Capítulo 13

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Tal y como van pasando las horas la gente se va yendo a su residencia a descansar. Aún no hay señales de vida de David y Sarah. Lucas hace un momento estaba en la cocina. A Logan lo he visto hace diez minutos con Lucía, una del nuevo equipo de las animadoras. A mi hermano aún no lo he visto, pero no me preocupa porque debe estar jugando a la consola. Y yo me dirijo hacia la cocina para buscar a Lucas.

Cuando entro, Lucas está tumbado sobre la encimera. Los de su alrededor le están retando a beberse dos botellas de vodka tumbado. De momento lleva una. Lleva bebiendo alcohol desde que la fiesta ha empezado, y de eso hace ya casi seis horas.

— ¡Lucas! —grito— ¡Baja de ahí ahora mismo!

— Princesa —me agarra alguien del brazo y me gira— ¿No te gusta la diversión?

— ¿Acaso la diversión tiene que ver con provocarle un coma etílico a otros? —le grito.

Me acabo de dar cuenta de que me encanta gritarle a la gente...

— Relájate. Solo estamos divirtiéndonos —ríe, encogiéndose de hombros.

— Que te den, idiota —lo empujo.

— ¡Hey! —me grita— Deja que tu amigo se divierta un rato. Se lo está pasando bien.

— Vete a la mierda, idiota. Y para que te enteres —amenazo con mi dedo índice en su musculado pectoral— Eso —señalo lo que Lucas está haciendo— No es diversión.

— ¿Ah no? ¿Y qué es exactamente la diversión para ti?

— Si nunca has jugado a juegos de mesa... No puedo explicarte esa sensación —me encojo ahora yo de hombros.

Ríe. Cosa que no me extraña. Yo también me habría reído de mi misma. ¿Por qué había dicho yo aquello? ¿Por qué había dicho yo esa tontería?— ¿Así que te van los juegos de mesas, eh? —se burla.

Le pego un rodillazo en sus partes más íntimas, y se estremece— Aprende a respetar, idiota —me alejo triunfante.

Voy hacia la encimera y levanto a Lucas.

— ¡Levántate! ¡Ya!

Por fin, al ver mi cara de furia, me hace caso y se levanta.

— ¿Qué quieres? —intenta mantenerse en pie.

— Cállate y agárrate a mí —hago que su brazo rodee mi nuca hasta llegar a mi hombro— Va, sube —subimos las escaleras. Abro la puerta y lo tumbo en la cama. Él es tan listo que no me suelta y acabo cayéndome con él en la cama.

— Venga, ahora duerme Maya, que estás muy mal —susurra intentando levantarse.

Niego rotundamente— Aquí el único que se va a quedar durmiendo eres tú.

— No —intenta levantarse— He de ir a vigilar la fiesta. Los otros no son lo suficientemente responsables como para que esta fiesta no acabe en manos de la policía.

— Yo cuido de la fiesta, tranquilo —lo beso.

Hay un largo y precioso silencio, donde nos miramos mutuamente.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

— ¿Él qué? —vuelvo a besarlo.

— Que te gustaba.

— Lucas... —corto la conversación— No quiero hablar de ello.

— Como quieras —se gira dándome la espalda.

Me quedo mirándolo, como si contemplase un objeto lo suficientemente maravilloso como para merecer todas las miradas.

Admito que no puedo evitar besarle, así que le beso la nuca y de ahí voy bajando hasta llegar a mitad espalda. Cuando Lucas siente mis labios acariciar su espalda, se gira. Nos quedamos mirando, y un enorme duelo de miradas empieza.

Mi Enana FavoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora