Capítulo 23

56 3 1
                                    

Paso mis manos entre mi cabello mojado, que está dejando atrás el rubio para volver a su color natural, castaño oscuro. Me dejo caer en mi cómoda cama y admiro el techo.

Suelto un suspiro. Ay, Cora.

Sigo desconcertado por el beso, literalmente me congelé y no supe cómo reaccionar. Cora, por otro lado, siguió tarareando la canción de Hailee Steinfeld relajada entre mis brazos. Aunque no por mucho tiempo, ya que se durmió.

Llamé un taxi y mientras nos dirigíamos a su departamento, no dejé de admirarla. Preguntándome si habría una posibilidad de que ella sintiera algo por mí, o si el beso sólo fue un impulso llevado a cabo por el licor en su sistema. ¿Tenía que beber tanto como para besarme? Digo, si ella sintiese algo por mí, ¿por qué no decírmelo? Ella sabe que tuve un interés amoroso hacia ella cuando la conocí. Y sé que confía lo suficientemente en mí, o eso espero.

Al bajar del taxi la cargué hasta dejarla en su cama, y Grecia, su compañera de piso, se quedó con ella.

Entonces me fui a casa.

Le doy demasiadas vueltas al asunto, pensando en la felicidad que tendría en mi vida si Cora me dijera que le gusto. Pero también, en la infelicidad que me invadiría si ella se arrepiente del beso. Y peor aún, que decidiera salir de mi vida. Como Jenni quiso cuando le confesé mis sentimientos por primera vez con el motivo de "estando alejados perderás tus sentimientos por mí"

Suelto otro suspiro.

Cora ya tiene mi corazón en sus manos.

*

En el trabajo, en la junta directiva intento no revolver mis ideas de marketing para una nueva marca, pero me resulta casi imposible, Cora me roba el pensamiento.

Lola, la prima y suplente de Victoria me ayuda un poco, pero puedo ver su descontento. Cuando la junta finaliza siento alivio, aunque sé que Lola me reprochara. Poco a poco, la habitación se vacía hasta que sólo quedamos ella y yo.

—Alonso, ¿te encuentras bien? —me pregunta—. Has sido un excelente agente comercial, desde el momento en que llegué. Así que estoy decepcionada por lo que acaba de pasar. Creí que habíamos hablado y resolvido todos los puntos a cumplir el pasado viernes por la tarde —su voz pasa de ser paciente a irritada.

—Lo lamento, será la última vez, lo prometo —es todo lo que digo, no me siento en confianza como para darle una explicación de mi desconcentración. Y espero que no exiga una.

Resopla.

—Eso espero, entregale los documentos y las gráficas a Ivonne —dice y sale de la habitación. Me tomo un momento antes de empezar a guardar mis cosas, unos pasos se escuchan acercándose y cuando alzo la vista me quedo confundido.

—¿Yvette?¿Qué haces aquí?

Lleva el pelo rubio suelto por debajo de los hombros, se nota que recientemente se lo cortó. No lleva mucho maquillaje encima y se mira linda. Lleva vistiendo unos jeans oscuros, una camisa tejida color café y una camisa de cuadros sobre esta.

Una sonrisa incómoda se dibuja en sus labios, y parece realmente fuera de lugar.

—Francisco —dice y carraspea, ¿estará así de incómoda debido a que la última vez que la vi se me ofreció en frente de Cora y declaró su amor?

—De hecho, me llamo Alonso —digo sonriendo de lado.

—Y yo Ivonne —dice bajando la cabeza. Vaya, ésta chica no se parece en nada a Lady Yvette, es totalmente tímida a diferencia del atrevimiento que tenía el sábado pasado.

—¿La que Lola mencionó?¿A quién debo entregarle mis carpetas?

—Soy yo —asiente aún con la cabeza baja.

—¿Y Julie? —pregunto,
Julie era la asistente de Lola la semana pasada.

—Tuvo una emergencia familiar y yo vine en su lugar —explica con voz baja, le extiendo las carpetas y ella las toma—. Aunque no trabajo de asistente, estoy a prueba... posiblemente sea la nueva agente comercial de la empresa en Los Ángeles.

Alzo las cejas.

—Eso es increíble.

Sonríe y entablamos una conversación acerca de ello. Para ser el principal jefe en ideas de propaganda debes tener creatividad, debes saber atraer a socios y clientes. Para Ivonne es algo complicado, debido a que es un tanto tímida. Y eso para mí, es algo poco creíble. Definitivamente no se parece en nada a Lady Yvette.

—Lamento, haber sido tan, lan, lanzada el otro día —pronuncia con tartamudeo.

—No te preocupes, me he acostumbrado un poco debido a que soy el futuro rey y como Enrique tiene una amante oficial a la que le obsequia absolutamente el reino entero... pues, las chicas piensan que ser amante es fenomenal.

—Yo pensé... que... tú eras... fenomenal —dice torpemente mirando hacia abajo, apretando contra sí las carpetas—. Y la chica, María, ella, ¿ella y tú...?

Muerdo mi labio inferior mientras exhalo por la nariz.

Ay, Cora.

—Es mi... amiga.

—Claro pero... se puso intensa ese día.

Me detengo a pensarlo un poco. Cora distante, evitando mirarme, o hablarme, luego celosa, apegada a mí y luego el beso... ¿será qué...?

—Sí, bueno... Cora, digo María es una reina, ella, —carraspeo— ella quiere ser una buena reina que todo el mundo respete, y no permitirá ningún insulto y menos el de tener los cuernos.

—Entonces... ¿no sales con nadie? Tú, Alonso —poco a poco veo una sonrisa pilla en su rostro.

—Oh, no, claro que sí. Salgo con mis amigos, también tengo amigas y algunos compañeros de trabajo. Socios y modelos.

Suelta un pequeña risa.

—En el sentido romántico, Alonso.

—Oh, nop.

—Una lástima —sus ojos me admiran y sólo le dedico una sonrisa de lado, ésta es Lady Yvette.

El elevador se abre y ella entra dando pasos en reversa para seguir observándome.

—Eh, hasta luego, Ivonne.

—Hasta pronto —asiente con una sonrisa—. Espero alguno de éstos días podamos ir a almorzar o cenar, galán.

Las puertas se cierran y mientras me dirijo a mi oficina, no dejo de pensar en que no quiero herir a Ivonne. No quiero darle ilusiones, no quiero que me quiera más allá porque no creo sentir algo como lo que siento por Cora o sentí por Jenni.

Mi teléfono suena avisando la llegada de una llamada.

Es Cora

Sueños Salvajes || Alonso Villalpando || EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora