19; Débil.

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Lauren camina hasta la entrada del patio de la casa de los Cabello con lentitud y algo decepcionada, frente a sus ojos estaba el lugar donde había dado su primer beso, donde había conocido a la chica de sus sueños. Inhala profundamente y acomoda su cabello para caminar en dirección al pórtico.

Un par de metros antes de la puerta, alguien jala de su cintura con fuerza, pegándola al enorme árbol en el patio delantero y, antes de que pueda gritar, cubren su boca con labios ajenos reteniendo sus manos contra el tronco.

La niña lucha para alejar a la otra persona, y gracias a un descuido de su abusador libera sus manos, pero cuando empuja a su contrincante, sus ojos llorosos se adaptan a la oscuridad del árbol, chocando con una preciosa mirada chocolate. La mirada chocolate que le había robado el aliento, su primer beso y sus esperanzas.

—Camila.—

La mayor trata de reincorporarse ante el empujón, besar a la menor no estaba dentro de su plan inicial, pero Dios, la había extrañado tanto que verla fue más que suficiente para lanzarla a un acantilado donde su existencia era mísera, y daba lo mismo lo que hiciese.
Ve las lágrimas acumularse en las esquinas de los ojitos turquesa más hermosos del universo, y toma el pálido rostro entre sus manos morenas.

—Lauren, no llores... por favor, no llores.— Susurra mientras la menor aparta sus manos por las muñecas.

—Me abandonó.—

—No digas eso, princesita.— Le suplica sin caer en cuenta de que también estaba llorando.
Une sus labios con ternura, una y otra vez sin que estos sean correspondidos por la niña, era como besar una pared.
Muerde el labio de la menor con fuerza. aprovechándose de su quejido para deslizar su lengua dentro de la cálida boca de la contraria y toma su cintura con fuerza antes de obligarla a sentarse sobre sus piernas tras el enorme árbol, mientras aferrarse a Lauren con todas sus fuerzas.— Perdóname.—

Lauren inhala profundamente por la brusquedad de las acciones desesperadas de la adulta, alza el mentón de Camila para poder observarla a los ojos y presiona sus labios con delicadeza contra la mejilla fría de la mujer.

—Me hizo mucho daño.—

—Jamás quise hacerlo.—

—Me mintió.—

—No volverá a pasar.—

Lauren se queda en silencio por el tono suplicante que utiliza Camila, y lo único que oye es el compás de los latidos de Camila contra los suyos.

—Lo siento tanto, Lauren.— Susurra la mayor atrapando el labio inferior de la niña entre los suyos, lo succiona suavemente y lo suelta para capturar ahora el superior, y luego ambos.
La ojiverde se separa, poniéndose de pie y espera a que la mujer la imite, cuando lo hace, toma una de las elegantes manos morenas, acariciándola.

—Yo ya no le creo, Señorita Cabello.— Y dicho esto retomó el camino de vuelta a su casa.





















Camila observa a la niña marcharse, y se niega por completo a que eso suceda. No está dispuesta a perder, quizás, su única oportunidad de ser feliz.

Corre hasta la menor tomando su muñeca con firmeza, la gira sobre sus pies, envolviéndola por la cintura y la alza, uniendo sus bocas desesperadamente.

La niña se aferra con sus piernas a la cadera de la mayor, abrazándola por el cuello para no pesarle tanto y corresponde al beso con la misma ansiedad, sabía que iba a ceder tarde o temprano.
Recibe la lengua de Camila, aún algo reacia, que se abre paso de manera abrupta hasta su boca, envuelve la suya y la succiona a su propia cavidad bucal sólo por tener el placer de morderla.

Lauren rompe el beso, llorando fuertemente contra el cuello de la mujer, diciéndole un montón de groserías intercaladas con besos de parte de Camila y te odio's de desesperación.
La mayor ríe suavemente, volviendo al enorme árbol y sentándose contra él, con la ojiverde sobre sus piernas, como antes, y sabe que Lauren está demasiado agotada para pelear.
Se quita su chaqueta, envolviendo los pálidos hombros debido a la baja de la temperatura.

—Le dará frío.— Susurra la menor haciendo el amago de quitársela para devolverla. Entonces, Camila cola sus manos bajo las ropas de la menor, incluyendo el pijama, y la apega más a su cuerpo, quedando ambas prácticamente tapadas con la chaqueta.

—Ya no.—

Lauren reinicia el beso con timidez, sintiendo su corazón más acelerado que nunca y jodidamente asustado.













Camila deja a Lauren un poco más allá de su hogar, las horas habían avanzado con rapidez entre besos y caricias, pero seguían sin conversar de lo que importaba.

Lauren se quita el suéter entregándoselo a la mujer, y Camila sostiene su rostro entre sus manos antes de que se vaya para tener al menos un par de segundos más.

—¿Qué va a pa...?- Shhh.— Susurra Lauren interrumpiéndola y callándola con un dulce beso en los labios. —Las cosas se ven distintas por la mañana. Si cuando despiertes aún crees que podemos intentarlo, estaré esperándola.—

Camila asiente soltando a regañadientes el pequeño cuerpo de la niña, pero antes de que se aparte por completo, Lauren la jala tiernamente por una de sus manos.

—Pero no tarde tanto, soy impaciente.— Una enorme y radiante sonrisa se extiende en la boca de la mujer, que recibe agradecida un rápido beso en los labios, observando a su niña correr hasta la puerta de su casa, agacharse a recoger algo y entrar en su casa.

Se queda unos segundos ahí, antes de caminar de vuelta a donde había dejado su auto, cerca de la casa de sus padres.

Ojalá se hubiese quedado un minuto más, o al menos treinta siete segundos después.
Así hubiese escuchado el único grito que Lauren soltó cuando una fuerte bofetada la lanzó al suelo apenas cerró la puerta de su casa y camino a las escaleras.

Los ojos pardos inyectados en sangre la hicieron temblar y, mientras acariciaba su mejilla enrojecida, se decía mentalmente que había valido la pena.

Camila siempre valdría la pena.

𝑜𝒿𝒾𝓉𝑜𝓈 𝓁𝒾𝓃𝒹𝑜𝓈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora