Capítulo 14

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— ¡Eres un maldito cabrón! —es lo único que logro soltar por mi tan nerviosa boca.

Mi pleno sistema nervioso se acababa de quedar en shock. No sé qué hacer, qué decir o simplemente cómo actuar ante esta inesperada escena.

— Maya —se levanta corriendo hacia mí— Espera.

— Déjame en paz. Simplemente desaparece para mí —salgo corriendo.

¡Cabrón!

Eso es lo único que mi cerebro puede procesar en estos momentos.

Bajo corriendo las escaleras, y aprovechando que hay un baño justo debajo de las escaleras (sí, lo más raro que había visto nunca, un baño bajo donde debería haber una despensa). Me encierro ahí.

Cuanto más recuerdo eso... Menos entiendo el por qué.

Flashback:

(Veo la puerta de la habitación entreabierta, pero yo la había cerrado totalmente. Las luces apagadas. Se escucha un sonido poco audible. La abro y... Consigo distinguir dos sombras en el cuarto.  Logro escuchar una voz dulce, y otra un tanto grave. Hay una chica tumbada con Lucas en la cama. Ella le habla, pero no logro entender lo que le dice. Veo cómo le levanta la camiseta y toca con cautela su abdomen. Él le toca el pelo, también con una delicadeza extrema. Ella apoya su mejilla en la mano de él, algo tierna. Se miran. Veo sus intenciones. La chica, aún con la mano en su abdomen, se recoge el pelo tras la oreja, y se va acercando lentamente hacia él. Va a besarle. Veo cómo se besan en mis narices).

¡Eres un maldito cabrón!

(Salgo de la habitación, abriéndola más de lo que ya estaba, dejando entrar la luz. Ambos se percatan en ese momento de mi presencia. Bajo lo más rápido posible de la habitación).

Fin del Flashback.

No quiero que nadie me vea. Nunca pensé que Lucas fuese a hacer algo así.

Llaman a la puerta.

— Maya —siguen llamando— Abre...

— ¡Lucas, vete! —es lo único que logro gritar. Después de gritar se me rompe la voz.

— Yo... —piensa arrepentido— Yo no quería... —sigue diciendo— No ha pasado nada, Maya.

— Solo dime una cosa —una lágrima cae por mi mejilla— ¿Por qué?

— No lo sé —suspira desesperado y golpeando levemente la puerta— No sé cómo ha pasado, Maya.

— Olvídame, enserio.

— No puedo hacer eso. No puedo olvidar a alguien que quiero.

— No —digo con toda seriedad desde el otro lado de la puerta, y conteniendo todas las lágrimas restantes— Ni se te ocurra volver a decir esa palabra. No vuelvas a decir que me quieres. Es que... Vamos... Ni pensarlo.

— Pero, Maya, yo te qui...

— ¡Que te calles! ¡No eres más que un imbécil! —sale el llanto— Pensé que no serías como los otros. Creía que eras diferente a mi hermano y a los otros. Pero ahora me doy cuenta que no eres más que uno más.

— No, Maya. No digas eso —una ola de seriedad atraviesa la puerta— Sabes que no soy como ellos, yo soy diferente, y lo sabes muy bien.

— No —niego con la cabeza y suelto una risa irónica— Justo cuando te he visto con esa chica me ha cuadrado todo. Eres como mi hermano. Todos los fines de semana que sale por la noche, siempre trae una chica nueva, y si tiene suerte se la lleva por delante.

Mi Enana FavoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora