Capítulo 14

63 4 9
                                    

Apago el computador de mi oficina y me dirijo a la puerta, tomo mi saco azul marino y me lo coloco mientras camino al ascensor.

—¡Alonso! —me llama Jenni, giro mi cuerpo hacia ella.

—Oh, hola. —Digo caminando en reversa, ella camina en mi dirección.

—Hola, am, lamento no haber ido a tu casa ésta mañana... —me detengo y llamo al elevador— pasa que... —la interrumpo.

—No te preocupes, sabía que no llegarías —le doy una sonrisa de lado. Ella mantiene su rostro serio, frunzo el ceño.

—Pues, lo siento.

—No lo hagas, descuida. —Las puertas del ascensor se abren .— Tú detestas levantarte temprano —me adentro al elevador— ¿vienes? —ladeo el rostro.

—Am, no, yo, te veo en la noche, ¿sí? ¿En tu casa? —asiento. Las puertas se cierran.

¿Esa expresión en su cara era tristeza?

Sacudo mi cabeza, Jennifer aleja cualquier tipo de preocupación de su persona, evita enojarse y estar deprimida.

Avanzo por las calles en dirección a The Dutch donde quedé de verme con Cora. La veo caminando sobre la calle en dirección contraria a mí, su rostro luce serio pero curioso, Cora siempre refleja esa aura de curiosidad.

Lleva unos pantalones cortos por encima del tobillo, una camiseta gris de mangas cortas y unos converse. Se mira, juvenil. Aunque claro tiene tan sólo diecinueve, es joven. Ou, me sentí viejo al decir eso cuando tan sólo soy un año mayor que ella.

Sus ojos topan en mí y me sonríe, le devuelvo el acto. Beso su mejilla cuando la tengo enfrente.

—Hola —dice.

—Hola —nos introducimos al interior del restaurante—. ¿Puedo preguntar por qué siempre luces...?

—¿Perdida? —arquea una ceja.

—Curiosa, iba a decir —corrijo. Tomamos lugar en una mesa cerca de la ventana.

—Oh —suelta una risilla—. Bueno, no sé. Me gusta mirar todo. ¿Soy muy obvia, acaso? —mantiene una sonrisa en sus rosados labios, lo cual me vuelve loco.

—Parece que lo tienes tatuado en la frente —bromeo, suelta una carcajada que es música para mí.

Una mesera se acerca y amablemente nos atiende. Al rato vuelve dejando dos refrescos de naranja en nuestra mesa.

—Debo decir que estoy muy ansioso por mañana —Cora alza sus cejas mientras bebe de su vaso.

—¿Así?

—Sí, bueno, todo eso es...

—¿Raro?

—Nuevo —corrijo bajando la cabeza sin dejar de mirarla— para mí. Y ese acento.

—No es difícil —dice utilizando el acento— Sólo, debes hacer como un cántico cuando exiges algo, por ejemplo: Soy la reina de Escocia, y tú eres mi súbdito —sonrío, se ve chistosa hablando así sin lucir como una reina—. Agregas unas cuantas c con pereza y voalá, eres de la vieja Europa —me guiña un ojo.

—¿Quieres decir así? —digo tratando de imitar el acento. Su pecho sube y baja mientras ríe. Niega con la cabeza.

—Eres pésimo —dice entre risas.

—Gracias, eh.

—No lo pienses tanto, sólo dilo —cruza sus brazos y los recarga sobre la mesa.

Sueños Salvajes || Alonso Villalpando || EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora