24; Interlude.

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Lauren

Siento mi piel erizarse ante una fría brisa, parpadeo un par de veces, algo desorientada, y desconozco por completo dónde estoy.

—Buenos noches, princesita.— Alzo la mirada al lugar de donde proviene esa deliciosa y ronca voz que genera cosquillas a lo largo de toda mi espina dorsal.

Despertar con la persona que amas es precioso, pero que esa persona sea Camila Cabello supera cualquier tipo de expectativa.

Se encuentra de costado, con sus hermosos ojos oscuros puestos en los míos, una de sus manos sostiene su cabeza y la otra descansa sobre mi abdomen, bajo la corta remera de pijama.

Ambas estamos vestidas, y yo podría haber jurado que a lo largo de la tarde, después de la propuesta, tenía la boca de Camila entre mis piernas, malditas hormonas y esos sueños calenturientos.

Jala de mi cuerpo hacia ella, guío una de mis manos a su cuello, tirando de este para presionar nuestras bocas lentamente, siento como la lengua de Camila se desliza por mis labios, entreabro mi boca para permitir que su miembro bucal se hunda contra el mío, y puedo decir que no hay mejor sensación que la lengua de MI NOVIA junto a la mía.

Colo una de mis manos bajo su remera, desesperada y ansiosa por quitarla de su cuerpo, pero ella toma mi muñeca y la guía hasta su pecho pa reas continuar ascendiendo entre nuestros cuerpos, rompiendo el beso para presionar sus labios en la yema de mis dedos con una ternura que me hace estremecer, nos mantenemos en silencio, observando cada uno de nuestros detalles, impregnándonos con la imagen de la otra.
Entonces Camila habló.

—Debemos llamar a tu madre, Lauren.—

Y toda la magia que había acompañado mi despertar desapareció, sentí mi cuerpo temblar con suavidad y los ojos arder.

— D-dijiste que... que yo...— Presiona nuestras bocas nuevamente, una excelente manera de callarme, incluso mentalmente.

—Sólo para que sepa que estás bien, por la noche llamé a un par de conocidos y ya estamos tramitando tu custodia a unos familiares cercanos, si ella no quiere irse a juicio, sólo debe firmar.—

—Clara nunca firmará... Le da placer hacerme miserable.—

Sentí sus dedos en mi mentón, alzando mi rostro para poder mirar directamente esos hermosos ojos chocolate.

—Y a mí me da aún más placer hacerte feliz, así que encontraré la manera de cuidarte, así tenga que ceder tu custodia a mis padres. Vamos a hacer las cosas bien, mi amor.—

No tardé más de un par de segundos en lanzarme a sus brazos, llenando su rostro de pequeños besitos que la hacían reír y tratar de corresponderlos.
En uno de los variados ataques de besos, sus labios capturaron los míos y nos sumergimos en la suavidad de ambos juntos, sentí como su lengua se abría paso a mi cavidad bucal, la danza de ambas era memorable, húmeda y deliciosa, nadie podría decir lo contrario.

Nuevamente fue Camila quien rompió el beso, tomó el teléfono inalámbrico y su celular, buscando un contacto en este último para marcarlo en el otro, y entregármelo.

—Iré a preparar la cena para mi dormilona novia, tómate el tiempo que necesites, mi princesa.
Al primer insulto, cuelga, ¿Okay?— Asentí con obediencia, haciéndola sonreír.
La mujer se inclina ligeramente sobre la cama hacia mí y deja un tierno topón en mi boca antes de salir, logrando erizar mi piel ante el dulce contacto.

Jugueteo con el aparato en mis manos durante un largo rato, insegura de lo que podía o no decir, y de lo que ella podría o no exigir.

Si bien llevaba años sufriendo sus maltratos, era menor de edad. Y Camila podría tener un millón de problemas sólo por eso, debía ser cuidadosa e inteligente.

Mordisqueo mi propio labio inferior antes de apretar el botón verde y llevar el teléfono a mi oído.

Un timbre.

Dos timbres.

Tres timbres.

Cuatro timbres.

Y cuando pensaba en cortar para acabar con esta intensa ansiedad, contestan.

—¿Sí?—

Siento una gota de sudor frío deslizarse por mi espalda, su voz era completamente indiferente.

—Mamá...—

Un largo silencio se instala entre ambas, la tensión es tan palpable, que podría cortarse con un cuchillo.

—Michelle, me alegro que llames, ¿Dónde estás? Tienes que volver para ayudarme con las cajas del ático.—

—Mamá... yo no...—

—Y debes lavar todos los platos, el lavaplatos se descompuso de nuevo.—

—Pero yo no...—

—Y espero que aprendas a comportarte, una chica como tú no debe salir tan tarde con desconocidos.—

—No voy a volver.—

Otro silencio ensordecedor.

—Qué.—

—Mamá, no pienso volver a vivir contigo.—

—¿Y más o menos dónde planeas vivir, estúpida? Nadie te aguantaría por más de dos horas, mocosa inútil.—

—Con mi novia.—

Dicho esto colgué el teléfono y me quedé observándolo por quién sabe cuánto.

Preguntándome cuándo Camila se aburriría nuevamente de mí y me dejaría.

—¿Amor, estás con ropa?— Bromea la morena desde el otro lado de la puerta haciéndome dar un salto en mi lugar.— Ya traje la comida.—

Al verla entrar con la bandeja llena de ricos dulces, una leche de chocolate y una rosa como adorno, me di cuenta de que iba a esperar pacientemente a que eso pasara, y así aprovechar cada segundo que pudiera pertenecerme dentro de la vida de mi novia, Camila Cabello.

Dios, qué maravilloso es decirlo.

𝑜𝒿𝒾𝓉𝑜𝓈 𝓁𝒾𝓃𝒹𝑜𝓈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora