07; Fresas de caramelo.

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La película avanzaba sin caer en cuenta de como dos corazones latían al mismo ritmo, como dos amantes se conocían por primera vez.

Lauren corresponde a todos los besos que le da la mujer, es en ese momento cuando su estómago ruge suavemente.
El sonrojo ya característico en sus mejillas se acentúa de un intenso y delicioso color carmín, provocando una lluvia de besos por parte de la más alta.

Camila se ofrece a traerle comida, se pone de pie, espera a que Lauren se acomode en el sofá y, siéndole imposible apartarse, se inclina contra la menor, pone una de sus manos en el respaldo del sofá y la otra en la mejilla enrojecida de la chica. Sus labios se encuentran con más necesidad, Lauren guía sus manos al hombro y cuello de la morena, tratando de unir aún más sus bocas.
Camila pasa la punta de su lengua por el labio inferior de Lauren, luego por el superior, y delicadamente entre ambos, pero se aparta antes de que la menor pueda corresponder como se le antoja.

Lauren abre sus ojos sintiendo su respiración enloquecer y traga saliva sonoramente al ver a Camila caminar hacia la cocina.
Cuando esta cruza de vuelta a la sala con dos frascos con fresas caramelizadas, su respiración queda estancada en su garganta al ver a Lauren de pie con los brazos cruzados y un hermoso puchero en sus labios.
Se acerca a ella para darle un beso, pero aparta su rostro haciendo su puchero mucho más pronunciado. Deja las fresas y los tenedores en la mesita de centro y se sienta en la esquina del sofá de tres cuerpos.

Golpea sus muslos sin dejar de mirar a su niña de ojos verdes.— Ven aquí.— Su voz es suave, pero el tono de exigencia que utiliza hace temblar las piernas de Lauren, la cual asiente tímidamente y se acomoda de costado sobre las piernas de Camila.

La morena envuelve la estrecha cintura de la menor con uno de sus brazos, mientras su mano viaja al cuello de Lauren para besarla.
Esta vez Camila hace lo que desea. Su lengua irrumpe en la dulce boquita de la pequeña como un tsunami, abriéndose paso sin temor hasta la lengua de la menor, Lauren suelta un fuerte suspiro cuando la morena envuelve su lengua con la propia, succionándola sensualmente para masajearla con lentos y suaves roces. Se separan por falta de aire de parte d ella inexperta adolescente, ambas sonrojadas.
Lauren por la intensidad. Camila por las ganas de más.
Entonces, sonríen simultáneamente.

Lauren toma uno de los frascos y un tenedor, la niña los destapa, pinchando una de las fresas y llevándola a su boca, degusta el dulce con ternura aún sobre las piernas de Camila, pincha otra fruta y se la da a la mayor, que a diferencia de la ojiverde la come con lentitud y sensualidad, Lauren apreta sus piernas por el jalón en su abdomen bajo.
Camila detiene el tenedor antes de que la pequeña saque otro trozo color rojizo, siente los ojos verdes mirarla con confusión, por lo que mete su dedo índice y pulgar en el frasco para sacar una fresa y llevarla a los rosados labios de la menor.
Lauren separa sus dientes para que el fruto entre a su boca, Camila lo suelta y mientras saca sus dedos, la menor los lame lentamente.

Camila le quita el frasco y el tenedor, dejándolos en la mesa de centro, para poder besar a la chica en sus piernas con toda la ansiedad que puede.

Lauren le corresponde con la misma desesperación, pasa una de sus piernas al otro lado de la cadera de Camila, quedando sentada a horcajadas sobre las piernas de la ojicafé. Ahora es la lengua de Lauren la que se abre paso a la cavidad bucal de la morena, recorriéndola a su antojo mientras sus manos se enredan en el sedoso cabello castaño.

Camila toma las caderas de la niña y presiona el cálido centro virgen contra su pelvis, haciendo que Lauren soltara un delicado gemido contra su boca.

Dios, si de Camila dependiera, esa niña tendría escrito 'De Cabello' en sus pechos.

Rompe el beso un poco después, tratando de controlarse, apreta sus ojos con fuerza, echando su cabeza hacia atrás al sentir los dulces besos de Lauren en su cuello, mete sus manos bajo la remera de la menor, sólo para sentir la piel pálida, que rápidamente responde a su contacto erizándose.

—Lauren... Mmh...—

—¿Sí, Señorita Cabello?—

—Debes irte a casa...— Inmediatamente al oír eso, Camila se encontró con esos hermosos ojitos verdes confundidos. —A menos que quieras que te castiguen.—

Mencionó girando su rostro hacia el reloj que estaba en la sala.

No era tan tarde, apenas pasadas las 6pm. Pero Camila tenía razón, si seguían, terminarían varias horas más tarde. O quizás nunca.

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