Prólogo

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—No entiendo porqué siguen juntos —me sobresalto al escuchar la voz de Jennifer, dejo de mirar mi computador para verla, su pelo rubio está hecho una maraña y tiene maquillaje negro, como siempre, rodeando sus ojos, pero se ve hermosa, ella cierra la ventana una vez que está dentro de mi habitación.

—Porque se aman —giro la silla en la que estoy sentado para verla. Se deja caer en mi cama sacándose los pantalones, quedando con un pequeño bóxer femenino color blanco.

—Amor, amor, amor —bufa— ¿de qué sirve el amor? —me mira atando un moño en la esquina de su blusa.

—Te hace feliz —me encojo de hombros.

—Te rompe el corazón, te hace llorar —se levanta de la cama para caminar a mí— Dime, ¿acaso nos ha servido a nosotros de algo? —se sienta sobre mis piernas. Para evitar decirle algo de lo que discutiríamos uno mis labios a los suyos. Muerde mi labio al separarse.

—¿Qué tal tu día? —pregunto. Ella hace una mueca.

—El trabajo es como una patada en el culo —aún sobre mis piernas hace girar la silla, y se reclina hacia enfrente para mirar mi computador— ¿y el tuyo? —me mira sobre su hombro con una sonrisa.

—Conocí a una chica —miento, espero que se ponga celosa.

—¿Es guapa? —pregunta tecleando. No, no se pone.

—Algo, sí. ¿Qué haces? —muevo mi cabeza para mirar pero ella me tapa los ojos con una de sus manos.

—¿Te gusta?

—¿Qué me tapes los ojos? Sólo cuando estamos en la cama.

—Mhm —sé que sonríe sin mirarla— Pero hablo de la chica —habla con diversión.

—No la conozco lo suficiente —se endereza pegando su espalda a mi pecho.

—Habrá un festival el fin de semana, tenemos que ir —en la pantalla del computador está el gran anuncio.

—Bien —se levanta sujetando mi mano.

—Y sobre esa chica, cuando te rompa el corazón seguiré aquí —se inclina y besa mi mejilla— y como ahora mismo estoy aquí, voy a aprovecharme de ti —se sienta nuevamente en mis piernas mientras besa mi cuello. Cierro los ojos disfrutando. Se aparta— ¿Oyes eso? —miro el techo, no escucho nada.

—No, ¿qué cosa?

—Exacto, se callaron. —ríe volviendo a mi cuello, pasa sus besos por mi barbilla hasta mi boca. Aprieto su cadera mientras introduzco mi lengua en su boca, gime— Cama —pide. Me levanto de la silla sujetándola en mis brazos, error. Casi me caigo, y con ella, la pared lo impide. Gime más alto— Que rudo —me acerca más a ella pasando sus brazos por mi cuello— Me encanta —sonrío. Sacó su blusa tocando toda su piel, disfrutándolo.

—Tú me encantas.

Sueños Salvajes || Alonso Villalpando || EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora