Capítulo 2

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— Señorita Hills —dice serio. Odio cuando me llama señorita, y que después le sigua mi apellido. ¿No me puede decir simplemente señorita Maya o Maya a secas?

— Sí, ¿qué pasa señor Maller? —le pregunto asustada.

— Cuando acabe usted de desayunar, venga a mi despacho. Es muy urgente —me dice fríamente.

— Vale. Allí estaré, señor Maller.

Cuando el director se va, Sarah y yo nos miramos fijamente. Ninguna habla durante dos minutos, que se nos hacen eternos.

— Maya, tengo miedo...

— ¿Por qué?

— ¿Enserio me estás preguntando por qué tengo miedo?

— Si es por lo de Emma, estate tranquila, no me va a pasar nada. Está todo controlado, amiga —vale, estoy asustada, muy asustada. Pero no quiero parecerlo. He de ser fuerte.

— Espero que Emma no le dijese nada al director, sino —dice preocupada.

— Sarah, deja de agobiarte. No va a pasar nada. Será por la nota que saqué en Física.

— Pero...

— Ni pero ni nada. Es por lo de Física. Asunto zanjado.

Realmente parece estar muy preocupada por lo que pueda pasarme. Y me siento muy mal. No he decepcionado solo a una amiga cualquiera, sino que he decepcionado a mí mejor amiga.

— Bueno, espero que sea como tú dices —cruza los dedos— Venga, ves ya al despacho o se enfadará Maller.

— Sí, voy —y dicho esto, salgo del comedor directa al despacho de Maller.

Mientras voy por los pasillos, rezo para que no me hayan llamado al despacho por lo de la estúpida de Emma. Llamo a la puerta, y oigo la voz del director desde el otro lado de la puerta dándome permiso para entrar.

Cuando entro, me encuentro a mi madre sentada en la silla que está frente a la mesa del director. Éste me dice que me siente, y así lo hago.

— Bueno... Y... ¿Por qué quería vernos, señor Maller?

— Quería verlas por un asunto sucedido hace ya varias semanas...

— ¿Ocurre hace varias semanas y me llaman ahora? —interrumpe mi madre. Sí, tu tan agradable como siempre, mami.

— Lo lamento, señora Hills, pero la señorita Vandervol nos​ lo comentó el otro día. Por eso no la hemos llamado antes —aclara el director.

Que vergüenza, debo estar colorada en estos momentos. Además, no sé por qué rezo tanto, ya está más que claro que me han llamado por lo de Emma.

— Bueno, señorita Hills. Estábamos hablando con su madre de los diferentes castigos para usted. Haberle hecho aquella jugarreta a la señorita Vandervol se merece un castigo.

¿Perdón? ¿He oído bien?

— ¿Castigo? ¿De qué castigo está hablando?

— Bueno, como bien sabe, señorita, no puedo dejar pasar que ni usted ni nadie le haga esa clase de cosas a otros alumnos del instituto. Y quién lo hace, ha de cumplir con su castigo. Este centro, al igual que muchos otros, tiene ciertas normal que hay que cumplir, y así va a hacerse.

— ¿Qué? ¡Pero eso no es justo! —grito.

— Claro que es justo, cielito. Ni tu padre ni yo te hemos educado así —dice la pija de mi madre. Enserio, mamá, odio cuando te pones en plan pijo. ¡Lo odio!

Mi Enana FavoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora