Capítulo 3

122 5 12
                                    

Camino hacia Little Park restaurante favorito de Jenni para el almuerzo. A penas cruzo las puertas veo a Jenni en la esquina del restaurante.

—¿Dónde estuviste toda la mañana? —pregunto sentándome.

—Lo siento jefe, al parecer Alan tomó las carpetas equivocadas así que tuve que ir a casa por la carpeta de respaldo, el artículo de la ropa interior sale está noche.

—Pudiste llamarme —digo abriendo la carta con los platillos.

—Lo siento, mis veintitrés días terminaron ayer —sé que se refiere al plan de llamadas. Rió.

—¿Ordenaste? —Freddy, el mesero y nuestro amigo deja bebidas en nuestra mesa.

—Hola Alonso —chocamos puños. Trae puesto su uniforme, un jean de mezclilla, una camisa manga larga de cuello, un moño negro en el cuello y tirantes rojos.

—Que onda Freddy, ¿qué tal va?

—No me quejo —se encoje de hombros— ¿Ya vas a ordenar?

—Eh, no, todavía no.

—Bueno, me llamas debo atender otras mesas —empuja sus greñas locas, bueno, sus escandalosos risos de lado.

—Va —Freddy se aleja.

—Pedí lo de siempre —me dice Jenni— Por cierto, ¿qué trabajaremos? —da un trago a su bebida.

—Ya tenemos modelo, la veremos mañana a las diez.

*

Jennifer y yo caminamos de vuelta al trabajo, bromeamos acerca de Victoria, ya que le conté acerca de su actitud el día de hoy.

—Oh, tal vez no ha hecho el mono —bromea Jenni, en cuanto las palabras salen de su boca ríe y yo abro los ojos demás para seguido reír también. Su celular suena y atiende deteniendo su andar, giro hacia ella— ¿Qué? No entiendo, a ver, habla bien —sobre su hombro veo a Cora, entrando a un local de zapatos.

—Ahora vuelvo —digo, Jenni asiente aún intentado hablar por teléfono. Cruzo la calle y entro al local. Camino por varios pasillos con ventanales a la vista de zapatos y más zapatos.

—¿Le puedo ayudar en algo? —me dice una mujer de pelo rojo con lentes cuadrados y una blusa amarilla con el logo del local.

—Eh, sólo miro, gracias Brenda —su nombre está bordado con letras rojas en un lado de la blusa, la mujer asiente alejándose. Camino buscando a Cora, ¿cuántos pasillos hay en este lugar?

—Sí, entiendo pero...

—Lo siento cariño, acabo de contratar a otra chica —doy vuelta y miro a Cora con una mujer que al parecer también trabaja en el local.

—Bueno, gracias —Cora se aleja de la mujer, camino velozmente para llegar a la salida primero. La miro doblar para salir y yo concentro mi vista en los zapatos que tengo a lado— ¿Alonso? —la miro y me hago el sorprendido.

—Cora, hola —cruzo mis brazos sonriendo.

—¿Qué haces aquí? —alza una ceja.

—¿Aquí?¿En el mundo del zapato? —hablo con sarcasmo, sonando divertido.

—Cierto —sonríe y su sonrisa me ilumina el día, es hermosa— Pero tenía la duda —bromea— Estás mirando zapatillas —lanza una mirada rápida al ventanal que antes yo miraba, miro y ciertamente, son zapatos de mujer.

—Un regalo a mi mamá —excuso, ella achica los ojos sonriendo.

—Que buen hijo tiene. —abre la puerta de salida— Te veo luego —sale del local y salgo tras ella.

Sueños Salvajes || Alonso Villalpando || EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora