25

1.5K 146 411
                                    

Volví a observar mi vaso medio vacio, rogando que el alcohol me atonte un poco antes de que Matty intentara hacer una lectura psicologica de mi persona.

Aunque es verdad que no puedo negar que es la única persona que realmente no le importa escucharme a pesar de que no sea una historia de acción o sexo. Además de Pete, quien es la persona que más me supo contener en el mundo, pero no puedo hablarle a mi mejor amigo de como rompí su regla de oro... Repetidas veces. Bueno, no al menos que lo que busqué sea mandar mi amistad al carajo y ligarme unos cuantos golpes que quizás merezca.

—¿Y qué le dijiste?— me preguntó él de forma curiosa.

—Nada. ¿Debería decirle algo?— le dije como si fue algo simple y sencillo.

—A él parece importarle mucho eso. ¿A vos no? ¿Ni en lo más mínimo?

—¿Debería importarme? Sus mambos no son los míos, y los míos no son suyos.— le explique, tomando lo último de mi bebida.

Suspiró, para hacer un último comentario sobre el tema. —Solo espero que si se convierte en un fetiche, no lo lleves a lo enfermizo.


Esa noche, por alguna razón decidí tratar de quedarme en mi casa. Pero no resultó nada bien, porque casi termino con una botella de vidrio incrustada en mi nuca. Por lo que no me quedo más remedio que recurrir a mi viejo amigo Pete. De todas formas, antes prefería avisarle si podía entrar por su habitación sin problema, porque tenía miedo de que la ventana este cerrada por ser una persona tan sensible al frio.

Me respondió unos instantes después que no se encontraba en su casa y que tampoco recordaba si había dejado su ventana abierta.

Gracias, Pete.

Decidí ir allí de todos modos para probar suerte. Quizás podía entrar por la ventana de Brendon y luego irme hasta el cuarto de Pete, sin hacer mucho ruido. No sonaba como un mal plan.

Así que puse en marcha mi idea, y me dirigí lo más rápido que pude hacia la casa de mi mejor amigo. Efectivamente, la ventana de él estaba cerrada, pero la de su pequeño hermano estaba abierta, por lo que iba a poder ingeniarmelas para entrar.

Hice mi vieja rutina de meterme a escondidas a aquel cuarto que antes era mi cuarto, debido a que era quien más uso le daba porque la familia Wentz no era de recibir gente que se quedara a dormir allí.

Pero claro, ya no era lo mismo porque ahora lo ocupaba un chico de diescisiete años que actualmente se encontraba llorando entre sueños.

Yo en estás situaciones, no sabía como actuar, por lo que me quede estatico en mi lugar. Fue así hasta que sentí que se había tranquilizado un poco, recién ahí tuve el valor para irme de la habitación.

Al menos hasta que escuche su voz rota.

—¿Ryan?— me llamó. —¿T-te impo-rtaría quedarte?

Hacia muchos años que no estaba ante una persona que se encontraba tan emocionalmente vulnerable. La última vez, fue cuando Pete me confeso que estaba enamorado de su actual novio, pero que se sentía asustado por no ser suficiente por la basura de persona que creía ser. En ese momento pude ayudarlo porque yo sabía lo que necesitaba escuchar, gracias a la inmensa cantidad de años de amistad. Aún así, no soy experto en situaciones como esta y más cuando había pasado tanto tiempo de aquel momento que sentía que esa parte instintiva de mí acerca de estas situaciones, se perdió; logrando que ahora, me sentiera acorralado entre la espalda y la pared

Pero a pesar de eso, no tarde mucho en pensar mi siguiente movimiento.

Me saqué los zapatos y gran parte de mi ropa para domir más cómodo que con jeans y chaqueta. Luego, me acomodé a su lado en la cama, tratando de no aplastarlo por no poder verlo en la oscuridad casi total. Nos tapee a ambos, y para no hacer el momento tan raro y lograr que se duerma de una vez, comencé a acariciarle el pelo lentamente. De esta forma, conseguí dormirlo en cuestión de segundos.

Espero que los padres no decidan entrar a la habitación por la mañana, porque no creo que les gustaría encontrarme en la cama, semidesnudo, abrazado a su reciente hijo adoptado; y a mí no me gustaría tirar la buena relación que tengo con ellos y menos con Pete.

Dios. ¿Qué haría él si se enterase de todo esto? ¿Me dejaría de hablar? ¿Me intentaría dar una golpiza? ¿Haría las dos?

Me sentía un poco culpable por él, pero no podía evitarlo de todas formas.


Me desperté súper tarde por culpa de haberme quedado hasta quién sabe qué hora. Como eran las doce pasadas, y no horario para seguir tirado en la cama sin hacer nada,  me levanté para darme una ducha y hacerme algo de comer.

No había mucho de mi agrado en la heladera, por lo que terminé cocinandome unos simples fideos con crema ya que se hacían rápidos. Porque entre lo que tarde en bañarme y las vueltas que di para elegir que cocinar, era la una y cuarto de la tarde y mi estómago estaba retorciéndose a más no poder.

Me fui a la sala principal para comer viendo algo de televisión porque era demasiado aburrido para mi gusto comer solo y en silencio absoluto, necesitaba como mínimo algo de distracción estúpida.

 La puerta principal se abrió y Brendon entró a casa rápidamente con la respiración agitada. Siguió de largo cuando paso a mi lado y fue directo a su habitación, donde se encerró.

Me repetía una y otra vez en mi cabeza que no era mi asunto ni mi problema, pero de todas formas pocos instantes después de terminar de lavar todo lo que había usado, me encontraba golpeando la puerta de su habitación para que me abriese. Sin embargo, después de unos cuantos golpes sin respuesta, me di cuenta que la puerta no estaba con la cerradura puesta; dandome la posibilidad que sin dudar tome de entrar a su pieza.

—¿Brendon?— lo llamé al entrar.

Estaba recostado boca abajo, con una almohada cubriendo su cabeza. Le toqué el hombro para que se diera vuelta, pero no lo hizo, así que lo di vuelta con un poco más de fuerza pero sin lastimarlo. Se aferro por completo a la almohada que le cubría la cara, pero no tenía la suficiente fuerza como para durar mucho.

Cuando dicha almohada no le cubría el rostro, pude ver tres cosas que llamaron mi atención: ojos llorosos, un ojo violeta, y un labio muy hinchado.

Estuve a punto de estallar por completo de ira, sin embargo, el hecho de que Brendon comenzó a llorar me provoco el impulso de abrazarlo.

—Y-yo lleve una re-mera de una cant-tante pop que me gu-gusta mucho, y se bur-rlaron de mí.— dijo entre sollozos.— Tamb-bién me acu-saron de ser un afemi-minado que usa v-estidos y yo-yo les dije que no había na-da de malo con eso.

Correspondió mi abrazo para seguir llorando en mi hombro.

En ese momento, se me ocurrió una idea completamente descabellada.

—¿Crees que alguna de tus polleras o vestidos sea de mi talla?



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 27, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

b f b ;; rydenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora