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Sofía era consciente de que algo había pasado, Lauren había estado evitándola toda la semana, literalmente.
El jueves, cuando se sentó a su lado, la ojiverde miraba por la ventana con la sonrisa más hermosa que jamás había visto la menor de las Cabello, entonces tocó su hombro para preguntarle qué había pasado ayer en clases, y Lauren dio un salto antes de comenzar a tartamudear, se puso de pie y salió corriendo.

Viernes volvió a verla por los pasillos, completamente sola pero más feliz que nunca. Trató de acercarse, y la ojiverde nuevamente salió corriendo.

Trató de hablarle por mensajes todo el fin de semana, pero ella simplemente los ignoró.

Así que el lunes siguiente llamó a dos de los chicos de su clase de literatura, ambos caracterizados por ser de los más fuertes de la escuela y porque estaban completamente a la merced de Sofía Cabello, y les pidió que le llevaran a Lauren "Con L de Lesbiana" Jauregui al baño de chicas junto al laboratorio, ahora mismo.

Sin explicaciones, ni un por favor, ambos chicos lo hicieron, al menos ahora la hermosa latina sabría de su existencia.
Vieron a Lauren en su casillero, la tomaron por ambos brazos y la llevaron lo más rápido posible al lugar acordado, no entraron al baño, simplemente la lanzaron allí, y Sofía cerró la puerta con llave.

—Qué mierda te pasa, Lauren.— Gruñó la menor, cruzándose de brazos y alzando una de sus cejas.

—Sofi... Y-yo no sé de qué hablas.—

—Claro que lo sabes, Lauren.— Sofía se acercó a la ojiverde, arrinconándola contra los lavamanos. —¿Es por Camila?—

El corazón de la mayor comenzó a latir desesperadamente por la mención de la mujer, su piel se erizó sutilmente y relamió sus labios de manera inconsciente.
Este gesto no pasó inadvertido para la morena, quién lo malinterpretó y terminó relamiendo los suyos también.

—¿Camila?—

—Sí, ya sabes... Por lo que dijo el otro día en la cena.— Lauren se relajó al entender de qué hablaba Sofía.

—Oh...—

—No le hagas caso, yo creo que es muy lindo.—

—¿Qué cosa?— La ojiverde apoyó sus manos en las baldosas tras su espalda al ver a la más pequeña acercarse.

—Que no hayas besado a nadie aún...— Entonces la morena acunó delicadamente la mejilla derecha de Lauren antes de presionar sus labios con dulzura contra los de la chica pálida.

El tiempo se detuvo en ese momento, Lauren cerró sus ojos y respondió al tierno movimiento de los labios de su amiga.

Se separaron poco después, Lauren sonrió con suavidad.

—Sí, bueno, ya dí mi primer beso, gracias Sofi.—

La morena desencajó su mandíbula ante las palabras de la mayor, ¡ES QUE LAUREN JAUREGUI ERA ESTÚPIDA!

—Está bien, ¿Vienes el miércoles a mi casa?—

Sofía tardó un par de segundos en recordar que Lauren le dijo que sí, hoy iría a su casa.
Sonríe instantáneamente al recordar a su Laur, lleva dos de sus dedos a sus labios, cierra los ojos y rememora el beso de la ojiverde.

Esa chica iba a ser suya, porque jamás en la vida alguien la había hecho sentir tanto como Lauren lo había logrado con un gesto tan inocente como un beso.

Lo que Sofi no sabía es que a unas cuantas cuadras de allí su hermana mayor llena su cuaderno con "L", escritas con varios estilos, mientras el jefe de marketing explica la nueva idea de inversión.
Camila sonríe al pensar en la niña, Dios, es que niña y todo, era perfecta. Era perfecta para ella.







El miércoles había llegado, y como costumbre, Camila estacionaba su auto afuera de la casa de sus padres después de la hora la que usualmente llegaba.
La razón, su jefe al notarla distraída la hizo explicar todo lo que había dicho, igual que en la escuela, y se equivocó en absolutamente cada palabra, por lo que se ganó una hora extra en el trabajo sin paga, además de la repetición completa de la charla sobre marketing.

Al llegar, ese hogar latino estaba en completo silencio, algo extraño, fue entonces cuando recordó que sus progenitores hoy tenían la reunión de padres en la escuela de Sofía, gruñe con fuerza al pensar en que había hecho ese viaje innecesariamente.
Entonces oyó un estallido en la piscina seguido de risas, y una de ellas la conocía a la perfección, la de su hermana.

Se acerca a la cocina donde asoma su mirada chocolate por la ventana que da en dirección a la piscina y ve la piel pálida brillar por las gotas de agua bajo los últimos rayos de sol del día, su respiración se vuelve irregular al ver la nuca de la chica, no cualquier chica, su chica, expuesta por la cola de caballo desordenada que lleva.

Relame sus labios y la imagen de la niña de ojos verdes con las mejillas enrojecidas gimiendo su nombre mientras la folla en el agua se instala en su mente ayudada por los recuerdos del intercambio de besos hace una semana, desea verla más de cerca, Dios sabe cuánto lo anhela, así que lo hace.

Camina con un delicado vaivén en sus caderas hasta estar a pocos metros de la espalda de Lauren, que toma sol recostada sobre una toalla color celeste.

  —Hola, Lauren.— Saluda con la voz ligeramente más grave, y le es inevitable no querer comerse a la menor al ver su torpe intento por levantarse rápido para exponer su exquisito cuerpo apenas cubierto por el bikini color turquesa. Los ojos chocolates de Camila viajan a los no tan desarrollados pechos de Lauren, cuyos pezones asoman delicadamente bajo la tela, probablemente por el frío que comenzaba a hacer, la mayor suplicó fervientemente poder tenerlos en su boca.

  — Camila, ¿Qué haces aquí?—  La mayor alza su mirada del cuerpo de la niña pálida hasta la dueña de esa voz familiar.

Oh, claro. Su hermana también estaba en la piscina, y se encontraba de pie detrás de Lauren.

𝑜𝒿𝒾𝓉𝑜𝓈 𝓁𝒾𝓃𝒹𝑜𝓈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora