Capítulo 2: Año Nuevo

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Si gustan escucharlo narrado aquí arriba 👆 lo pueden oír, también les dejó el link 🤗

https://youtu.be/GVRDe3tid04



La navidad se seguía respirando en el ambiente, olor a pastel de frutas y ponche de huevo* se percibía por toda la vivienda, además de que se seguía comiendo y bebiendo. Por la escalera una joven rubia bajando corriendo como una pequeña niña ansiosa por abrir sus obsequios navideños, cosa que ya había sucedido cuatro días a tras, pero ella seguía intensamente feliz, jamás creyó que pasaría una Navidad tan espléndida en otro lugar que no fuera su querido "Hogar de Pony" y ahora estaba en esa residencia neoyorquina disfrutando de unos maravillosos días decembrinos por segunda ocasión.

—Nana Ely –Candy llegó a la cocina gritando– quiero más ponche de huevo.

—Niña que si sigues bebiéndotelo como agua te enfermarás.

La señora Elizabeth Morgan, su esposo Bryan y su hija Amber de dieciséis años eran todo el personal que había en esa casa, ellos originalmente trabajaban en la mansión Andley de Nueva York, pero cuando George Johnson un año antes les pidió que les recomendará a alguien para que trabajará para él y cuidarán de su reciente hija adoptiva, la familia decidió seguirlo, si bien la paga era un tanto menor pues la diferencia en el tamaño de las casas era muy considerable, lo cierto era que el trato que siempre le había dado su actual jefe era inmejorable, así como sus habitaciones, además del hecho de lo mucho mas manejable de la residencia del señor Johnson así como las facilidades para que su hija pudiese estudiar y lograr un mejor futuro también. Así que ahí estaba la familia completa vigilando a esa pequeña rubia pecosa que en sólo dos días de convivencia se los había hachado a la bolsa con su sencillez y facilidad de trato, ahora a más de un año de conocerse la familiaridad entre todos era de un verdadero hogar.

—Será el último de hoy lo prometo.

—Te aprovechas que tu padre no está –dijo la señora mientras le servía un vaso repleto con el dulce líquido.

—Es una lástima que no pudiéramos pasar noche vieja juntos, esta sería nuestro segundo Año Nuevo como familia –dejándose caer en una silla hizo pucheros–. Pero su trabajo es así.

Finalmente se desparramó en la silla dejando reposar brazos y rostros en la mesa de la cocina.

—Ya niña, que en Navidad te consintieron muchísimo, hasta nosotros pudimos celebrar con ustedes a petición tuya.

Candy volvió a incorporarse mostrando un amplía sonrisa.

—Lo sé, papá Georgie es genial, además también le gusta la idea de que seamos más como familia. Ahora una rebanada más de pastel –dijo estirando su mano hacia los últimos trozos de pastel de fruta al centro de la mesa.

—Ni lo sueñes Candy, no quiero darle noticias al señor George de que te enfermaste del estomago, menos todavía cuando regresará hasta dentro de un mes. Compórtate.

—Aguafiestas –la joven salió de la habitación mostrando su roja lengua.

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...
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Tres días después en medio del océano Atlántico un trasatlántico viajaba en dirección al puerto de Southampton en Inglaterra, la bruma era espesa y no permitía ver mucho al rededor, aunque ese detalle no le importaba mucho al chico que tenía puesto sus ojos hacia el infinito ya que no había nada que quisiera ver, ni nadie cerca que lo pudiera ver a él, al menos eso pensaba, puesto que ese día se le decía adiós a 1913,  y era de suponer que todos los viajantes de primera clase se encontrarán celebrando en el salón principal del RMS Mauretania* sin embargo él no tenía nada que festejar, al contrario, se sentía solo, triste, defraudado con la vida, se preguntaba «¿A qué fui a América?, ¿Por un llegue a este mundo cuando parece que no le hago falta a nadie? ¿Por qué hasta mi propia madre me rechaza?» Con casi diecisiete años Terrence Graham Grandchester se sentía deprimido ante lo patético que en ese momento le parecía su existencia, su vida que desde que recordaba era dirigida por otros y para otros, de la cual pareciese que el nunca podría decidir qué o cuando hacer, sólo aparentando disfrutar de sus fatuos momentos de rebeldía que ni para llamar la atención de su padre servían, más patético aún se sentía al comportarse así, pero también sabía que sólo dos años más y jamás podría salirse de su destino, éste era su primer intento para cambiarlo y había fracasado de manera contundente.

Terrence se encontraba divagando en su melancolía cuando de repente escucho el sonido de unos pasos a su espalda, de inmediato limpio los rastro de llanto de su gallardo rostro, se giró para ver quién lo espiaba pero para su sorpresa sólo vio a otro chico situado en la misma posición que él unos metros más hacia la proa, al parecer ni siquiera había reparado en su presencia el invitado inesperado. Por lo que Terry pudo ver, al igual que él, el otro joven se encontraba triste y viendo hacia la lontananza perdido en sus propios pensamientos, se iba a retirar para seguir disfrutando de su propiciado aislamiento cuando algo lo impulsó a cercarse, tal vez la realidad era que no disfrutaba en absoluto de esa malsana soledad. Empezó a caminar para acortar los cuatro metros de separación y comenzó a hablar, esperando que el otro chico quisiera un poco de charla, cosa que incluso a él mismo le sorprendió hacerlo, pero al menos así tendría la oportunidad de distraerse un rato de la bola de pensamientos enredosos en su cabeza.

—¿A caso la fiesta ya termino o está tan aburrida que resulta más divertido estar acá afuera?

—¿Quién anda ahí?

—Alguien quien también cree que no hay nada que festejar.

—¿Cómo sabes que no tengo porque festejar? –el casi recién llegado masculló a la defensiva.

—Porque si lo tuvieras no saldrías a intentar mirar el mar de noche y con bruma, estarías dentro disfrutando.

El joven castaño llegó para recargarse también de la baranda que protegía sus vidas de una posible caída. Sin girar su rostro viendo el mar, sólo el mar, se llevó una mano al interior de su costosa capa inglesa para sacar un fino estuche de cigarrillos, con un ademán ofreció uno, mismo que fue negado, encendió el propio y exhalando el humo para después decir.

—Hay días en que sólo quiero fumar, beber y si es posible encontrar una dama amable que me de ternura y... "cobijo" –río con socarronería para agregar–¿y a ti qué te tiene así?

El otro joven era un rubio de la misma edad que el castaño, por unos instante se quedo observando la actitud de Terry quien al parecer estaba tan melancólico como él, y no creí que fuera precisamente por lo que aseguraba, pero tampoco creía recibir información completamente verídica. Ya más relajado Anthony se acomodó a su posición original, viendo el amplio océano, si bien el chico junto a él decía o no la verdad ambos tenían ganas de quitarse la pesadez que tuvieran encima, así que se dijo "¿por qué no?" y siguió con esa platica.

—Lo que me tiene así es qué hoy recordé a alguien que tengo más de un año sin ver. Porque con ese recuerdo comprendí que tal parece que ya jamás volveré a ver a la dama que quiero que me de ternura...–medito un rato paro luego agregar–... porque "cobijo" nunca me dio y estoy seguro que ya nunca tendré la oportunidad de intentar que lo haga.

Entonces castaño y rubio se miraron para después estallar en carcajadas. Una amistad surgió en ese momento, ambos lo sabían. Después de las risas compartidas ambos se contaron un poco de sus penas sin entrar en detalles, ni mencionando nombres, sólo diciendo lo elemental para que se comprendiera. Ambos de cierta manera sufrían por una mujer rubia, aunque cada quien por razón completamente distintas, una era una madre, la otra un pasado sueño de inicio de la adolescencia, un tierno amor casi infantil, casi platónico.

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Continuará...
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Gracias por perderse en mis letras.
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Notas:
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*El ponche de huevo o eggnog es una bebida tradicional de épocas decembrinas de Estados Unidos e Inglaterra, como el ponche de frutas en México, en lo tradicional, pero con una textura más parecida al rompope.
*RMS Mauretania, dato curioso, todas sabemos en esa trasatlántico se conocieron T&C, pero también de1909 y hasta 1929, fue el barco más rápido con un viaje entre Queenstown, Irlanda y Ambrose, Nueva York de 4 días y 11 horas

Ojos color marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora