas, anteriores a que la primavera llegara y cubriera con bellas flores los pastos de la ciudad, se había encontrado particularmente sedienta, y así se lo había hecho saber a quien fuera su más fiel compañero, un sujeto que se debatía constantemente entre su amor por la locura y las manzanas.

Sin embargo, en esta ocasión, la codiciosa locura, deseaba más que la última vez, esta vez quería poder saborear el espectáculo de ver como dos cuerpos eran arrastrados por la madre muerte. Las víctimas no fueron difíciles de escoger, tal cual había sucedido la última vez se presentaron ante él de manera completamente accidental. Eran dos chicas con un parecido inexplicable que caminaban juntas por la calle mientras nuestro futuro asesino en serie se encontraba de pie fumándose un cigarrillo.

Las vigiló por varios días. Todas las tardes las seguía hasta su casa y se quedaba fuera, observando por las ventanas cómo vivían su aburrida y monótona vida. Su casa era grande y de dos pisos, tenía un cómodo patio trasero y una reja cubría la entrada, pero a Alexander no se le hizo difícil entrar. Al quinto día, mientras ellas no estaban en casa, saltó la reja y entró por la puerta del patio trasero. Dentro reinaba un orden impecable. Cada objeto estaba radiante, no había una sola capa de polvo que cubriera los muebles o libros, todo estaba en su lugar y en perfecta armonía. Eran unas obsesivas del orden.

Alexander sintió náuseas primero, unas náuseas mezcladas con un intenso deseo de correr por la casa destrozándolo todo, haciendo imponer el caos. No entendía como algunas personas pudieran encontrar cómodo el orden, la armonía y la simetría. El caos era vida, era arte, el orden era muerte, una lenta e imperceptible muerte. La vida real existía sólo en la oscuridad, en el desorden del caos, todo lo demás era una mera ilusión, nada más que quimeras que la gente se inventaba para pensar que mantenían un control en sus miserables vidas.

Alexander aprendió datos importantes curioseando por la casa, por ejemplo, supo que eran gemelas, y que sus nombres eran Marlyn y Cloe, vivían solas, estudiaban en la universidad y trabajaban por las tardes en el mismo local, razón por la que siempre llegaban juntas a la misma hora. También eligió la habitación que usaría para llevar a cabo su plan, un plan que la misma locura había trazado para la ocasión. Cuando se lo contó a Alexander por primera vez éste estuvo cerca de llorar, y no pudo detener el temblor en su cuerpo que duró treinta minutos.

El día siguiente Alexander salió vestido elegantemente a caminar por la ciudad camuflándose con el resto de mortales, encajando a la perfección en una sociedad demasiado enferma como para poder notar que algo andaba mal en Alexander ese día, que sus pensamientos y su comportamiento no eran los correctos, porque el hecho de que todos actúen como si el otro no existiera no significa que esté bien.

Alguien podría haber notado las marcadas ojeras bajo sus ojos producto de la noche de insomnio planificando los macabros detalles de su plan, o quizás el tic nervioso que asomaba en su boca cada vez que la Locura le hablaba, alguien pudo haberse dado cuenta del odio que habitaba en la mirada de Alexander, alguien pudo haberlo hecho, pero no sucedió, todos estaban sumergidos en sus mundos, en sus problemas y en las pantallas de sus celulares.

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