10; Escapa.

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Camila sentía su cabeza mareada ante el vaivén de las caderas de la preciosa niña contra las suyas. Sus dedos enredan la remera de Lauren con frustración, necesitaba tocarla, sentir la piel pálida de la menor bajo sus manos, bajo su boca.

Iba a reclamar cuando Lauren rompió el beso y detuvo el movimiento de su cuerpo, pero casi suelta un gemido de éxtasis al verla lanzar la molesta prenda al suelo, exponiendo su torso apenas cubierto por el bikini.

Camila queda embobada ante la palidez de la piel de Lauren, lo tersa y pura que luce en la oscuridad de aquel cuartucho. Toma la cintura de la ojiverde con delicadeza, mientras la niñita sostiene su rostro entre sus pequeñas manos para iniciar una nueva sesión de húmedos besos.
Las manos de Camila se deleitan con la nueva piel descubierta, sus dedos recorren sus costados, su cintura, su espalda, el nudo de su bikini.
Su respiración se vuelve pesada, le encanta.
La piel de Lauren reacciona a cada toque de la mayor, y no tarda en retomar el movimiento de sus caderas.

Camiña toma su cuerpo con fuerza, ayudándola en el movimiento, mientras rompe el beso abruptamente por falta de aire, guía sus labios hinchados y cálidos al pulso de Lauren, deja un par de besos en su cuello, y desciende por su clavícula hasta su hombro, donde muerde con suavidad.

—La próxima semana quiero que me esperes en la tienda de dulces que queda cerca de tu escuela, no quiero que vengas aquí. Pasaré por ti y te llevaré a mí departamento. Tienes prohibido hablar con alguien mientras me esperas. ¿Entendido, ojitos verdes?—

Lauren asiente torpemente, se sentía embriagada por los besos de Camila, su cuerpo era casi radioactivo y no encontraba forma de volverlo a la normalidad.

—Sí, S-señorita Cabello.—

Camila la besó como recompensa, dulce y delicadamente.
La vistió con ternura, y volvió a besarla por unos cuantos minutos más, siéndole imposible mantenerse lejos de la preciosa boquita de la menor.

Cuando Lauren se disponía a salir para irse, la mayor la pegó a una de las paredes del pasillo y volvió a besarla, ambas sonreían tanto que les fue imposible continuar la acción.

Camila se despidió y le robó otro beso al verla tan adorable con el conjunto de ropa, justo antes de salir corriendo a su auto para irse.

Lauren se asomó nuevamente al patio, donde su mejor amiga salía del agua.

Si para Camila el conjunto se le hizo adorable, para Sofía era irresistible.

Se acercó a la ojiverde, y antes de que esta pudiese reaccionar, la menor de las Cabello presionaba sus bocas con ternura. —Te ves preciosa con ese suéter.— Le mencionó antes de entrar a cambiarse.

Sofi se moriría si supiera que esa era la ropa de su hermana, y la mataría de paso si viera las marcas bajo el inocente suéter.











Lauren llevaba cada minuto desde que había despertado mirando la hora, estaba ansiosa y asustada en partes iguales.

Deseaba con todas sus fuerzas volver a probar la boca de Camila.
Pero temía lo que pudiese llegar a pasar cuando estuviera en el departamento de la mujer.

Sus pensamientos se agravaron cuando comenzó a pensar en lo lejos que llegaban cada vez que sus bocas se reconocían, ¡Y SÓLO SE HABÍAN BESADO DOS VECES!

No la conocía, no sabía nada de ella. No podía entregarle algo tan delicado a una completa desconocida.

Pero le gustaba.

Siente sus mejillas enrojecer y su estómago cosquillea con fuerza.
No, no le gustaba, le encantaba.

Podía sentir las grandes y elegantes manos morenas recorrer su cuerpo, esos labios carnosos que anhelaba besaran cada uno de sus recovecos, el suave cabello entre sus dedos, la respiración mentolada sobre su labio superior, esa sonrisa arrogante cada vez que le robaba un beso.

Lauren suelta un suspiro antes de mirar el reloj una vez más. Faltaban más de cuatro horas para que pudiera escapar de ahí.

En ese momento su teléfono vibra, ante un mensaje.

[número privado]
Dime que tampoco resistes más.
Escapa de ahí, te espero en la dulcería.

Xx, Camila.

Lauren relame sus labios y guarda el número, antes de tomar sus cosas y poner una cara de dolor extremo desesperada por irse de ahí.

Se acerca a la maestra de filosofía, la mujer era una hippie de buen corazón pero sus clases eran una tortura, aún así, le dijo a Lauren que se retirara, le dio un pase y ojalá se mejorase pronto. La pobre chica temblaba del dolor. o de la excitación.

Mientras caminaba en dirección a la salida, escucha su nombre ser gritado a través del pasillo.

—Mierda, Sofi.— Masculla entre dientes al recordar que compartía clases con su mejor amiga.
Se gira sobre sus talones para enfrentarla, pero el rostro de preocupación extrema que lleva le estrecha el corazón.

—¿Laur, estás bien?—

—Sofi, no te preocupes, sólo es dolor de estómago.—

—¿Estás segura? Puedo acompañarte a tu casa si quieres, o puedo pasar a verte más tarde, o quizás podríamos ir a casa y te preparo algo para...—

Sofía no pudo continuar, ya que la ojiverde presionaba sus labios con una ternura casi dolorosa, la menor de las Cabello toma a Lauren por la cintura, moviendo suavemente su boca contra la de la chica pálida.
Lauren es la primera en apartarse, la chica frente a ella tarda unos segundos en abrir los ojos y sonreír radiantemente.

—No te preocupes, ve a clases. Hablamos luego.—

Dicho esto espero a que su mejor amiga entrara al salón, pasó una mano por su cabello, y se concentró en todo menos en el cosquilleo que había quedado en su boca luego del beso.

𝑜𝒿𝒾𝓉𝑜𝓈 𝓁𝒾𝓃𝒹𝑜𝓈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora