23 de Septiembre de 2015
A las ocho en punto Valentine Lacroux entró a las dependencias de las policías de investigaciones y sin distraerse recorrió los pasillos hasta llegar a la oficina donde Enrique le esperaba. Su cara daba cuenta de varias cosas, por una parte estaban esas ojeras muestra de tantas noches de mal sueño como del hecho de que esa misma noche no había conseguido pegar pestaña, por otro lado estaba aquella sonrisa que no podía borrar de su rostro producto de lo que había descubierto apenas horas antes, una felicidad inusitada le producía haber sido útil, haberle sido de ayuda al legendario detective Enrique Castañeda, también había que considerar el maquillaje que llevaba en el rostro, sus pestañas encrespadas, sus ojos delineados, un labial color rosa pastel y un poco de base en algunas partes de sus mejillas, se había preparado a pesar de la hora de su reunión, y es que claro, quería sorprender a su superior, en todos los aspectos posibles.
No tuvo necesidad de tocar la puerta, estaba abierta de par en par y con Enrique dentro, dándole la espalda y con la vista fija en el pizarrón. Valentine alcanzó a ver unos garabatos escritos, pero no mucho más, por otra parte, a pesar de que había hecho ruido al entrar Enrique no se había dado la vuelta aún. En la mesa de la oficina había dos tazas con café recién servido.
—¿Inspector? —Se decidió finalmente a preguntar Valentine.
Él se dio vuelta y la miró abriendo los ojos sorprendido y soltando una sonrisa encantadora que dio a relucir su cuidada dentadura.
—Valentine—La expresión de sorpresa se borró rápidamente de su rostro, no así su sonrisa—Llámame Enrique, ya te he dicho. La taza celeste es la tuya, pero no le he puesto azúcar.
—Me gusta sin azúcar, ¿Qué tiene escrito en la pizarra?
—Nada—dijo suspirando y moviendo su mano de arriba abajo en ademán de despreocupación—Solo algunas ideas, pero nada claro. Es solo que nada pareciera tener sentido. —Valentine afirmó con su cabeza mientras acercaba la taza con café a sus labios.
—¿Qué haremos con Viktor? Aunque ni siquiera estoy segura de que ese sea su verdadero nombre ahora.
—Definitivamente no lo es, tengo a Erik vigilándolo, pero sé que eso no será suficiente para saber algo acerca de él, debemos encontrar la forma de averiguar sobre su pasado, supongo que lo primero será hablar con Lúcida, ya que ha sido ella quien lo ha recomendado.
—¿Quiere que la llame?
—No, ya viene en camino, hablaré con ella un poco y cuando salga acércate a ella e invítala a tomar café. Ahí encuentra la forma de sacarle información sin que se dé cuenta, ¿De acuerdo? —Valentine afirmó con su cabeza y con una mirada llena de determinación.
Unas horas más tardes Lúcida Martner salió de la oficina de Enrique. A su hombro llevaba el bolso donde cargaba siempre su tan preciada cámara fotográfica de la cual no se separaba nunca. Valentine le alcanzó antes de que alcanzara a salir del edificio, gracias, principalmente, a los tacones aguja que Lúcida usaba. Unos minutos más tarde se encontraban juntas tomando café en la cafetería de la esquina.
ESTÁS LEYENDO
Rastros de sangre
Mystery / ThrillerLocura. ¿Qué se supone que es? En serio, ¿Qué es? o quizás, ¿Quién?. Según la RAE es la privación del juicio del uso o de la razón, pero la RAE se equivoca. La locura es mi amiga. Mi mejor amiga, me dio la libertad que soñaba, la alegría que sol...