Ojos color mar

Capítulo 14: Anthony

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Desde pequeño George Johnson tuvo presente siempre algo, que donde quiere que fuese debería de mantener la compostura y el perfil bajo para pasar desapercibido, de esa manera nadie se daría cuenta de sus verdaderas intenciones, primero como un pequeño ladronzuelo de las calles parisinas en busca de algo para poder alimentarse, después como pupilo de William Andley para con esa careta parecer indiferente ante las injustas críticas que le hacían por considerarlo un arribista y oportunista. Al final ese manera fría, casi calculadora de ser, sin perder nunca la compostura le habían favorecido en los negocios, pues nunca nadie podía imaginarse lo que el apacible e incorruptible rostro del abogado mano derecha del Patriarca Andley tenía en mente.

No obstante esa máscara fallo, y de que manera, incluso el mismo George se desconoció, no supo quién había sido ese que corrió al joven Grandchester, de su casa, que lo trato, literalmente como un delincuente sin conocer las circunstancias, ¿cuántas veces no le había sucedido lo mismo a él?, ¿cuántas veces fue juzgado y sentenciado por la sociedad por ser un niño de la calle, por ser acogido por un hombre poderoso, por presentarle sus respeto y apoyar aquel hombre y su familia?, ¿y que había hecho él? Juzgar, criticar, gritar, insultar, a alguien que al final de cuentas, como él, sólo era un mero joven cuyas circunstancias habías alterado la perspectiva que la gente tenía sobre él. Si bien nadie conocía a ciencia cierta la intimidad de la famosa familia aristocrática, también era cierto que alrededor de los Grandchester existían infinidad de especulaciones, algunas muy específicas como que Terrence ere un hijo problema imposible de controlar, por lo que incluso su propia madre lo trataba mal y había sido ella quien desde pequeño pidió lo metieran en internados. Pero también estaban los rumores que se decían por lo bajo, que en realidad Terrence era un hijo ilegítimo del Duque, que sólo era un bastardo y por eso su propia familia le repudiaba, a pesar de que por derecho de primigenia era el siguiente en lista para ocupar el tan importante título nobiliario.

Cómo fuese el joven al parecer acabó por pagar los platos rotos de todos, de sus padres, de Annie Brighton y hasta del mismo George, al este último haber descargado todo su coraje, miedo y frustración contra el joven inglés. Sintió coraje de ver llegar a su hija con un chico a esa hora, cuando él estuvo tan preocupado, miedo de no saber que había sucedido y frustración por ver a su única familia crecer y que él no podía detener los golpes que se llevaría en ese proceso.

Ahora George se hallaba en medio de una encrucijada, por un lado cuando fue con Albert un día antes por la tarde, aparte de la gran sorpresa que se llevó ante el descubrimiento de lo que la chica Brighton había hecho, más grande fue aún su asombro de saber que no sólo Anthony sino también el menor de los Cornwell estaba interesado en su rubia, para colmo ambos pidieron permiso para poder visitarla, recogerla de su trabajo y llevarla. Él no tuvo más remedio que decir que eso se lo tenían que preguntar directamente a Candy, que uno podía llevarla y otro recogerla y ahí preguntarle cada quien si deseaba recibir más atenciones, cosa que de seguro harían ese mismo día, pues eran justo las ocho y diez de la mañana y su hija no llegaba ya que el joven Brown la llevarían a tomar un desayuno.

Por otro lado el moreno veía intrigado la misiva que tan sólo unos minutos atrás un mensajero la había llevado con carácter de urgente. Aún no la habría pero ya temía su contenido, el tercero en la disputa por el corazón de su niña era el remitente de esa carta, Terrence Graham.

—Candy, ¿por que creciste tan rápido? –hablaba para sí George al tiempo que sentado frente a su escritorio habría el sobre–, de haber sabido lo poco que me duraría el gusto de ser sólo padre y no también suegro te hubiera adoptado diez años antes.

El sobre tenía tres papeles en el, una carta y dos entradas para "Romeo y Julieta"

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«Estimado Sr. George Johnson.