Capítulo 24

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Al atardecer del miércoles, el día en que Cora descansa, me dirijo a la Fuente Bethesda. Porque quedamos en vernos ahí por medio de mensaje de texto.

Me encuentro nervioso, no sé qué va a decir respecto al beso, si estará apenada o hará como si no hubiese sucedido.

Recorro con la mirada y entonces veo su silueta, una figura delgada y curvilínea de pelo largo y oscuro. Inhalo. Froto mis manos una contra la otra y exhalo. Me acerco y me coloco a su lado.

—Hola.

Pronuncio y ruego mentalmente que la voz atropellada haya sido mi imaginación. Ella mantiene una expresión serena junto con la mirada perdida.

Miro al frente, justo como ella y aprecio un hermoso naranja en el horizonte, avisando la entrada de la noche. También veo a gran diversidad de personas caminando alrededor de la fuente, personas platicando y riendo. Las farolas del lugar ya han sido encendidas.

—Hola.

Dice. Y sólo eso. Pasan aproximadamente diez, tal vez 15 minutos y ella sigue en la misma posición. Rasco mi nuca con incomodidad. Sin embargo, me quedo callado sin saber qué decir.

Otro par de minutos pasan y comienzo a ponerme ansioso, ¿Qué rayos va a decir ella?¿o no planea decir algo?

—Cora... —murmuro, ella alza una ceja manteniendo la mirada perdida. Así que no digo más. Por un momento me detengo a admirarla.

Diablos, es preciosa.

La manera en que sus mejillas están sonrojadas por el calor y la forma en que sus labios se coloran me dan ganas de volver a tocarlos con los míos. Pero esta vez con un beso lento.

Entonces sin pensar digo:

—No puedes actuar así. No otra vez.

Mi tono de voz ha sido brusco e irritado mas no ha sido mi intención. Ella gira la cabeza y parpadea mientras sus ojos se enfocan en mí.

—Me has citado... y no has dicho más que una palabra. No me gusta que actúes de esta forma, te desconozco por completo.

—Estaba pensando. En ti —confiesa y aparta la mirada, volviendo a perderse.

—¿En mí?

—En el beso... del otro día. Estoy avergonzada por mi comportamiento... —sus ojos oscuros conectan con los míos.

—... y te arrepientes del beso —suelto con un pesado suspiro apartando la mirada.

—No, no me arrepiento.

Mi boca se abre por inercia. Ella mira hacia el piso, avergonzada pues su rostro toma un color rosado. Alza la mirada y sonríe de lado.

—Creo que me gustas, Alonso —dice al mismo tiempo que pasa su suave mano por mi barbilla para cerrar mi boca, su tacto me produce un escalofrío.

Disfruto del contacto de su piel con la mía.

Mi corazón empieza a acelerarse, no sé qué decir, mi mente está en blanco pero sé que debo decir algo.

—Eh... mhm.

Cora gira su cuerpo hacia mí, para quedar enfrentados y sus comisuras están arriba, intenta ocultar una sonrisa.

—Sé que te comenté sobre mis... preferencias pero no pude evitarlo, eres maravilloso —acerca su rostro hacia el mío y murmura—. Jos hizo que me diera cuenta, de que quiero lo mejor para ti y no busco hacerte daño... también me gustas.

Trago. ¿Qué hizo Jos?

Esto es demasiado, ¿Cuándo fue la última vez que tuve novia?¿que alguien me correspondió?

—Mi comportamiento extraño en los últimos días fue debido a, que me estaba dando cuenta, fui una tonta al no verlo, tú me haces feliz y me encanta estar contigo. Me puse celosa cuando esa chica te besó y, creo que se notó. No era María protegiendo a Francisco, era yo, celándote a ti, Alonso... —confiesa, sus ojos en los míos— Debes decir algo.

—Yo... te quiero, Cora. Y me gustas también —digo al fin, asimilando las cosas. Me gusta y le gusto.

Sonrío y ella me devuelve la sonrisa de manera angelical. La rodeo con mis brazos y me corresponde.

*

Analizo un par de gráficas sobre la promoción de la nueva negociación en la sala, apoyando mi espalda en el sofá mientras me encuentro sentado en el suelo. Jos atraviesa la puerta de entrada y saluda.

—Hola —le respondo.

Pasan un par de minutos hasta que recuerdo sobre lo que quería hablar con Jos.

—Jos —llamo.

—¿Sí? —me responde desde algún punto en la cocina.

—¿Has hablado con Cora... en la última semana? —escucho que algún vaso ha caído al suelo, lo he sorprendido.

—¿Cora? Me parece, tal vez, en la fiesta. ¿Por? —su voz se oye más cerca así que volteo a verlo.

—Hablé con ella hoy y mencionó que tú hiciste que se diera cuenta de que... pues, que le gusto —digo mientras una sonrisa enorme abarca mi boca. Jos alza las cejas.

—¿Qué? —viene a sentarse junto a mí, sólo que sobre el sofá—. ¿Qué te dijo?¿Qué pasó?

—Me dijo que actuó raro porque estaba dándose cuenta de que le gusto.

—¡Eso, hermano! —palmea mi hombro izquierdo riendo, me río también.

—¿Pero que le dijiste?

—Ou... nada, nada realmente... que, ya sabes, dejara de... ilusionarteporque nonecesitabasenamorartemás —dice rápidamente, me tardo unos segundos en comprender lo que ha dicho.

—¡¿Hiciste qué?!

—Alonso, eres como un hermano para mí y no me gustaba verte ilusionado. Y me desesperaba un poco tu poca iniciativa, desde Jenni has tenido dificultad para decir lo que sientes y piensas. Creo que, no está padre

Sueños Salvajes || Alonso Villalpando || EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora