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I'm not dead, b*tch.

Mi mente estaba en cualquier otra galaxia en la clase de filosofía, ni siquiera podía concentrarme en los garabatos que usualmente dibujaba cuando la clase me aburría. Además, el sueño me estaba venciendo como nunca. Por suerte en esta clase era perfectamente disimulable la falta de atención que le estaba dando a la clase, ya que todo mi curso estaba en la misma posición con una cara tan de muerto en vida como la mía.

Ni siquiera el timbre logro hacerme reaccionar, fue mi amiga Ash sacudiendome un par de veces de atrás para adelante.

—Mierda, Bren, decir que estás en la luna es poco.— dijo, mostrando signos de preocupación.— ¿Estás bien?

—Sí, yo... No lo sé, tuve una pesadilla anoche y no pude dormir bien.— dije mientras guardaba mis cosas en la mochila.

Salimos de allí con intención de irnos hacia otra aula en donde íbamos a tener clase.

—¿Quieres hablar sobre eso?— dijo, poniendo su mano en mi hombro para brindarme cierto sentimiento de apoyo.

—Es una tontería, en verdad.— dije mientras sentía el calor aparecer en mi cara.— Soñé que Ryan se enteraba de... ya sabes.

—¿Y qué? ¿Reaccionaba mal?

—Bastante, e-estaba por golpea-arme cuando me desperté.— dije sintiendo como mi respiración se entre cortaba.

Ash abrió más sus ojos de sorpresa. Me acercó a ella para brindarme más confort luego de tal bomba que solté. Se quedo unos segundos callada antes de decir algo que pudiera ser completamente fuera de lugar, a la vez que procesaba la situación.

—¿No ha sido violento contigo, verdad? Porque te juro que le corto su miembro antes de que puedas contar hasta tres.

—No, solo que me asusta lo que pueda pasar. Ya sabes, mis padres biológicos no me dejaron buenas expectativas en cuanto a confiar en alguien.— respondí, dandole un corto abrazo para evitar llorar al pensar en mis "padres".

El timbre sonó de nuevo, por lo que nos tocaba entrar a clase por otro bloque de dos horas catedra. No sabía como iba a lograr mantenerme despierto en las horas siguientes porque las pocas horas de sueño que tuve, sumándole que las materias con números realmente no son lo mío, tenemos una combinación perfecta para cabecear mil veces en clase hasta quizas dormirme unos minutos.

Fueron unas horas tortuosamente lentas, pero por el último timbre comenzó a sobar dándome la libertad de irme a casa, siendo, para mi suerte, un martes lluvioso. Gracias a la lluvia, no tendría clase de deporte ya que es al aire libre; y no había nada más lindo que no tener que ir a correr al pasto con un montón de chicos con los que a penas les dirijo la palabra.

La única desventaja, era que Ryan no me pasaba a buscar temprano los martes. Por lo que debía esperar bajo la lluvia el transporte público que tardaba mucho en llegar en días así y encima, me dejaba a unas cuadras de mi casa. Y, para hacerlo peor, no tenía ni siquiera un buen abrigo para la lluvia. Solo un buzo fino de color lavanda que ahora yacía pegado a mi cuerpo por el hecho de estar completamente mojado.

Ojalá esto me sirva para enfermarme y faltar mañana.

En lo que yo divagaba en mi cabeza, un auto similar al de Pete freno a unos metros míos, para luego que la ventanilla del acompañante se baje y muestre a Ryan en el interior del coche.

—¿Nos vamos?— dijo, haciendo un gesto con la cabeza para que entre.

No dude nada antes de entrar, pero si de como se le había cruzado a la cabeza pasarme a buscar un martes al mediodía. —¿Cómo supiste que ahora iba a casa?— le pregunté.

b f b ;; rydenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora