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Doy unos cuántos golpes a la bolsa más hasta que escuché el silbato de Matty.

—Bien, ahora vamos con la cuerda y te dejo libre.— dijo tomando el cronómetro.

A pesar de ser súper flacucho, era bueno para esto. Su padre fue entrenador muchos años para después quedarse siendo profesor de educación física por lo que sabía como ayudarme a mantenerme en forma y así se gana una parte del dinero que yo consigo en cada pelea. Era justo porque tampoco me cobraba tanto y me funcionaba como representante, organizándome las peleas porque sabe con quien hablar en las calles.

Contó del uno al tres para iniciar su cronómetro al mismo tiempo de que yo empezara a saltar la cuerda.

—Recuerda que la próxima pelea es en calle.

—Sábado a las tres, si me acuerdo.—le contesté.

—30 segundos.

Aumente un poco la velocidad hasta que anunció que ya había terminado. Tomé un poco de agua y me dirigí a la duchas.

Algunos de los pocos que entrenaban estaban allí. Unos se volteaban para verme de reojo pero siguiendo sus conversaciones sin inmutarse en saludarme. Lo cual no le sorprendía para nada, era conocido allí por ser una persona de pocos amigos.

—¿Qué hay de nuevo, Ross?— dijo Michael, más bien conocido como Mikey Way.— Hace mucho no te veía por acá.

Habíamos tenido algo, obviamente para nada serio. Solo habían sido algún par de noches en la que nos acostamos, y quizás alguna vez en las duchas. Sin embargo, él siempre estaba dispuesto para algo rápido conmigo porque parecía que le gustaba.

—Ahora no Way, quiero ducharme e irme a casa.— traté de esquivarlo.

—Podría acompañarte, dar una vuelta por la que debe ser una linda casa. Pero seguro un lindo cuarto...— dijo coqueto, poniendo su mano en la zona de mis clavículas.

—No gracias, hoy no será.— dije

Pasé de él para meterme en una de las duchas. Me bañé lo más rápido que pude para vestirme de igual manera.

Salí del gimnasio, pero no encontraba mi moto, al menos no a simple vista. Me di cuenta que mis llaves tenían un botón y ahí recordé que tenía el auto de Pete.

Me adentré en el vehículo, colocando las llaves y encendiendo el motor junto con la radio. Antes de arrancar, cambie de estación así podía escuchar algo de música en el trayecto.

Llegué a la casa de Pete y fui directo al cuarto de hue- de Brendon y me tiré en su cama.

Él no estaba allí, por lo que me acomodé y cerré los ojos con la intención de dormir un poco.

Al poco tiempo, sentí una mano haciendo algo de fuerza en mi pecho y después un poco de peso en mi cadera. Abrí mis ojos para encontrarme a Brendon sentando encima de mi cuerpo, con sus dos manos paseándose por sobre mi pecho.

—Hola.— dijo con una pequeña sonrisita.— Quiero contarte como fue mi día.

Dio unos saltitos de emoción con suma inocencia, por lo que parecía, rozándose contra mí. Tuve que inhalar mucho aire para luego tomarlo con un poco de fuerza por las caderas para que no se moviera tanto si quería que me concentrara.

b f b ;; rydenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora