Capítulo 11: Una visita inesperada

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No era su imaginación, ni tampoco parte de su sueño, en definitiva alguien se encontraba tocando la puerta de su departamento y ese alguien cada vez lo hacia de manera más desesperada. Terrence miró rápido su reloj de bolsillo que dejó a un lado de su cama para saber a qué hora lo habían despertado con tanta desconsideración, las seis con veinte de la mañana. Con pesar, después de proferir una maldición, grito un escueto "Voy", principalmente para que quien fuese dejara de tocar o no sólo seria él el despierto sino todos sus vecinos.

En verdad Terry se sentía muy cansado pues llevaba noches sin dormir adecuadamente. Esa noche tampoco había sido la excepción, las emociones vividas unos días antes le estaban cobrando factura, de por sí no era de sueños profundos, y si a eso se le agregaba estar ya de regreso en los ensayos para volver a las funciones de "Romeo y Julieta", su cuerpo en verdad que reclamaba por un descanso más completo.

Por fin se desperezó, después del grito habían parado los golpes. Como era su costumbre invernal esa día también traía doble pijama de franela pues una no le era suficiente en ese frío de Nueva York, menos tomando en cuenta que su departamento carecía de chimenea, sí, se lo repetía a diario «Odio el invierno en Norteamérica». Otra vez los golpes en la puerta, presuroso tomó su bata, otra gruesa protección contra el clima, otro grito

—Ya voy –seguido de otra maldición por lo bajo.

Con enojo abrió la puerta. Su enojo se esfumó en un santiamén, frente a él apareció una chica rubia enfundada en un abrigo blanco como el resto de sus ropas, aún con su cabello acomodado en un moño alto pero sin su cofia, se dio cuenta que jamás la había visto sin su uniforme, por un segundo se la imagino con sus rizos sueltos y con un vestido, pero la ansiedad en el pecoso rostro lo regresó al presente.

—¿Enfermera Pecas? –dijo muy, muy sorprendido, ni por fantasía se imagino que sería ella.

—Yo, lo siento, pero —se ruborizó el hacer la siguiente pregunta– ¿podría pasar? Me apenaría mucho que me vieran a esta hora por aquí.

—Por supuesto –abrió aún más la puerta permitiendo la entrada.

Un día antes Candy se había reencontrado con sus amigos los Andley, a quienes había extrañado horrores en especial los primeros años, ellos tuvieron una larga charla donde George les termino por explicar toda la situación de la adopción, los primos, en especial Anthony, como de costumbre, se molestaron por lo que consideraron un engaño al no decirles nada a pesar de sus constantes preguntas. Luego de la primera impresión y el leve enojo degustaron sus alimentos entre risas haciendo del encuentro algo más ameno hasta que Candy se tuvo que retirar con lo que los chicos descubrieron que ella trabajaba como enfermera en un hospital, lo que impresionó a todos pues sabían que George ganaba lo suficiente para tener una vida casi lujosa y no permitir que su hija hiciese eso, pero finalmente no lo tomaron a mal.

Por eso la noche anterior la rubia no pudo ver a Terry como ella ya había planeado hacer para saber sobre cómo se encontraba el actor, pues tenía días sin verlo, por eso muy temprano al ya no tener aparentemente más quedarse en su empleo tomó la repentina decisión de ir a verlo, por lo que salió una hora antes pidiéndole a Amber la cubriera, claro que su amiga lo hizo a regañadientes pues no le agradó la idea de que Candy fuese sola al departamento de un hombre, no obstante fue convencida por la pecosa.

La chica entró al pequeño lugar un tanto asombrada, uno de que el lugar fuese tan pequeño y modesto, Terry no parecía ser una persona de bajos recursos, por el contrario, siempre se le veía bien vestido, también poseía un bonito y moderno auto, además de que su porte destilaba elegancia. Lo segundo que llamó su atención fue lo increíblemente bien ordenado del lugar.

Ojos color marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora