Capítulo 9

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Me acabo de despertar, pero solo son las cuatro de la mañana de un sábado como otro cualquiera, y lo único que logro hacer es decirme a mí misma "Solo ha sido un sueño", suspiro."Es solo un sueño, no es real", vuelvo a decirme repetidas veces.

Nunca había soñado algo así, ha sido... Un sueño raro... Muy raro.

Ahora mismo estoy mirando el techo de mi habitación, pensativa, como creyendo que el sueño ha sido real. Me decido a incorporarme en la cama, aún algo afectada. Me levanto lo más silenciosa que puedo. Bajo las escaleras hasta llegar a la cocina, y fijo mi mirada en el gran ventanal que hay, absorta en el exterior. La noche es oscura y fría. Todo está en silencio, y parece que la única persona despierta ahora mismo soy yo. No se oye ladrar ni a un solo perro del vecindario. Sigo mirando por la ventana durante unos minutos, hasta que decido irme al sofá, sentarme, y reflexionar sobre el sueño, pero lo único que consigo es dormirme de nuevo.

***

(9:30 am: Suena la alarma de mi móvil).

Al despertarme me encuentro tumbada en el sofá, con las luces apagadas. Al principio me asusto al despertarme en un lugar que no es mi cama, luego recuerdo que me he quedado dormida en el sofá. Me incorporo, sentándome en el sofá y veo a lo lejos platos sucios con restos de comida encima de la mesa. Hay algo que llama mi atención, mi mirada se dirige a la mesilla de centro que hay en el salón. Una pequeña nota de color turquesa, escrita a mano y con las iniciales acompañadas por un pequeño corazón (S.S❤) es lo único que adorna la despejada mesa.

Leo la nota y subo a mi habitación a darme una ducha y vestirme. Toda la casa está en silencio, bastante solitaria. Me siento sola, apartada del mundo, como si el mundo sin mí fuese perfecto.

Ya vestida vuelvo a bajar a la cocina para comer algo. He tardado una media hora en prepararme, pero creo que ha valido la pena.

Aprovecho la oportunidad de que no hay nadie en la residencia y pongo mi playlist favorita. Al son de la música que suena me preparo un zumo de naranja, una taza de café, unas tostadas con mantequilla, y para acabar le robo unos cruasanes a Logan. No puedo evitar bailar todas y cada una de las canciones. Dicen que bailar relaja y despeja la mente, al igual que cantar en la duchar, y la verdad es que puedo afirmarlo. No hay nada que me siente tan bien y me despeje más que esto... Bueno, casi nada. No me importaría repetir estos desayunos todos los días.

Mientras recojo, me llega un mensaje que hace que la música pare en seco. El mensaje es de Lucas.

Lucas💕:

-Bueno días, preciosa
-Ya te has levantado?

Suspiro profundamente sin poder evitar sonreír, aunque lo más disimulado posible.

-Sí, buenos días, Lucas

Vuelvo a mirar el mensaje, suspiro, y lo apago. Lo dejo en la mesa. Miro a mi alrededor, observando los platos sucios y todo tirado por el suelo. Odio el desorden, por lo que termino no solo limpiando lo mío, sino también lo que han dejado los demás. Soy demasiado maniática. Todo tiene que estar recogido e impoluto.

***

Hemos venido todos al parque de atracciones. Estamos concretamente haciendo cola para subir a la noria. Me apetecía salir un rato de casa, hacía ya mucho que no hacía cosas con mis amigos de salir por ahí y pasarlo bien. El centro comercial no cuenta.

— Eh, Maya —susurra Lucas en mi oído— ¿Nos vamos nosotros a la montaña rusa? La noria me aburre.

— Sí, perfecto, a mí la noria también me aburre —miento.

Mi Enana FavoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora