Capítulo 5: Esmeraldas y mar.

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En 1916 muy pocos vehículos de motor se podían apreciar por las calles de cualquier país, la mayoría de ellos eran autos privados de gente que con cierta fluidez económica podía darse el lujo de pagar, los transportes público en general seguían siendo carruajes tirados por caballos, no obstante siempre existen circunstancias en las que la velocidad y la comodidad son relevantes para evitar una pérdida humana. Por ello en las calles neoyorquinas se dejaba ver de vez en cuanto ambulancias con motor de gasolina, precisamente uno de estos vehículos de motor se podía ver viajando a toda la velocidad de la que era capaz, iba del Circuito Broadway a los límites de Manhattan, las ambulancias a gasolina tenían siete años* de haber hecho su aparición, aún así ya eran tan conocidas como apreciadas por las personas.

Esa en particular se dirigía al hospital St. Jacob, llevando consigo a una joven actriz que había sufrido un grave accidente mientras ensayaba su próxima puesta en escena, misma que representaría su primer protagónico, a dicha chica le había caído unos reflectores directo sobre sus piernas desde la tramoya del teatro. Tras el trasporte médico se podía apreciar como un carro rojo, con cuatro individuos personificados al estilo renacentista, lo seguía también a toda marcha, todos los ocupantes eran compañeros de tablas de la accidentada, todos iban inquietos y muy estrenados aún por haber presenciado el accidente que casi mata a uno de ellos, a Terrence, quien precisamente iba al volante, pues era el propietario de dicho auto.

La ambulancia después de varios minutos llegó al nosocomio provocando una inmediata movilización de gente vestida de blanco que corría de un lugar a otro, unas cuadras antes de llegar al edificio se aparcó el Ford T Touring de Terry bajando todos los pasajeros. Entraron tras ser testigos de la movilidad médica, obviamente realizada para ingresar lo antes posible a Susana Marlowe, la joven quien sufrió el accidente, a una valoración y posterior para poder ser intervenida en una cirugía de emergencia.

La sala principal era un caos por lo que una enfermera condujo al cada vez más grande grupo de actores a una sala de espera un tanto más retirada de la entrada. Todos tenían los rostros congojados en especial Terry quien no podía con su sentimiento de culpa, aún cuando todos los que habían estado presentes durante el percance le decían que estuviese tranquilo que todos sabían eso fue un accidente, que nadie había sido responsable; no obstante él no podía con ese sentir de reproche y remordimientos, ella, esa joven rubia, se había lanzado con su pequeño cuerpo para evitar que las luces le callasen a él, ella se había arriesgado por él. Y su culpa creía más pues, si bien era cierto que Susana prácticamente lo acosaba todo el tiempo, más desde que supo que compartirían escenario como co-protagonistas, él la había rechazado categóricamente cuando ella le abrió su corazón un par semanas atrás, Susana le dijo que lo amaba y él le respondió fríamente, "Siento no poder corresponderte". Y como de costumbre, dio por zanjada la conversación dejándola sola sobre el escenario; por ello su gran pesadez pues sin importar que él la hubiese rechazado ella le había salvado la vida aún a costa de su propia integridad física.

En ese momento las palmaditas en los hombros que le brindaban sus colegas de actuación como señal de empatía y apoyo no le servían de absolutamente nada. No sabía qué hacer, ni siquiera sabía cómo rezar. Se levantó del asiento donde llenaba al rededor de dos horas en espera de un resultado favorable, se dirigió hacia la enfermera más cercana y pidió le indicara como llegar a la azotea. Tenía que despejarse de ese trance, necesitaba sentir el viento frío sobre su rostro para desentumecerse. Tenía que estar solo, alejado de todo y todos.

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Otra Navidad más se celebraría en el siguiente mes, con esta era la quinta que festejaría en familia, una muy pequeña de sólo dos integrantes, pero familia al final de cuentas, bueno si se tenían en cuenta a sus empleados de confianza ya eran cinco miembros, se sentía muy feliz, cuatro años de papá era lo mejor que le había sucedido.

Ojos color marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora