Pasado, pasado, querido pasado(editado)

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Aquella mañana se despertó con un intenso dolor de cabeza, más esto no perturbó la alegría que lo embriagaba.

Despertar con ella entre sus brazos se sintió como seguro se sentiría ser el maestro del universo mismo. Su larga y abundante cabellera negra se expandía por la almohada y por su pecho, su calor corporal invadiendole, su respiración lenta como el único ruido en aquella oscura habitación.

-¡Bueeen día tórtolos!-Dylan invadió la estancia provocando con este hecho que James cortará un poco la distancia que lo unía previamente con su hijastra-Espero que no te moleste que haya cogido la llave de reserva-sus acciones, postura, tono de voz y mirada burlesca eran una clara confrontación para su padre.

El coronel miro hacia Ana, seguía dormida.

-¿Celoso camarada?-Dylan se acercó lo suficiente, hasta dar con la cama y sentarse en la misma, muy cerca de su padre.

-Que feo, que horrible ha de ser querer dársela de macho Alfa frente a tu propio hijo-James endureció su semblante-Elizabeth debe estar revolcándose en su tumba-la mención de quién fuera su esposa, fue suficiente para que el coronel se levantará de su cama y tomara del cuello a su hijo, haciendo que esté también se levante.

Lo llevo fuera de la habitación sin que Dylan se resistiera en ningún momento.

-Cuidadito que voy de Velentino-se quejo el hijo por como había quedado la parte superior de su chaqueta de marca.

-La chaqueta, está casa, tú y todo lo que te rodea está al alcance de mis manos, llevo advirtiéndote hace mucho querido hijo-Ambos se decían más con las miradas que con las palabras-no me provoques que yo aguanto mucho, pero también me canso.

-Querido coronel-su hijo lo miro con altanería-la casa de la que presume era de mí madre lo que quiere decir que es mía-los dientes del padre hicieron un choque estrepitoso producido por la fuerza empleada-parte del dinero que tienes me pertenece por la misma razón e incluso tu estatus frente a la sociedad es gracias a que te casaste con mí madre.

El coronel volvió a su habitación y cerro de un portazo que despertó a su hijastra.

Dylan camino por la estancia hasta quedar de pie frente a la puerta que no habría desde hacía ya varios años. Con dedos un pocos temblorosos introdujo la vieja y oxidada llave en el llavin, la puerta hizo un ruido molesto .

Respiro profundo antes de adentrarse por completo.

4 horas más tardes.

-No vas a arrepentirte-me repitió Sophie una vez más. Ella y Luke me habían invitado a la playa aprovechando el día soleado.

Insistieron mucho por lo que accedí, además de que debo ir acostumbrándome a dejar la casa porque pronto deberé volver a mí vida como estudiante, amiga y chica sociable que solía ser, esto último no sé si lo consiga, algo se ha perdido en mí y presiento no hay forma de traer ese brillo de vuelta.

-Te hemos echado mucho de menos Ann-abrazo a Luke, el siempre ha sido un buen chico.

-Yo también los eche de menos-confienso.

El día en la playa no borro mí preocupación por James, pues antes de salir de casa me había despertado por un portazo que el había ocasionado. Me resultó perturbante el modo en el que simplemente me ignoro, se fue a la ducha y luego volvió por ropa, para después salir de casa como alma que lleva el diablo.

Por otro lado un leve moretón decoraba mí mejilla, tuve que mentirle a mis amigos acerca del mismo.

A Dylan no lo había visto y el solo hecho de pensarlo me ocasionaba un malestar terrible.

-Tierra llamando a Ana-Sophie agitaba su mano frente a mí rostro.

-Lo siento, ¿Qué decían?-ella voltea los ojos y Luke me responde.

-¿Qué si vamos a nadar un poco?-asiento y nos encaminamos hasta el agua.

Veo a Luke y Sophie correr hasta encontrarse con las leves olas mientras que yo me quedo de pie en la arena sonriendo por como el la sube sobre su hombro solo para dejarla caer después.

El sol me da de lleno y no puedo evitar abrir mis brazos y cerrar los ojos para disfrutar de aquella inigualable melodía que solo el mar sabe toca. El recuerdo de una yo pequeña corriendo de la mano de una mujer hermosa que era mí madre me embriaga.

Ella amaba la playa, y yo la extraño tanto.

-No pensé que volvería a verte y menos que te encontraría llorando-me quedo de piedra, el recuerdo de va tan rápido como llego, siento que todo se ha vuelto un completo silencio.

Estoy soñando me digo por mis adentros, la lágrima que antes se me había escapado sin querer aún corre por mi mejilla.

-Hemos crecido mucho-volver a oírlo confirma lo que me niego aceptar.

Es real, él está aquí, pero ¿Cómo?

Tomo el valor de abrir los ojos.

Lo veo

Con la misma intensidad, ese mismo brillo que antaños, su pelo ya no está como lo recuerdo ahora lo lleva corto casi que raspado, sus cejas están aún más gruesas y su tez se ve aún más hermosa cuando los rayos del sol la bañan, es como si el canela de su piel resplandece.

-Hola Pinochin -sonrie al ver como rompo la poca distancia que nos separa para lanzarme a sus brazos.

-Te he extrañado tanto Jhason...

4 horas antes.

Dylan entra en la habitación que una vez compartió su madre con James.

La sensación que le provoca estar ahí es amarga y lo llena de irá, de pena, de vergüenza

Y de miedo.

Miedo a descubrir la verdad, miedo a que las cosas no sean como el se las piensa, miedo a que sea cierto aquello que le dijo su tío antes de morir...

Lo primero que hace es retirar la sábana que cubre aquel cuadro que alguna vez estuvo a la vista de todos.

El polvo cae sobre él, pero no sé detiene a espantarlo.

La figura galante de su madre le llena la visión. Era una mujer realmente hermosa.

Cassandra Kingderman era esbelta, castaña como su hijo, de tez blanca más no pálida y al igual que Dylan sus ojos eran dos enigmáticos orbitales azules. En aquella pintura llevaba un galante vestido carmesí digno de ella, la hija de dos grandes empresarios, de una mujer fuerte y empoderada que amaba tantos los autos como los vestidos. Una mujer que daba la vida por su pequeño principito como ella misma lo llamaba.

La mujer que renuncio a su herencia para casarse con un simple oficial que por aquel entonces era de dudosa reputación y que hoy es un coronel con miles de secretos que día a día lo consumen.

Entre esos secretos está la verdad detrás de la muerte de Cassandra Kingderman, quién desapareció hace ya alrededor de más de diez años. Al principio se le tuvo como una desaparecida, pero luego de más de un año de búsqueda exhaustiva encontraron el coche en el que iba totalmente destrozado y con resto de sangre seca que se confirmo eran de la diseñadora y mecánica.

Aquello marco a Dylan para siempre, pero nunca la dio por muerta porque su cuerpo nunca apareció, pero años después su tío materno lo encontró en Suiza y le dijo algo que le ha quitado el sueño desde entonces

TU PADRE MATO A TU MADRE.

Dylan no quiso creerle, pero tampoco se quedó tranquilo y con el tiempo descubrió cosas...







Esclava De Una Obsesión  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora